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Ron, hormonas y Juan Magán: crónica de una rave 'millennial' en alta mar
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fiesta en un crucero de lujo

Ron, hormonas y Juan Magán: crónica de una rave 'millennial' en alta mar

Desalia celebra su décimo aniversario con un festival flotante de electrónica en el Mediterráneo con más de 1.000 personas a bordo

Foto: Desalia celebra su 10º aniversario con un crucero por el Mediterráneo.
Desalia celebra su 10º aniversario con un crucero por el Mediterráneo.

“¿Se está moviendo mucho el barco o soy yo?” Ahí tienen la frase más repetida de la recta final de Desalia, uno de los mayores festivales de música electrónica, organizado por Ron Barceló, que celebró en la noche del martes su décimo aniversario con una fiesta en alta mar repleta de 'millennials' e 'influencers'.

En el principio fue Punta Cana y las aguas caribeñas, pero en este cumpleaños redondo el festival ha querido imprimir la esencia mediterránea con un fiestón flotante en un crucero de lujo que zarpó el domingo desde Málaga y ha vivido su noche grande entre aguas ibicencas y mallorquinas con más 1.000 personas vestidas de blanco, incluso parapetadas con sábanas y albornoces para capear el frío de la navegación. ¿La música? Dorian y Juan Magán para abrir fuego en la cubierta y Brian Cross, Dj Kiido o José de Mara en el interior. ¿La fiesta? Sin parar y hasta el viernes.

Foto: Juan Magán. (EFE)

Juan Magán, o más conocido como el rey del electroooolatino (usamos su misma pronunciación), es el amo de la pista. No hay joven que no conozca su 'Si no te quisiera', 'Por fin te encontré' o 'No sigue modas'. Cantar no canta bien. Le falta resuello, pero no importa porque es quien pone la fiesta de verdad a este festival cargado de chavales jóvenes que han conseguido su pase y la opción de venir con sus amigos a través de varios concursos en las redes sociales y que cuentan entre sus ídolos a influencers como Dulceida (que llegaba un día después directa de Coachella) y otros tantos del mismo pelaje encumbrados gracias a Instagram. Por cierto, olvídense de Facebook o Twitter. El pescado 'millennial' se vende en Instagram Direct. Y esto es una fiesta de lujo de fin de curso donde el objetivo es bailar, beber y frotar y donde las notas de audio son los nuevos autógrafos. ¿Selfies? Por favor, no sea antiguo. Eso es de principio de siglo.

“La poesía de este tío me llega”, le dice una joven a otra mientras Magán dedica una canción a ese amplio colectivo formado por los “que sufren mal de amores”. Mientras pincha y desgrana sus (breves) estrofas, la cubierta del barco explota. Un concurso de bachata con un par de dominicanos que nos hacen maldecir el gen o el hueso de la cadera que la ¿evolución? nos robó; dos chicas a voz en grito cantando 'Por fin te encontré'; otra pareja (o posible pareja) perreando más allá; menciones a sus amigos Enrique Iglesias, Cali y el Dandee, Paulina Rubio, Don Omar y una larga lista de colaboradores que atronan en las aguas baleares mientras Magán deja claro que es todo un fenómeno fuera de España pero también dentro (a pesar de su gusto por apropiarse del "illa illa illa maravilla" que nos chirría a los más mayores) entre esas generaciones a las que desde una absurda superioridad nos negamos a observar. Da lo que promete: fiesta. Y si estamos en un festival en un barco de lujo con miles de invitados, quién busca otra cosa.

Magán tiene su zona vip dentro de la zona vip. Magán lleva a sus tres amigos de seguridad. Magán para cada dos segundos para hacerse fotos y recibir besos. Magán es un ídolo y aquí la industria musical no solo no le reconoce sino que le desprecia y, lo peor, lo hace también con sus seguidores que se cuentan en masa. ¿No lo cree? Escuche una de sus actuaciones y verá como el círculo de personas más cercanas, incluso usted mismo, repite en muchas (muchísimas) ocasiones eso de 'ah, esto es de Juan Magán'. Fue el artista más escuchado el pasado año en nuestro país y, según datos de Universal Music, tan solo durante en este año 15,8 millones de personas han escuchado sus canciones en Spotify.

“Primero es la música anglosajona, luego el indie cantado en español y luego ya todo lo demás, donde estoy yo. Sobrevive esa categoría a la que llaman 'pachanga', que para mí remite al juego, algo gracioso, que no tiene valor cultural. Por eso no creo que la música latina sea pachanga. Es de una ignorancia grande. Y el que sabe de lo que habla y usa 'pachanga' está faltando al respeto a los latinos”, aseguraba el artista de Badalona hace un par de semanas en El Confidencial.

Antes de Magán, abrió la noche Dorian. No lo tenía nada fácil el grupo indie barcelonés que lleva un par de años con una extensa gira celebrando su década de vida, que conmemoró con el disco 'Diez años y un día'. Desalia ha querido abrir su espíritu electrónico a todos los estilos y si Magán representa su fusión con el reggaeton y los ritmos latinos, ellos lo hacen con lo indie. No fue la mejor combinación de banda y público, pero sus 'Verte amanecer', 'Los amigos que perdí', 'Cualquier otra parte' o 'El temblor' caldearon a unos chavales cercanos y correctos pero que, en el fondo, buscaban otro tipo de mandanga.

'Carmen hoy voy a emborracharme' cantan unos en la cubierta nueve mientras en las dos discotecas del barco se afanan porque el ritmo no pare hasta el amanecer los DJs. Otros comen perritos en el grill. Más allá unos chavales se pegan a la Money Box del casino intentado ver si esto es “como en las películas” y otro más suelta un “yo te pago todo el crucero” en un último intento por enderezar su noche ante una joven que se queja de que “las lentejas son una puta mierda”. Dentro Brian Cross pincha la auténtica sesión de electrónica de la noche rodeado de robots humanos, medusas, gogós vestidas como bolas de espejo o con trajes de leds. Puro show y pura fiesta. A eso ha venido el personal... y a subirlo a las redes sociales.

“¿Se está moviendo mucho el barco o soy yo?” Ahí tienen la frase más repetida de la recta final de Desalia, uno de los mayores festivales de música electrónica, organizado por Ron Barceló, que celebró en la noche del martes su décimo aniversario con una fiesta en alta mar repleta de 'millennials' e 'influencers'.

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