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¿Incómodo homenaje? La Generalitat celebra al pionero del pelotazo Puig i Cadafalch
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150 aniversario

¿Incómodo homenaje? La Generalitat celebra al pionero del pelotazo Puig i Cadafalch

Las celebraciones del 150 aniversario del nacimiento de uno de los impulsores del modernismo catalán ocultan una carrera forjada al calor del poder político

Foto: Puigdemont inaugura la rehabilitación de la Cade Les Punxes, de Puig i Cadafalch.(EFE)
Puigdemont inaugura la rehabilitación de la Cade Les Punxes, de Puig i Cadafalch.(EFE)

Cada pueblo reescribe su historia en función de los intereses del contexto. Hoy en día Cataluña vive uno de esos momentos. Algunos nombres del pasado son usados con fines ideológicos mientras otros se borran pese a ser indispensables para comprender la formación de sus coordenadas político-culturales.

El Procés ha borrado varias referencias clave del catalanismo. La primera es la de Francesc Cambó, quien además de ser el político imprescindible si se quiere entender el primer tercio del siglo XX catalán practicó una importante labor de mecenazgo cultural durante la dictadura de Primo de Rivera. En 1919 impulsó una campaña a favor del Estatuto de Autonomía que, con los matices propios de su época, tiene cierto parecido con determinadas iniciativas de la actualidad. Dejó de interesarle tras la Huelga de la Canadiense porque la cartera le importaba más que la bandera.

En 1936 financió el golpe de Estado nacional y montó una oficina de espionaje franquista en París. Hace poco, Borja de Riquer destapó su parte corrupta en el ensayo, publicado por Edhasa, 'Cambó en Argentina. Negocios y corrupción política', un documento demoledor e incómodo que muestra el rostro más oscuro del personaje que aún hoy en día, mediante un busto bastante discutible a nivel artístico, contempla con prepotencia la Vía Laietana, donde tenía su domicilio y la sede de sus empresas.

Foto: Artur Mas en una protesta reciente (EFE)

El otro nombre imprescindible es Josep Puig i Cadafalch (Mataró 1867-Barcelona 1956) del que la Generalitat conmemora a lo largo del presente año el siglo y medio de su nacimiento y el centenario del inicio de su presidencia de la Mancomunitat, unión de las cuatro diputaciones catalanas que desde 1914 supuso la primera forma moderna de autogobierno de Cataluña. Los motivos de esta damnatio memoriae se relacionan con su apoyo al surgimiento de la Dictadura de Primo de Rivera, vergüenza histórica que siempre se tapa con la cantinela del engaño del general, quien según esta versión no cumplió sus promesas.

Si preguntan a un turista por un arquitecto es probable que conozca Gaudí y luego les mencione a Messi, santo y seña respectivamente del parque temático barcelonés. Si interrogan a un catalán quizá el conocimiento se extienda hasta Lluís Domènech i Montaner y Puig i Cadafalch., la santa trinidad del Modernismo.

Mientras Gaudí fue un genio excéntrico que dependía del capricho de sus adinerados comitentes Domènech i Puig, maestro y alumno, desarrollaron sus brillantes carreras arquitectónicas bajo un notable ascendente político, no en vano ambos estuvieron en la casilla de salida de la Lliga Regionalista, el partido político que revolucionó el panorama catalán y español desde su fundación en 1901. Domènech, que a partir de 1904 se integró en el catalanismo de izquierdas, proyectó el Hospital de Sant Pau y el Palau de la Música.

Puig, quien a finales de siglo edificó la Casa Amatller y la Casa Martí, donde prosperó la bohemia en Els Quatre Gats, aprovechó su cargo de regidor del Ayuntamiento de Barcelona entre 1901 y 1905 para copar la por aquel entonces vacía Diagonal con palacios donde dio rienda suelta a su particular visión ecléctica de la arquitectura, imbuida de nacionalismo y con una idea medievalista que combinaba sabiduría académica y la vocación de comparar ese tiempo de pujanza con el pasado esplendoroso de la Corona de Aragón y la gloria comercial barcelonesa, la misma que llena con los nombres de las conquistas pretéritas el nomenclátor del Eixample.

Arquitectura y política

En la Diagonal Puig, con un precedente bellísimo en el Palau Macaya, ideó casas señoriales para clientes afines a su credo ideológico entre las que cabe mencionar la desaparecida Casa Trinxet, la Casa Serra, el Palau del Baró de Cuadras y la espléndida Casa de les Punxes, donde vivió Eugeni d’Ors, padre conceptual del Novecentismo, siguiente paso hacia la consagración de una idea nacional argumentada en una expansión política y una sólida armazón cultural.

No es aventurado decretar la muerte del Modernismo tras la Semana Trágica de 1909, episodio de un impacto demoledor al mostrar una realidad social dividida entre burgueses y obreros, capitaneados por la aspiración anarquista. A Puig, por una cuestión de ignorancia colectiva, se le suele asociar con el Modernismo, pero fue durante el Novecentismo de retorno al Mediterráneo, pureza en el lenguaje y fachadas simples cuando pudo desarrollar toda su genialidad, que la tenía, bajo los auspicios de su papel preponderante en la Lliga Regionalista, abuela en cierto sentido de la extinta CiU.

Durante el primer decenio de la pasada centuria impulsa, como mano sabia de Prat de la Riba, primer presidente de la Mancomunitat, el Institut d’Estudis Catalans, las excavaciones de Empúries, básicas para reivindicar el legado clásico que bebe esa época y proseguir con su carrera arquitectónica con la fábrica Casaramona, hoy en día sede barcelonesa de CaixaForum, y su propia vivienda a escasos metros de la Rambla de Cataluña, la avenida más señorial de la capital catalana.

A Puig se le adjudicó la mayor parte del pastel de la reforma, algo normal pues con anterioridad también le concedieron un tramo de la Via Laietana

Ese edificio es de 1917, año convulso para la historia española en que asumió la presidencia de la Mancomunitat tras la muerte de Enric Prat de la Riba. Poco antes los dos prohombres habían avivado junto a Francesc Cambó una exposición de industrias eléctricas que serviría para llenar Montjuic y realizar grandes obras urbanas a imitación de la Exposición Universal de 1888. A través de esta idea inauguraban la senda de proseguir con grandes eventos para completar la cuadrícula barcelonesa, donde la presencia de Puig es omnipresente. Para la muestra, que al final se convirtió en la Exposición Internacional de 1929 con unos modelos arquitectónicos españolistas como consecuencia de la dictadura, se adjudicó a Puig la mayor parte del pastel de la reforma, algo normal pues con anterioridad también le concedieron un tramo de la Via Laietana, avenida que desde 1908 conectó el Eixample con el mar y le dotó de una zona de oficinas, bancos y negocios.

Como pueden comprobar la relación íntima de la arquitectura de Puig i Cadalfalch con su posición política es notoria y palpable hasta el punto que siguió cultivándola durante su presidencia. Sin ir más lejos en 1921 no tuvo problemas en concebir en plaza de Cataluña, que también debía remodelar, el domicilio de Joan Pich i Pon, presidente de la cámara de la propiedad urbana, futuro gobernador general de Cataluña durante la Segunda República, notorio malversador y famosísimo por sus gazapos verbales, desde la luz genital hasta el tirano de Bergerac. Ya ven, las cosas no han cambiado mucho desde aquella época, aunque entonces, para pelotazos y corruptelas, el 3% se habría quedado corto: se copaba todo y desde las más altas instancias.

Las cosas no han cambiado mucho, aunque entonces, para pelotazos y corruptelas, el 3% se habría quedado corto: se copaba todo

En 1923, mientras el pistolerismo diezmaba Barcelona y la inestabilidad social perjudicaba los intereses de los mandamases, se concedió un capricho de vanidad al edificar en paseo de Gracia la casa del empresario Casaramona justo enfrente de su primer éxito: la casa Amatller.

Tras su marcha a Francia en diciembre de 1923, dos meses después del estallido de la Dictadura que en parte propició con su aquiescencia, para estudiar el Románico su influencia se desvanece como un azucarillo. Los años grises de Primo de Rivera penalizarán durante la Segunda República a la Lliga, sustituida en la primacía por Esquerra Republicana de Catalunya. Llegará la guerra, el nuevo orden lo marginará y la muerte le sorprenderá dos días antes de la navidad de 1956. En este 2017, su año de homenaje, se le celebrará con actos, conferencias y una exposición en el Museu d’Història de Catalunya, centro expositivo que por desgracia no suele presentar muestras de calidad. Esperemos que la dedicada al polifacético político y arquitecto lo muestre desde todas las luces, con y sin taquígrafo, entre otras cosas porque cualquier país que desee elaborar un presente digno debe exponer virtudes y defectos sin rubor, y lo que sirve para unos también es válido para otros.

Cada pueblo reescribe su historia en función de los intereses del contexto. Hoy en día Cataluña vive uno de esos momentos. Algunos nombres del pasado son usados con fines ideológicos mientras otros se borran pese a ser indispensables para comprender la formación de sus coordenadas político-culturales.

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