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'Trainspotting 2' o por qué los hombres no quieren madurar
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entrevista a danny boyle

'Trainspotting 2' o por qué los hombres no quieren madurar

El director británico ha presentado la secuela de una película que se convirtió en un referente generacional en los 90

Foto: Ewan McGregor en una escena de 'Trainspotting' (1996)
Ewan McGregor en una escena de 'Trainspotting' (1996)

Han pasado más de 20 años y, en parte, todo sigue igual. Sigue habiendo drogas y huidas hacia delante y llegar a casa borracho y saltarse los dientes en un bar e intentar follar en un baño, aunque ella pudiese ser tu hija y la próstata te funcione a ratos o ni siquiera te acabe de funcionar. Ya peinan canas en el pubis, ya han tenido familia, la han destruido y la han vuelto a construir, pero los chicos de 'Trainspotting' vuelven a juntarse para pincharse -eso sí, todo mucho más higiénico- y elegir vida y la vida sigue pero alguien se ha quedado estancado en las arenas movedizas de Nunca Jamás.

Tráiler de 'Trainspotting 2'

"Al principio pensamos que 'Trainspotting 2' trataba de ser turista en tu juventud y de todo eso, pero no, trata la de la masculinidad y del paso del tiempo, de lo mal que se nos da a los hombres envejecer, y de lo bien que se os da a las mujeres porque sois más sensatas y tenéis un reloj que os marca los tiempos. Nosotros no, nos aferramos a nuestra juventud y seguimos comportándonos como críos aun siendo adultos y eso es triste y desesperado", reflexiona Danny Boyle en la presentación en Madrid de su última película, que se estrena en España el 24 de febrero.

Lo dice Boyle, y ya lo dijo Slavoj Zizek: "los hombres se están convirtiendo poco a poco en adolescentes perpetuos sin un claro rito de iniciación que pueda representar su paso a la madurez" y "las mujeres son hoy cada vez más precozmente maduras; se las trata como pequeñas adultas de las que se espera que controlen sus vidas, que planeen sus carreras. En esta nueva versión de la diferenciación sexual, los hombres son adolescentes lúdicos, fuera de la ley, mientras que las mujeres se perfilan como fuertes, maduras, serias, legales y punitivas".

Foto: Ewen Bremner, Ewan McGregor, Jonny Lee Miller y Robert Carlyle en 'Trainspotting 2'

Pero es que además, el Nunca Jamás que presenta el director británico en la secuela de la película que lo lanzó a la fama y convirtió a Renton (Ewan McGregor), Spud (Ewen Bremner), Begbie (Robert Carlyle), Tommy (Kevin McKidd) y Simon (Jonny Lee Miller) en referentes generacionales está "poblado por niños, niños desencantados, defraudados por sus padres. Esos hombres no han sabido crecer", incide el cineasta. "Spud es el único que ha encontrado la clave, una forma de seguir adelante y de evolucionar. El resto, en el mejor de los casos se han quedado anclados, en el peor de los casos han ido a peor". "Los hijos han sido criados por las madres, casi a pesar de sus padres. Son ellas las que han hecho el trabajo".

Boyle dejó atrás unos tipos marginales consumidos por una espiral autodestructiva de evasión de la realidad. Jóvenes que pensaban que jamás se harían mayores, que jamás tendrían que agachar la cabeza, bajarse los pantalones y entrar en el sistema o dejar que el sistema entrase en ellos. ¡A la mierda los planes de pensiones! ¡A la mierda el horario de oficina! ¡A la mierda el conformismo! La juventud es osada y arrogante. A ellos "no les importaba el tiempo, pero luego eres tú el que no le importa el tiempo". Ahora recupera unos hombres a los que la vida les ha defraudado, que han entendido los conceptos de finitud y decepción a base de golpes. "Es la desesperanza de haber perdido lo que dabas por hecho, pero no valoraste".

A ellos no les importaba el tiempo, pero luego eres tú el que no le importa el tiempo

Y aquí el director hace un guiño, una comparación especular reproduciendo el discurso de "elige vida", pero desde el punto de vista del hombre de 46 años en el que se ha convertido Renton. "Cuando era joven ese discurso empezaba en tono de burla: 'elige una lavadora, elige un sofá'", prosigue Boyle. Pero ahora el discurso añade elegir "un trabajo basura a dos horas de tu casa, y lo mismo para tus hijos, pero peor". "Ahora Renton dice 'elige Instagram, Facebook, un contrato de cero horas', pero es algo tóxico. Es un hombre de mediana edad que ha perdido las oportunidades que no volverán. Y cuando dice 'elige el desencanto' se refiere a acabar siendo la persona que no quería ser. A través de la relación sexual con una chica más joven intenta revivir esa juventud, pero le acabará saliendo el tiro por la culata".

En 1996 Renton y compañía no eran los únicos veinteañeros. También lo eran unos Ewan McGregor y Jonny Lee Miller apenas conocidos. Boyle, aunque acababa de estrenar la cuarentena, tan sólo había trabajado en la televisión y en una peliculita independiente de bajo presupuesto. Eran un grupo de idealistas, con una cámara, alrededor de tres millones de euros y la novela de Irvine Welsh lista para ser adaptada. Hoy entre todos juntan un Oscar y varias nominaciones de la Academia y a los Globos de Oro, avales suficientes para un presupuesto de más de 15 millones de euros, además de la expectación del público.

"En aquel momento nos arriesgamos", coincide Boyle. "Algo imposible de hacer cuando eres mayor, porque ya tienes experiencia, ya tienes conocimientos y sabes demasiado". Aunque podía haber contado con un presupuesto mayor, el británico decidió ceñirse a una cifra intermedia -según los cánones hollywoodienses- para tener un poco más de libertad creativa. "Pensamos que con un presupuesto de 15 millones podíamos hacer lo que queríamos". Eso sí, la gran diferencia es que "antes nadie quería que rodásemos en su calle y ahora todos nos han abierto las puertas".

Creo que las primeras películas son siempre las mejores, porque vas a ciegas, dándote golpes, sin saber lo que haces. Y si sobrevives sale algo bueno. Esos tiempos no van a volver

El éxito de la película entonces fue, aparte de inmenso, sorpresivo: el Festival de Cannes la proyectó fuera de concurso, epató a gran parte del público y de la crítica y consiguió una nominación al Oscar a Mejor guion adaptado, premio que se acabó llevando Billy Bob Thornton por 'El otro lado de la vida'. 'Trainspotting 2' llega con el objetivo en parte de cumplir expectativas. "Creo que las primeras películas son siempre las mejores, porque vas a ciegas, dándote golpes, sin saber lo que haces. Y si sobrevives sale algo bueno. Esos tiempos no van a volver", se resigna el cineasta. "Esta película ha sido más dolorosa, porque los actores, sin maquillaje, se tenían que desnudar: lo que pedí fue honestidad por su parte. Ningún actor quiere admitir su edad, pero aquí el personaje de Ewan McGregor dice 'tengo 46 años -que es su verdadera edad-, estoy jodido y no tengo nada. Lo más probable es que viva otros 30 años, ¿y qué le voy a hacer?'".

Con 'Trainspotting', Boyle se dirige a una generación muy concreta. Como padre de tres hijos entre los veintitantos y los trentaitantos, ¿ha tenido en cuenta a las generaciones posteriores para acercarlas a su película? "Puedes fingir que sabes lo que piensan, lo que ven, pero no es verdad. Nosotros estábamos metidos de lleno en la cinta original -ha sido algo muy personal- y eso se ve en que son dos películas que se relacionan, dialogan y toman cosas la una de la otra. No puedo imaginarme lo que pueden sentir los jóvenes cuando la vean. Tal vez vean a sus padres. Quizás entiendan mejor a sus padres cuando vean a este grupo de padres tristes. Hay mucho de nosotros en esta película: eso de dejar atrás la adolescencia, porque ya no somos chicos, somos hombres y nos hemos hecho mayores".

Han pasado más de 20 años y, en parte, todo sigue igual. Sigue habiendo drogas y huidas hacia delante y llegar a casa borracho y saltarse los dientes en un bar e intentar follar en un baño, aunque ella pudiese ser tu hija y la próstata te funcione a ratos o ni siquiera te acabe de funcionar. Ya peinan canas en el pubis, ya han tenido familia, la han destruido y la han vuelto a construir, pero los chicos de 'Trainspotting' vuelven a juntarse para pincharse -eso sí, todo mucho más higiénico- y elegir vida y la vida sigue pero alguien se ha quedado estancado en las arenas movedizas de Nunca Jamás.

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