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ARCO: cómo atrapar a un coleccionista de arte con champagne y mucho recato
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arranca la 36ª edición con optimismo

ARCO: cómo atrapar a un coleccionista de arte con champagne y mucho recato

Jornada para coleccionistas en la feria de arte contemporáneo de Madrid que abre sus puertas más madura y sobria y tirando de clásicos para atrapar al comprador

"Vamos a ver el premio que dan champagne del rico". Conversación entre dos señoras de poderosos cardados en la primera jornada de ARCO. La feria de arte contemporáneo de Madrid ha abierto este miércoles sus puertas a los coleccionistas dispuesta a cazar al comprador apostando por los valores seguros, es decir aparcando el ruido y la provocación por el recato. Es el cuadro más ilustrativo de lo que se cuece en los pasillos de los pabellones 7 y 9 de Ifema en este arranque: restos de dulces de desayuno, copas de vino olvidadas junto a obras de miles de euros, amantes del arte predispuestos a sacar la cartera y unas buenas dosis de 'postureo' artístico.

El optimismo reina este año en ARCO. Aunque no se conocen las cifras de ventas del año pasado, se espera que vaya mejor. Por eso, la mayoría de la 206 galerías que participan en esta 36 edición han apostado por obras 'seguras' y artistas de renombre y han aparcado la polémica y, casi por completo, la política. Porque no hay que olvidar que aquí se viene a comprar y en esta feria se cierra el 60% de las ventas del mercado de arte español. Tras los años de crisis, poca broma. "Sí, es más recatada y se ha apostado por lo seguro: artistas de renombre junto a jóvenes que también son un valor reconocido", aseguran a este periódico en la galería Malborough. "Somos bastante optimistas. Se nota buen ambiente porque la gente compra y se atreve más. Ya tenemos obras apalabradas", confirman. En concreto, los cuadros de Genovés, que cuestan 200.000 euros.

Foto: Imagen de la pasada edición de Arco (Efe)

ARCO, de este modo, madura hacia la sobriedad y el conservadurismo. Son las galerías extranjeras, en especial las alemanas, norteamericanas y latinas, las que ponen la chispa a la feria. También los pesos pesados de este año: Hauser & Wirth y Lisson, que, una frente a la otra, reúnen piezas tan hipnóticas como 'Mirror (pink to organic green and black)', de Anis Kapoor. Para llevarse este círculo de tonos verdes y rosados, eso sí, hay que desembolsar 525.000 euros. Al lado, descansan unos jarrones de barro rematados en amarillo y azul de Ai WeiWei y, a escasos pasos, un cuadro de Louis Bourgeois del que omiten dar el precio, el cilindro de vidrio de Roni Horn, que cuesta 975.000 dólares, y 'Spaghetti Man', unos bocetos muy Disney de Paul McCarthy, que se venden por 250.000 dólares.

Este año predomina por encima de todo la pintura. 'El triunfo de Nautilus', de Salvador Dalí, es la obra que hay que ver. Es una de las más caras de la feria: 1,4 millones de euros. Procede de un coleccionista privado suizo y el galerista que la trae, Leandro Navarro, quiere que esa playa símbolo de la prosperidad americana frente a la guerra europea que pintó el catalán en 1941 se quede en España. Cuenta que se ha interesado en la pieza la Fundación Gala-Dalí, aunque también hay muchas probabilidades de que se haga con ella algún coleccionista latinoamericano. Son los más ansiados por los galeristas en general y los más proclives a comprar de los esperados 250 extranjeros que han venido este año a ARCO. Aunque la obra más cara con la que nos hemos topado es una escultura de Alexander Calder: 'The red base', de 1969, que cuesta 2,5 millones de euros y la trae la galería Mayoral en su primer año en la feria. Llega acompañada de obra pictórica menos conocida del escultor y, en especial, una tela que venden por 390.000 euros.

La obra más cara con la que nos hemos topado es una escultura de Calder que cuesta 2,5 millones de euros

En Elvira González evitan dar precios, pero la escultura de Olafur Eliasson, 'Global cooling lamp', se ha convertido en el polo de atracción de todas las miradas. Tampoco pasan desapercibidos los tres hombres riendo de Juan Muñoz que penden sentados de una blanca pared ni los cuadros de Miquel Barceló ni las fotografías de Chema Madoz. Dentro de esa apuesta por los grandes nombres del arte, la galería Lelong atesora tesoros como diez obras de David Hockney que cuestan entre 20.000 y 28.000 euros. Una de ellas, 'The Yosemite suite nº21' ya se había vendido esta mañana. En el mismo estand, destacan obras de Chillida, Juan Uslé, Tàpies y, sobre todo, una gran escultura-ojo de Miró (470.000 euros) y otra, 'Paula', de Jaume Plensa (310.000 euros). Este gran busto de bronce negro se mira a los ojos con otro blanco del artista barcelonés que ha traido Senda ('White Forest (Lou)', por 280.000 euros).

Miró, Tàpies, Saura, Oteiza o Masson son otros buenos ejemplos de esos artistas de gusto reposado y más tradicional por el que ha apostado la feria este año. La galería Marc Domènech tiene una interesante nómina de obra de estos autores y de Furriols, "un artista silencioso o silenciado al que queremos darle voz". Este tipo de arte dialoga con las apuestas más transgresoras como las esculturas con las que Eugenio Ampudia convierte rocas en material móvil y transportable con unas ruedas que podrían ser de unos patines, en Max Estrella; las cortinas verdes del catalán Daniel Steegman Mangrané que trae la galería berlinesa Esther Schipper junto a los 'Magic Mirrors', de Ann Veronica Janssens; o la neoescultura con espuma incluida de David Medalla (en la galería Enrico Astuni) ante la que más de un visitante ha espetado hoy eso de "yo estas tonterías de escultura no las entiendo".

¿Y Trump? Ni está ni se le espera

En su afán por ir a por la compra, ARCO ha abandonado este año casi por completo la política y la incomodidad. Hay obras comprometidas pero más en el aspecto formal o en la lectura del espectador. Ni rastro, por ejemplo, del polémico nuevo presidente estadounidense Donald Trump. La crítica artística ha posado esta edición su mirada en la inmigración, los refugiados y las fronteras con obras de Daniel G. Andújar; Uriburu o Eugenio Merino, quien ha tomado una pared del estand de la galería ADN con una colección de pasaportes envueltos en mantas térmicas doradas de los países con más inmigrantes como Libia, Albania, Malawi, Mongolia o Macedonia. Cada uno cuesta 1.200 euros pero también se vende la instalación completa, titulada 'Rescue passports'.

"An artist who cannot speak english is no artist", espeta el recién fallecido Mladen Stilinovic desde una pancarta rosa en la galería Espaivisor. Es la última de las que queda del artista croata (55.000 euros) con la que quería criticar desde la ironía el eurocentrismo del mundo del arte y reivindicar el pasado comunista. Los mexicanos Arredondo / Arozarena también presentan la obra de Israel Martínez, quien, a través de un tocadisco que emite una voz distorsionada, narra la experiencia de violencia y narcotráfico sufrida por el artista. "Ahora veo cómo las drogas y el narcotráfico siempre han estado a mi alrededor: dentro de mí", termina la grabación de 'Inside me'. Al lado, una cota de malla de Fritzia Irízar (10.000 dólares) coge la forma de un gorro frigio para reivindicar la libertad que encarnaba la Revolución Francesa y que, poco a poco, se ha ido cercenando de monedas y escudos, como en México, y de la realidad de los ciudadanos del mundo.

Los argentinos Barro son también unos de los más provocadores. Su instalación 'No soy tan joven como para saberlo todo' (120.000 dólares), del colectivo Mondongo, es una de las atracciones de ARCO. Una pequeña ventana desde la que admirar una reconstrucción del Salón de los Espejos de Versalles donde el músico Albert Plá hace una perfomance, cubierto por una máscara estilo Pinocho plateada. Dentro recrea una fiesta de cumpleaños con tarta y banderas para contraponer la opulencia de este enclave francés y la carencia y la crisis que sufren muchos países como Argentina o España. También unos niños se meten en este espacio para mostrarnos imágenes de calaveras o una foto del Ché donde se puede leer "un guerrillero no muere para que lo cuelguen en una pared".

La esperada "feria de la recuperación"

Pero este año, y lo deja patente la zona de Proyectos Especiales, se busca a otro comprador y la recuperación. Una de las buenas noticias de esta edición es la concentración de instalaciones de gran tamaño (obras de museo para el común de los mortales) que se echaban de menos en los años de crisis y que vuelven al corredor entre ambos pabellones con pesos pesados como Los Carpinteros o la atrayente esfera blanca de placas acrílicas de Julio Le Parc. A los 250 coleccionistas extranjeros que pasarán por la feria hasta el viernes (día en el que se abre al público en general), se suman 150 comisarios de museos y galerías con la vista puesta en fomentar también esas compras no domésticas. Son los objetivos a conquistar para conseguir que, como asegura el director de ARCO, Carlos Urroz, este año se viva "la feria de la recuperación".

Foto: 'Western Super Mare', Banksy (Galería Vroom

"No tengo una bola de cristal, pero será un buen año dentro de que somos un país del sur de Europa que está en crisis y no hay que olvidarlo. Aun así, será mejor que 2016", añadía en conversación con El Confidencial. Antes de abrir ya ha habido preventas y el mercado en esta primera jornada se estaba moviendo, pero donde más se nota es en el optimismo reinante entre los galeristas. "Se nota el optimismo porque la actitud psicológica es distinta este año. El aspecto psicológico de la crisis se está superando y haciendo que la crisis económica se afronte de otra forma. Llevamos un par de años pensando que ese iba a ser el año en el que iba a despegar el mercado de arte. Esperamos que sea este definitivamente para que se marque una tendencia alcista más consistente", sostienen en Marc Domènech.

"¿Venís a comprar?". "Todo, todo, todo", le responde una elegante señora a otra. Ese es, definitivamente, el espíritu que busca este ARCO

Orly Benzacar, hija de la argentina Ruth Benzacar, confirma también las buenas perspectivas. Esta galerista destaca a su vez la importancia de que Argentina sea este año el país invitado en ARCO. "Es un año muy especial para Argentina. Es un honor y también era una asignatura pendiente de la feria porque la primera vez que se hizo una invitación fue a Latinoamérica por una gestión de mi madre, pero nunca llegó la invitación después a Argentina", explica. El país está representado a través de 12 galerías bonaerenses con obras de artistas tan reconocidos como Guillermo Kuitca, Julio Le Parc o Victor Grippo. Por su parte, en Horrach Moyà destacan que se está notando "el aumento del coleccionismo español" y en Cayón añaden que "las cosas pintan algo mejor gracias al mercado internacional". También lo deja claro abrir los oídos por la feria. "Papá, te has comprado un cuadro", le sonríe una joven a su progenitor. "¿Venís a comprar?". "Todo, todo, todo", le responde una elegante señora a otra. Ese es, definitivamente, el espíritu que quiere este ARCO.

"Vamos a ver el premio que dan champagne del rico". Conversación entre dos señoras de poderosos cardados en la primera jornada de ARCO. La feria de arte contemporáneo de Madrid ha abierto este miércoles sus puertas a los coleccionistas dispuesta a cazar al comprador apostando por los valores seguros, es decir aparcando el ruido y la provocación por el recato. Es el cuadro más ilustrativo de lo que se cuece en los pasillos de los pabellones 7 y 9 de Ifema en este arranque: restos de dulces de desayuno, copas de vino olvidadas junto a obras de miles de euros, amantes del arte predispuestos a sacar la cartera y unas buenas dosis de 'postureo' artístico.

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