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¿Burgos o Sicilia? La historia no contada de la batalla de Gamonal
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¿Burgos o Sicilia? La historia no contada de la batalla de Gamonal

El libro 'Gamonal: la historia desde abajo', desmonta tópicos de izquierda y de derecha sobre los disturbios de 2014 en el barrio castellano marginado

Foto: Contenedor ardiendo en Pamplona en la huelga general de 2012
Contenedor ardiendo en Pamplona en la huelga general de 2012

Todos recordamos los contenedores ardiendo y la lluvia de piedras. También la alegría del barrio burgalés cuando paralizaron las obras de un bulevar que respondía a la necesidad de beneficios de las élites inmobiliarias, en vez de a las carencias sociales de una zona marginada desde el franquismo. El periodista Marcos Erro y el historiador José Medina (que contesta a nuestras preguntas) han escrito 'Gamonal: La historia desde abajo' (Ediciones El Perdigón), un espléndido libro sobre este conflicto, donde se intenta poner sensatez y datos a las visiones simplificadoras de unos y otros. Se trata de un trabajo ameno, riguroso y cuestionador, en la línea de su blog Sombras en la ciudad, que han mantenido ya durante cinco años.

¿Lo mejor del texto? Que parte de la experiencia de muchos años pisando Gamonal. "Este trabajo nos ha permitido reflexionar sobre nuestra identidad y conocer procesos sociales que ocurrieron hace cuarenta años, pero que han determinado, y mucho, nuestra vida . Pienso, por ejemplo, en el éxodo rural, del que la mayoría de la gente de Gamonal somos hijos o nietos. Más en concreto, está la construcción del instituto donde Marcos y yo nos conocimos, que se consiguió tras varios años de luchas y que descongestionó la educación pública en el barrio. Sin ese instituto no estaríamos donde estamos ahora ni este libro se hubiera escrito", explica Medina. El ensayo se presentó el pasado jueves 9 en la librería Traficantes de sueños, junto al metro Tirso de Molina, en Madrid.

PREGUNTA. Vuestro texto no solo contiene críticas a la derecha, sino también a la izquierda, algunas tan concretas como no haber instalado nunca una delegación sindical en un barrio obrero de 60.000 personas. ¿Veis a los actuales sindicatos capacidad para reaccionar?

RESPUESTA. En Burgos, creo que los sindicatos han jugado un papel ambivalente. Por un lado, por la manera en que se han desarrollado, que la mayoría de las veces reproduce un lógica de servicios hacia sus afiliados. Quiero decir que muchos de sus miembros son gente que se apunta para tener un abogado o por una situación concreta en su empresa y eso no contribuye a una politización mayor de la población. De ahí que nunca hayan sentido la necesidad de “intervenir” en el barrio, sino solamente en mejorar los servicios y atender a casos concretos en empresas donde eran relevantes. Pero, por otro lado, los sindicatos siguen teniendo capacidad de movilización, son los que tienen recursos para convocar y sobre todo organizar una huelga y mantienen relación directa con el mundo del trabajo, por lo que no habría que desecharlos ni mucho menos. Además, hay diferentes sindicatos y federaciones dentro de sindicatos y no todos funcionan igual.

P. Un funcionario municipal os dijo off de record que "Burgos es como Sicilia, pero sin muertos". En el texto, mostráis con claridad las tramas caciquiles que las élites imponen a la ciudad, dominadas por Antonio Miguel Méndez Pozo, constructor especializado en obras públicas y propietario de "El Diario de Burgos". ¿Hasta qué punto se puede decir que en Burgos hay una democracia?

R. Eso es aplicable a todo el Estado. No es una democracia en la medida en que las decisiones no se toman de manera abierta y en condiciones de igualdad, sino que una o dos personas tienen más capacidad de “decidir” que 200.000. Esto es así en todo lados. Sin democracia económica, que implica, literalmente, repartir el poder económico, limitando la concentración de propiedad, y asegurando unas condiciones materiales mínimas que hagan que la gente no tenga que decidir entre comer y participar en política, no hay democracia. Y esto es especialmente así para los medios de comunicación, en los que las puertas entre poder económico y poder mediático no son giratorias, sino directamente inexistentes. Méndez Pozo es, al mismo tiempo, el dueño del diario que más se lee en Burgos y una de las personas que más dinero público recibe del Ayuntamiento. Eso no es un conflicto de intereses: simple y llanamente es controlar el poder político de la ciudad. Te pongo un ejemplo muy pequeño: en la presentación del libro que hicimos en el Teatro Principal de Burgos había más de trescientas personas en la sala. Los bedeles nos comentaron que nunca habían visto tanta gente en un acto de este tipo y la Asociación de Libreros nos dijo que nunca habían vendido tantos ejemplares en una charla. Pues bien, el "Diario de Burgos", el que más vende, ha decidido no hacer ni una pequeña nota sobre aquel acto.

Gamonal Resiste

P. Una de las acciones más inteligentes de quienes se oponían al bulevar fue hacer caso al jubilado que propuso lanzar las basuras del barrio a la zanja de las obras, para que fuera imposible continuar. ¿Cuál es la solución para conflictos futuros? ¿Desobediencia? ¿Ofensiva legal? ¿Una mezcla de ambas?

Uno de los entrevistados afirmó, criticando los disturbios, que si los vecinos hubieran llevado a cabo mil alegaciones la obra no se hubiera realizado. Probablemente tenía razón, aunque quizá no, porque puede haber un error de apreciación. Esto es clave para el libro. El entrevistado, un profesor de la universidad, parte de asumir que los vecinos y vecinas de Gamonal son como él y hacen alegaciones a las obras públicas. Pero, para los vecinos, la manera de parar la obra es parar la obra y eso se hace poniéndose en medio, sobre todo cuando ya ha empezado, cuando ya ha habido varios meses de manifestaciones y movilización a través de una plataforma, etcétera. Ahí lo que se muestra es que, en función del capital sociocultural es decir de la clase, tu manera de relacionarte con la política institucional es diferente. Alguien de Gamonal, en general, no sabe qué es una alegación, ni cuándo se hace, ni cómo ni para qué, y se relaciona con la política -institucional y no institucional- de una manera mucho más directa y usando otros medios: poniendo el cuerpo por delante, deliberando menos, etcétera. Cada conflicto tendrá vías diferentes para enfrentarlo, ser conscientes de las distintas maneras de participar es fundamental.

P. También destacáis el papel de las mujeres, normalmente eclipsado incluso en las historias "desde abajo", como la vuestra. ¿Qué fórmulas históricas o periodísticas se pueden encontrar para paliarlo?

Este es uno de los aspectos con el que no estamos del todo satisfechos. En la narrativa habitual del barrio y de la clase trabajadora en general parece como si las diferencias de género no fueran relevantes. Pero luego investigas un poco con esa mirada, es decir, intentando preguntar a las mujeres, y resulta que sí, que ha sido tan importante como otras cuestiones y que las mujeres están presentes. Nosotros en el libro diferenciamos entre movimiento feminista y participación de las mujeres en las luchas puramente laborales. En cuanto a lo primero, el movimiento feminista existió, aunque con límites claros en un barrio de una ciudad castellana, y hemos accedido a él través de fuentes primarias como folletos, propaganda… Sobre lo segundo, han sido muchos los testimonios que nos han contado que en las luchas vecinales por ejemplo, sosteniendo el barrio, o en muchas huelgas de fábricas, las mujeres han llevado la lucha un paso más allá que los hombres.

P. ¿Qué podías haber mejorado en el aspecto de género?

El problema es que, a la hora de hablar, ha sido más sencillo escuchar a hombres. Tirando del hilo para identificar a informantes clave nos han ido saliendo hombres y cuando hemos ido específicamente a por mujeres, en ocasiones no han querido participar porque no han considerado importante contar su vida o cualquier otra razón. Esto no tiene que sonar a excusa, el problema es nuestro y muestra que, si quieres realmente asumir un enfoque feminista requiere un esfuerzo real y mayor que el que habitualmente llevamos a cabo.

P. También hacéis autocrítica respecto a vuestra visión de la Iglesia, en principio muy negativa, pero que ha ido cambiando a medida que descubríais la importancia de los curas rojos en el Gamonal de oposición. ¿Veis potencias emancipadoras en la Iglesia actual?

Este ha sido otro de los aprendizajes del libro. Al final del franquismo, la Iglesia era uno de los pocos espacios no totalmente controlado por el Estado y eso hizo que hubiera mayor capacidad para hacer política allí. Las parroquias o los colegios de monjas eran lugares habituales donde las organizaciones obreras se reunían en Gamonal. Y luego muchos curas se tomaron en serio el Evangelio y se fueron a estar con los de abajo. Supongo que eso también coincidió con un momento histórico del Vaticano II, Juan XXIII, que supuso una apertura grande en la Iglesia y que luego tuvo con Juan Pablo II una contrarrevolución. Ahora Francisco I, al menos discursivamente, está haciendo otra cosa, pero está por ver si quiere y es capaz de enfrentarse al poder material de los dueños de la Iglesia. Pero más allá de buscar en la Iglesia, como institución, potencias emancipadoras, pensaría en los cristianos de base que siguen existiendo y que han heredado parte de esas visiones y esa interpretación del Evangelio como quiénes podrían compartir esto o ser aliados. Y estos suelen estar fuera de la Iglesia.

El barrio

P. El texto cita y sigue al periodista a Owen Jones, confirmando que la cultura se usa como mecanismo de justificación del clasismo. ¿Qué soluciones veis a esa creación de imaginarios que oprimen a los de abajo?

En el libro ponemos ejemplos de imaginarios del barrio creados desde abajo. Sobre todo canciones de rap o de grupos de punk. Esa es sin duda una vía, que pasa por la cuestión cultural. Al final del libro hablamos de prácticas que intenten politizar espacios de la vida cotidiana de la gente como las fiestas o la cultura popular, yendo un poco más allá de ofrecer “política pura” en forma de charlas, etcétera. Todo esto ya existe, pero el problema fundamental es que en la producción de imaginarios tenemos menos poder que los de arriba. La realidad es un "Diario de Burgos" en cada bar, que reproduce los enfoques que interesan a las élites, donde La Caixa hace publicidad institucional todos los días.

P. ¿Cómo veis el presente y el futuro de la lucha en Gamonal?

Desde el punto de vista activista, la lucha contra el bulevar dejó semillas muy buenas como un Centro Social Recuperado en el que se desarrollan un montón de actividades y diferentes grupos activos que van haciendo cosas. Además, caló una sensación de victoria y un orgullo de barrio que es muy importante para el futuro. Creerte que puedes ganar es básico para ganar y esa es justo la historia de Gamonal.

Hijos del Kaos

Todos recordamos los contenedores ardiendo y la lluvia de piedras. También la alegría del barrio burgalés cuando paralizaron las obras de un bulevar que respondía a la necesidad de beneficios de las élites inmobiliarias, en vez de a las carencias sociales de una zona marginada desde el franquismo. El periodista Marcos Erro y el historiador José Medina (que contesta a nuestras preguntas) han escrito 'Gamonal: La historia desde abajo' (Ediciones El Perdigón), un espléndido libro sobre este conflicto, donde se intenta poner sensatez y datos a las visiones simplificadoras de unos y otros. Se trata de un trabajo ameno, riguroso y cuestionador, en la línea de su blog Sombras en la ciudad, que han mantenido ya durante cinco años.

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