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'Locas de alegría': una historia de amistad dentro del psiquiátrico
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ESTRENO el viernes 17 de marzo

'Locas de alegría': una historia de amistad dentro del psiquiátrico

El cineasta italiano Paolo Virzi estrena en España 'Locas de alegría', una 'dramedia' sobre la amistad femenina que le valió la Espiga de Oro en la última Seminci

Foto: Un fotograma de 'Locas de alegría'
Un fotograma de 'Locas de alegría'

Es una cuestión del útero. Sobre todo de los de la mujeres que no lo usan, y por eso tanta virgen y tanta monja. Porque el útero, si no se usa, si no se preña, se vuelve loco y empieza a vagar por el cuerpo y a tapar conductos respiratorios y de ahí vienen las angustias y los desórdenes y la locura. Más o menos así explicó Platón los orígenes de la histeria que, como 'enfermedad uterina', sólo podía tener como sujeto paciente a una mujer. Histeria y mujer, qué pareja de baile tan fiel a los textos médicos y tan antigua y demodé.

Porque más de dos milenios después, en 1931, Freud describía todavía la histeria como una enfermedad "característicamente femenina". "Freud hizo cosas muy buenas, pero encontró su límite en el entendimiento del universo femenino", rebate Paolo Virzi, que este viernes estrena en España 'Locas de alegría', la última ganadora de la Espiga de Oro y del Premio del Jurado en la pasada edición de Seminci. Y premio ex aequo a mejor actriz para sus dos locas protagonistas, Valeria Bruni-Tedeschi y Micaela Ramazzotti.

"Yo voy por otro camino que no es el de Freud", incide Virzi, que ha construido una 'dramedia' que tiene tanto de 'Inocencia interrumpida' (1999) como de 'Thelma & Louise' (1991) como de radiografía de la esquizofrenia social y política que viene sufriendo Italia en los últimos años. Y con un hospital psiquiátrico como escenario del encuentro entre dos mujeres: Beatrice Morandini (Bruni-Tedeschi), una histriónica y mitómana de buena familia y mejor bolsillo, y Donatella Morelli (Ramazzotti), una joven con tendencias suicidas y una estrecha relación no deseada con los servicios sociales.

Para los cineastas, hacer cine y contar historias hay una parte más ligada al subconsciente

La clase alta y la clase baja unidas más allá del color de las pastillas antidepresivas y los toques de queda. Las dos Italias, la excesiva y fanfarrona y la humilde y doliente unidas por los grilletes de la enfermedad. ¿Una metáfora social? ¿Un canto a la reconciliación interclasista? "Yo dejo las metáforas para los críticos. Para los cineastas, hacer cine y contar historias hay una parte más ligada al subconsciente", se desmarca el director toscano. Lo que está claro es que en 'Locas de alegría' "hay un intento de sumisión de una mitómana que intenta hacer de la persona más débil su víctima. Es una historia de guerra y de conquista".

Una relato sobre dos mujeres incomprendidas y abandonadas. "Aunque al principio la relación comienza como algo traumático, al final puede acabar en amistad. Porque una se acaba dando cuenta de que hay alguien que la escucha y la otra se da cuenta de que es importante para alguien: es la conexión entre dos mujeres que han vivido sin amor", resume Virzi, que en su anterior película, 'El capital humano', ya diseccionó la sociedad italiana y repartió equitativamente pullas entre todas las clases sociales.

El interés del director por la psique le viene de lejos y de familia. "Mi madre, que era hipocondríaca, quería que fuese médico para que le recetara medicamentos", cuenta. "Cuando se enteró de que yo iba por otro camino, que iba para guionista y para cineasta, no le gustó demasiado, pero entonces me encontré un libro de James Hillman que se llama 'Healing Fiction' (algo así como la ficción curativa) que me iluminó sobre la fuerza terapéutica que tiene la narración".

Mi madre, que era hipocondríaca, quería que fuese médico para que le recetara medicamentos

El director italiano consigue una mirada divertida, ácida y relativamente optimista de una situación inequívocamente trágica. "La vida, en general, es una cosa incompresible, caótica e insensata", prosigue. "La vida tiene sus elementos trágicos y sus elementos cómicos por naturaleza y se manifiesta de forma terrible e hilarante. Pero contar la vida, intentar darle un orden, sí es lo terapéutico, cuando se intenta darle un sentido".

Para llevar a la pantalla su último film, Virzi se ha rodeado de mujeres, también detrás de la cámara. "El guion lo trabajé junto a una gran amiga, la guionista Francesca Archibugi", explica. "'Locas de alegría' es una película que está llena de hormonas femeninas. Como espectador tengo mucho interés en personajes femeninos, algo que se refleja mucho en mis películas. Pero no me gustan las mujeres que son ejemplo de virtud, sino las mujeres que se equivocan, que cometen errores, como Madame Bovary o Anna Karenina. Las mujeres siempre me han interesado y por eso han tenido papeles relevantes en mis películas. Son más conmovedoras, más divertidas. Y como me aburre hablar de mí, prefiero observar lo que es diferente a mí".

No me gustan las mujeres que son ejemplo de virtud, sino las mujeres que se equivocan

Y entre las mujeres que lo acompañan frente a la cámara, también está ella, su mujer, Micaela. Ramazzotti y Virzi coincidieron por primera vez en 'Tutta la vita davanti' (2008). Un año después se casaron y formaron una familia. Y el próximo 27 de marzo ambos competirán en sus respectivas categorías en los Premios David di Donatello, los Goya italianos. "Este año en los David di Donatello hay varias películas protagonizadas por mujeres, ahora que lo pienso", reflexiona Ramazzotti. "Es más, este año yo he trabajado en dos películas donde las protagonistas son femeninas. Es verdad que en el cine italiano hay muchas películas que tienen como protagonistas mujeres". "Puede, pero yo creo que la sociedad italiana sigue siendo muy machista. Como la española, ¿no?", pregunta el director.

En 1994 Virzi ganó su primer David di Donatello con 'La bella vita', su ópera prima. Veinte años despúes y con más de 15 largometrajes a sus espaldas, ¿qué queda del vigor del cineasta principiante? ¿Qué le diferencia del joven director inexperto de entonces? "¡Qué interesante! ¿Me estás psicoanalizando?". Virzi ríe mucho, con esa carcajada ronca típica del fumador. "Ahora mismo, ese chico de 29 años que empezó a ser director con pasado de guionista, miraría a este director de 53 años y no sé si estaría feliz". "Me estás haciendo trabajar en algo muy personal y no sé si estoy listo", se disculpa, pero enseguida entra al juego."Seguramente hay elementos en común, pero también es verdad que somos dos personas diferentes. Ya que estamos con el tema psicoanalítico, te voy a contar un sueño que he tenido: soñé que me encontraba conmigo mismo, pero con 16 años, cuando era adolescente, anarquista, tenía el pelo largo, y estaba metido en la lucha por la liberación de los presos. Cuando mi yo de 16 años me vio...", Virzi hace una pausa dramática, "me escupió". "Que venga ahora un psicoanalista y me diga qué significa eso".

Es una cuestión del útero. Sobre todo de los de la mujeres que no lo usan, y por eso tanta virgen y tanta monja. Porque el útero, si no se usa, si no se preña, se vuelve loco y empieza a vagar por el cuerpo y a tapar conductos respiratorios y de ahí vienen las angustias y los desórdenes y la locura. Más o menos así explicó Platón los orígenes de la histeria que, como 'enfermedad uterina', sólo podía tener como sujeto paciente a una mujer. Histeria y mujer, qué pareja de baile tan fiel a los textos médicos y tan antigua y demodé.

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