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¿Renovación generacional en Hollywood? ¡Patrañas!
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¿Renovación generacional en Hollywood? ¡Patrañas!

A sus 32 años Chazelle es una 'rara avis': la industria cinematográfica más potente del mundo sigue apostando por los viejos totems

Foto: Damien Chazelle, el director más joven ganador de un Oscar
Damien Chazelle, el director más joven ganador de un Oscar

Contaba el guionista Daniel Fuchs en su maravilloso libro 'Historias de Hollywood' que hubo una época, en las primeras décadas del siglo XX, en la que cualquier joven con las suficientes ganas y un mínimo de talento podía ganarse la vida en Hollywood, trabajando -bueno, tampoco exageremos, con firmar un contrato servía- para las grandes 'majors', donde muchos pasaban más tiempo jugando a las cartas, rascándose la entrepierna o empinando el codo que dándole a la pluma, la cámara o la moviola.

Fuchs había llegado al soleado Los Ángeles a finales de los años 30: su primera película como guionista, 'The Day the Bookies Wept', se estrenó en 1939, dos años antes de que un Orson Welles de apenas 25 años firmara 'Ciudadano Kane', película por la que ganaría un Oscar a mejor guion junto a Herman J. Mankiewicz -sí, el hermano mayor del otro Mankiewicz, el que casi lleva a la quiebra a la 20th Century Fox con 'Cleopatra' cuando allí todo era jauja y lujuria-. El resto de directores que compitieron entonces contra Welles por el Oscar tenían, todos ellos, menos de 50 años pero ya contaban con largas y prolíficas carreras que habían empezado en la meca del cine entre 10 y 20 años antes. Carraspeo y mirada de reojo a un John Ford vestido del Ku Klux Klan en 'El nacimiento de una nación', por ejemplo.


Hoy Hollywood huele a alcanfor y, salvo en el caso de los actores y actrices de moda, en los que sí prima lozanía y que se mantengan las carnes prietas, la Academia de Cine es territorio curtido y encurtido. Una mayoría aplastante de señores blancos y viejos -seguro que más de uno con pelos en las orejas- donde los directores asentados normalmente sobrepasan el medio siglo de vida. Aunque que no se depriman: al ritmo que va la cosa, en breve los 50 serán los nuevos 20. Sin embargo, este año el Oscar a mejor dirección ha ido a parar a manos de Damien Chazelle, el director más joven de la historia en recibir dicha estatuilla. ¿Un caso aislado o una renovación para sustituir a la vieja guardia de Hollywood?

Con la cara de pipiolo de Chazelle en todas las portadas, muchos críticos y periodistas no han tardado en coger la campanilla y gritar a los cuatro vientos "¡Extra, extra! ¡Corren nuevos aires en Hollywood! ¡Los jóvenes toman los Oscar!". Vale que Chazelle y Barry Jenkins -nominado por 'Moonlight', la ganadora del Oscar a mejor película- están por debajo de los 50 -no se olviden, los futuros nuevos 20-. Vale que Nate Parker -37 años- era la nueva esperanza de la dirección con 'El nacimiento de una nación' y que una acusación de violación cortó en seco las opciones de que apuntaba a película del año. O que Jeff Nichols -36 años-, sea una de las bazas más fiables del cine actual, a pesar de que 'Loving' sólo consiguió una nominación.

Críticos y periodistas no han tardado en coger la campanilla y gritar a los cuatro vientos "¡Extra, extra! ¡Corren nuevos aires en Hollywood!"

Vale que los totems más enraizados en la industria no han conseguido tener una presencia relevante en esta edición de los premios de la Academia. El 'Silencio' de Scorsese -para algunos un tostón soporífero, para otros obra maestra- sólo optaba a mejor fotografía y 'Mi amigo el gigante' de Spielberg ni estaba ni se la esperaba, obviamente. Tampoco aparecían entre los nominados habituales como Clint Eastwood, quien en 2016 ha estrenado 'Sully', ni el Woody Allen de 'Cafe Society', el Oliver Stone de 'Snowden' o el Ang Lee de 'Billy Lynn'. Pero tanto Denis Villeneuve -50 años justos- como Kenneth Lonnergan -55 años y con una carrera intermitente- y Mel Gibson -con 61 años- no son ni mucho menos savia joven, que digamos.

"Algunos de mis amigos decían que los setenta fueron la última Edad de Oro. Y yo les decía: '¿Cómo podéis afirmar eso?'. Me contestaban: 'Bueno, teníamos a todos esos grandes directores haciendo una película tras otra: Altman, Coppola, Spielberg, Lucas...'", dijo una vez el propio Scorsese, uno de los adalides del 'nuevo Hollywood' setentero de desfase, irreverencia y drogas, muchas drogas. Sólo hay que ver 'The Big Shave', un cortometraje venerado por cualquier estudiante de cine mínimamente 'punk'.

'The Big Shave' (Martin Scorsese, 1967)

Scorsese, que había llegado de Nueva York a Burbank casi una mano delante y otra detrás para perseguir un trabajo como montador en Warner, estrenaría como director en 1973, con tan sólo 30 años, 'Malas calles', convertida hoy en un clásico del séptimo arte. Ese mismo año, Coppola -de 33 años- ganaba su segundo Oscar como guionista y se quedaba a la puertas de conseguir el primero como director por 'El padrino'. Dos años después le llegaba el turno a Spielberg con 'Tiburón', que ganó tres premios de la Academia. Tenía 29 años. Y también con 29 años, George Lucas conseguía 5 nominaciones para 'American Graffiti' en los Oscar de 1974. Hoy, los que hablan de recambio generacional en Hollywood se refieren a directores 20 años más mayores de los que revolucionaron el cine de los setenta.

Cuenta Peter Biskind en su ensayo imprescindible 'Moteros tranquilos, toros salvajes: la generación que cambió Hollywood' (2004), que "en 1967, dos películas, 'Bonnie y Clyde' y 'El graduado', hicieron temblar la industria". Precisamente, para celebrar los 50 años de la primera subieron al escenario Warren Beatty y Faye Dunaway en esa lectura de sobres que acabó en tragicomedia jardielista en unos Oscar de Schrödinger que a la vez fueron y no fueron los de 'La La Land'. A partir de entonces, Hollywood fue "liberando a una nueva generación de cineastas paralizados por el hielo del conformismo de los años cincuenta", prosigue Biskind.

Subieron al escenario Warren Beatty y Faye Dunaway en esa lectura de sobres que acabó en tragicomedia jardielista en unos Oscar de Schrödinger

Todo lo contrario que en la década actual cuando, tras la crisis, el cine 'mainstream' -a imagen y semejanza de la sociedad y viceversa- tiende de nuevo al conformismo, a aferrarse a lo conocido, a la seguridad económica, a la tranquilidad de una cara y un nombre familiar y de géneros e historias reconocibles que evoquen tiempos pasados de forma explícita o implícita. Cuando hay poco dinero se apuesta sobre seguro. Y ahora, con el cambio de modelo audiovisual -plataformas 'online', piratería, YouTube-, Hollywood ya no tiene parné infinito. Y su público, salvo contadas excepciones, no es tan amplio como hace cincuenta años: las generaciones más jóvenes, en general, prefieren otras formas de ocio.

Ese 'nuevo Hollywood' de los 70 "fue una larga fiesta: todo lo viejo era malo, todo lo nuevo era bueno", describe Biskind en su libro. "Nada era sagrado, todo estaba disponible. Fue, de hecho, una revolución cultural al estilo americano. En los setenta se levantó por primera vez una especie de restricción a la edad; a la gente joven se la dejó pasar, con toda su ingenuidad y su sabiduría y con todos los privilegios de la juventud. Fue una avalancha de grandes y nuevas ideas, y por eso fue una década crucial". Un movimiento "liderado por una nueva generación de directores que no evitaron ponerse el manto del artista, ni desarrollar un estilo personal que distinguiera su obra de la de otros directores".

"Fue la última vez que Hollywood produjo obras de riesgo y de alta calidad -un auténtico corpus, algo opuesto a la obra de arte aislada o irregular-, películas más centradas en los personajes que en el argumento, que desafiaban las tradicionales convenciones narrativas y la tiranía de la corrección técnica, que rompían los tabúes del lenguaje y del comportamiento, que se atrevieron a tener un final no feliz", sentencia Biskind en su ensayo.

"Fue la última vez que Hollywood produjo obras de riesgo y de alta calidad -un auténtico corpus, algo opuesto a la obra de arte aislada o irregular"

¿Dónde están los De Palma, los Schrader, los Milius del nuevo milenio? No hay. Los jóvenes dentro de la industria están en un 'taller de chinos' haciendo 'blockbusters' comiqueros y sagas de terror infinitas. James Wan -al que hay que reconocer un ligero sello personal- con la saga 'Expediente Warren', Dave Green con 'Ninja Turtles: Fuera de sombras', Duncan Jones -los tiempos de 'Moon' ya quedan muy lejos- con 'Warcraft', Adam Wingard con 'Blair Witch'... En 2015 tuvo que llegar un setentón George Miller y recuperar a Max Rockatansky para demostrar lo que es ser un 'punk', un viejo rockero.

Chazelle es eso, un caso extraordinario, no la muestra de un patrón. ¿Renovación en Hollywood? ¡Patrañas! Será un deseo, pero no una realidad. Aunque incluso los incrédulos, todavía guardamos una chispa de fe. A ver qué pasa con 'The Death and Life of John F. Donovan', si consigue abrir las puertas de la meca del cine. En Xavier Dolan we trust.

Contaba el guionista Daniel Fuchs en su maravilloso libro 'Historias de Hollywood' que hubo una época, en las primeras décadas del siglo XX, en la que cualquier joven con las suficientes ganas y un mínimo de talento podía ganarse la vida en Hollywood, trabajando -bueno, tampoco exageremos, con firmar un contrato servía- para las grandes 'majors', donde muchos pasaban más tiempo jugando a las cartas, rascándose la entrepierna o empinando el codo que dándole a la pluma, la cámara o la moviola.

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