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Bad Gyal, de una panadería catalana a reinar en la música europea con 20 años
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el 'pussy' que manda en el dancehall nacional

Bad Gyal, de una panadería catalana a reinar en la música europea con 20 años

Alba Farelo tiene 20 años, es catalana y ha revolucionado internet con su música. De 'Pai', su versión del 'Work' de Rihanna, a tocar en Praga, Copenhague, Madrid o el próximo Sónar

Foto: Bad Gyal. Imágen de Alberto Rodríguez vía www.WAG1MAG.com
Bad Gyal. Imágen de Alberto Rodríguez vía www.WAG1MAG.com

Acaba de actuar en Praga, Copenhague, Zurich o Roma, esta semana lo ha hecho en la sala But de Madrid y le esperan Londres y, en julio, el Sónar. Antes, estrenará nuevos temas grabados con el productor de Los Ángeles Dubbel Dutch. Imposible imaginar algo así cuando hace un año estudiaba y trabajaba en una panadería de su Vilassar de Mar natal o en abril del año pasado cuando revolucionó Youtube con 'Pai', su versión del Work' de Rihanna. Ya anunciaba en esta canción que "por el barrio ya saben qué 'pussy' es el que manda". No andaba desencaminada porque en solo un año Bad Gyal se ha erigido como la reina del 'new dancehall' patrio. Y no solo eso, ha conseguido independizarse y vivir de la música.

Alba Farelo está detrás de Bad Gyal. Tiene 20 años y está revolucionando los nuevos géneros urbanos más 'millenials' como el trap y el 'dancehall' (una variante del reggae con más espacio, bailable y letras más explícitas), del que es su máximo exponente. Canta en catalán, castellano e inglés y ya ha dicho que no a varias multinacionales que han querido tentarla. No las necesita. Se ha coronado en Youtube y las redes, por donde se mueve hoy la música. Por eso no quiere ni oír de grabar un disco. Pero, sobre todo, Bad Gyal ha destacado porque, sin quererlo, su nombre se ha unido al sello de defensora del neofeminismo.

Sus letras defienden el empoderamiento fememino, el hedonismo y la libertad de la mujer para ser dueña de su cuerpo aunque ella rehúye las etiquetas. "Yo expongo la vida como la veo, pero no quiero comprometer políticamente mi discurso con nada", dice rotunda. Aun así, en su última 'mixtape', 'Slow wine', lanzada a finales del año pasado, y en temas que arrasan en la red como 'Mercadona' o 'Indapanden' (con más de dos millones de visitas en Youtube) canta con seguridad "si yo te doy mi culo es porque te lo quiero dar"; "soy independiente, yo tengo trabajo"; "esta noche no quiero ser de ninguna persona"; "yo me gano mi dinero"; "esta noche vamos a culear"; "cuando acabemos el 'party' vamos a desayunar, pero no te quiero en mi cama". Baile, sexo, dinero y, sobre todo, libertad. Los ingredientes necesarios para conectar con su generación.

Todo comenzó para Alba hace unos seis años. El reggae se escucha en Vilassar de Mar y comienza a investigar hasta que llega al 'dancehall'. Paralelamente, el trap empieza a explotar en España. Tanto, afirma, que "el trap ya es pop". De repente, aparece 'Work', un tema de dancehall que copa las radiofórmulas, y lo aprovecha. Con Fake Guido, el que después será productor, y por Skype crean una versión. "Fue un reflejo en el que vi que el 'dancehall' ya estaba en camino de convertirse en pop. Lo escuché y me dije que si Rihanna, artista de pop 'mainstream' total estaba haciéndolo, podía hacer un remix. Me salió automáticamente, fueron cinco minutos", cuenta.

Así empieza a meter la cabeza en el mundo de la música. Comienza a hacer temas propios, a colaborar con nombres de la escena trap como Khaled, de Pxxr Gvng, o del reggaeton como Ms Nina, hasta que en diciembre lanza 'Slow wine' (wine en patois jamaicano, idioma del que también ha tomado su nombre artístico, es un baile similar al 'twerk') y llega la fama. Lo que más ha cambiado en este año, afirma, es la exposición mediática, pero en lo musical es fiel al estilo que le ha hecho ir creciendo. Compone sobre la marcha, rápido y tirando de todas las tecnologías necesarias. Aunque en eso también ha mejorado su situación. Atrás quedan esas sesiones hechas con Skype o las notas del 'smartphone'. "Antes grababa en algún estudio pagando un poco, si me dejaban, porque no tenía micro o en casa de unos colegas de Lloret de Mar. Me lo iba montando como podía hasta que ahorré y pude comprarme un micro, mi tarjeta y todo eso", explica. Ahora su productor y ella viven en Barcelona y trabajan en un estudio sin tener que pedir favores.

Abanderando el 'dancehall' en España y con referencias como Vybz Kartel, fusiona su estilo con el 'reggaeton' y el trap aunque insiste en que no es su género. "La gente que está haciendo trap en España lo hace con muchos estilos con los que me siento más cómoda, como el reggaeton. Yo no me considero una artista de trap, sí soy usuaria de la música y me gusta". Tres géneros, junto con el suyo, dominados por hombres y conocidos por sus letras machistas y sexistas. Bad Gyal aclara, en primer lugar, que muchas veces el contexto de este tipo de música se pierde por el desconocimiento. Y agrega sobre la falta de mujeres: "Siempre ha sido así. Estamos empezando ahora, pero las caras siempre han sido los machos. También es normal que aquí seamos pocas porque no son géneros propios de nuestro país. Nosotras estamos espabilando un poco y, aunque seamos pocas, cada vez somos mas".

"La sexualidad sigue en una encerrona"

El hecho de que rápidamente se destaque el discurso feminista de esta nueva generación de mujeres que lideran estos géneros parece que le gusta y disgusta a la par. "Las etiquetas son peligrosas", dice sobre ese 'neofeminismo' que se asocia a su nombre. "Realmente ya no sé qué quiere decir porque veo muchos significados diferentes en boca de gente de distintas ideologías. Es más, el feminismo se ha vuelto un concepto pop que ya no sabes qué significa y está masificado". Lo que sí asegura es que tanto en el 'dancehall' como en el 'reggaeton', en sus países de origen o aquí, sí hay un discurso femenino que reivindica la libertad de la mujer. "El problema es que son contextos distintos y quizás no lo leemos igual. Las mujeres, tanto en Jamaica como en Puerto Rico, hablan súper explícitamente de la sexualidad de una manera muy empoderada. Sí tenemos eso, pero quizás no hemos sabido verlo". El problema, remata, es que "solemos oír cómo un hombre dice ciertas cosas, pero no estamos acostumbrados a oír a una mujer hablar abiertamente de sexualidad. ¿Por qué? Porque vivimos en un mundo en el que la sexualidad de la mujer sigue en una encerrona".

El ejemplo más claro son los comentarios que suscitan sus vídeos. Están los de aquellos que la alaban, las chicas que le dan la enhorabuena por abrir camino, pero también los que le dicen que coja una fregona o que no entienden qué dice "pero está muy buena". ¿Afectan? "Intento que no. Me gusta vender mi cuerpo y mi sexualidad, y soy consciente de que lo hago por mi carácter y porque va con mi personaje, pero a veces lo haces porque te parece una cosa bonita y después en el circuito real no se lee como querías. Intento que me dé bastante igual porque quiero mantener puro lo que hago. Además, no tengo la sensación de que yo vaya a cambiar el mundo".

'Multi' a la caza de joven viral

Lo que sí confirma ​Bad Gyal es un cambio de mentalidad de la industria. Esta plana de artistas de trap, reggaeton o 'dancehall' que se mueve por internet y conecta con los jóvenes con letras cotidianas y haciéndoles bailar sensualmente ha dejado de ser un fenómeno viral para convertise en objeto de deseo. "A mí me han solicitado muchas discográficas comerciales de toda la vida. Creo que la industria no le está dando la espalda para nada. Nos están persiguiendo a ver a quién pillan porque ven negocio, pero no pillan a ninguno. Es más el nuevo artista el que le da la espalda a la discográfica". Ella ha rechazado a más de una multinacional, no quiere oír ni hablar de grabar un disco físico y ha empezado a trabajar con una editorial porque defiende ese relación cercana y seguir tomando decisiones.

La elección, por el momento, no le ha podido salir mejor porque se dedica en exclusiva a la música, vive de ella y a su gira europea le siguen citas tan potentes como el Sónar. Algo con lo que no podía ni soñar cuando trabajaba en la panadería o, después, como teleoperadora en Barcelona. "Estoy intentando crearme una carrera sólida", garantiza. Fuera de España, añade, hay una escena "más rica, concreta y contextualizada". "Es muy enriquecedor y muy buena señal que te contrate gente que hace este tipo de cosas porque significa que te entienden fuera independientemente del 'hype' que hay aquí en España".

Acaba de actuar en Praga, Copenhague, Zurich o Roma, esta semana lo ha hecho en la sala But de Madrid y le esperan Londres y, en julio, el Sónar. Antes, estrenará nuevos temas grabados con el productor de Los Ángeles Dubbel Dutch. Imposible imaginar algo así cuando hace un año estudiaba y trabajaba en una panadería de su Vilassar de Mar natal o en abril del año pasado cuando revolucionó Youtube con 'Pai', su versión del Work' de Rihanna. Ya anunciaba en esta canción que "por el barrio ya saben qué 'pussy' es el que manda". No andaba desencaminada porque en solo un año Bad Gyal se ha erigido como la reina del 'new dancehall' patrio. Y no solo eso, ha conseguido independizarse y vivir de la música.

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