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De desertor yanqui a estrella del cine norcoreano: Joe Dresnok, el villano final
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el último fugitivo de la guerra de corea

De desertor yanqui a estrella del cine norcoreano: Joe Dresnok, el villano final

En 1962, Dresnok atravesó ilegalmente la Zona desmilitarizada y huyó a Corea del Norte. Ahora lo conocen como 'Mr. Arthur', uno de sus malos de película oficiales

Foto: Dresnok, el último desertor estadounidense en Corea del Norte
Dresnok, el último desertor estadounidense en Corea del Norte

Aunque su nombre real es James Joseph Dresnok, allí lo conocen como Mr. Arthur, el despiadado comandante estadounidense de la saga de 20 películas 'Héroes anónimos', ambientada en la Guerra de Corea. Mr. Arthur, con su voz grave, su dicción lenta y masticada y su enorme envergadura, 'rara avis' en un país cuya media de altura entre los hombres ronda el metro setenta y donde son pocas las caras occidentales conocidas y no odiadas. Pero, ¿cómo llega un hombre de Richmond (Virginia, Estados Unidos) a convertirse en una estrella de cine en Corea del Norte? La historia es larga, un poco absurda y digna de un guión aparte: ¿a qué esperas, Oliver Stone?

"Nunca se me había ocurrido actuar en una película. Primero, porque pensaba que no tenía el talento, pero luego me di cuenta de que podía hacer lo que el director me pedía", explica Dresnok en el documental británico 'Crossing the Line', emitido en la cadena BBC Four en 2006. Fue en 1978 cuando, siguiendo las instrucciones del por entonces futuro amado líder Kim Jong-il -cinéfilo y cinéfago reconocido y director de cine en la sombra-, Joe Dresnok pisó por primera vez un plató de cine

16 años antes, este soldado de primera clase del Ejército de Estados Unidos, destinado en Corea del Sur durante la guerra, había aprovechado la hora del rancho para, a plena luz del día, salir echando 'mistos' de su base militar, atravesar el campo de minas de la Zona Desmilitarizada de Corea (ZDN) y acabar en suelo norcoreano, capturado por las tropas de Kim Il-sung.

Tráiler de 'Crossing the Line'

Atrás dejaba un tribunal militar pendiente por desobediencia, a la prostituta surcoreana que había provocado esa desobediencia, a una esposa que se había echado un amante mientras él estaba destinado en Alemania Occidental y a dos hijos que no reconocía -y sigue sin reconocer- como suyos. Delante, un futuro. El que fuera.

Toda la mala suerte que había tenido hasta entonces se revirtió el día que puso un pie en Corea del Norte. Primero porque no acabó en una zanja con un tiro en la cabeza mientras cruzaba la ZDC, ni estalló en pedazos por pisar una mina, ni acabó con un ocho en la barriga cuando se encontró con los primeros soldados norcoreanos.

"Cuando le miramos nos dimos cuenta con sorpresa de que era un americano cabrón”, dice en el documental uno de los hombres que lo detuvieron. "Cogí mi bayoneta y pensé apuñalarlo con ella. Había perdido a mis padres por culpa de los americanos cabrones, así que quería matarlo". Pero un americano vivo era más útil que otro americano muerto, y el Gobierno Juche tenía sus planes para Dresnok.

Cuenta la documentarista Anna Broinowski, que acaba de publicar 'Aim High In Creation!: A One-of-a-Kind Journey inside North Korea’s Propaganda Machine' -algo así como 'Apunta alto en la creación: un viaje único dentro de la maquinaria propagandística de Corea del Norte'-, que en la Universidad Kim Jong-il "organizaba proyecciones en su dormitorio de copias de contabando de 'Viernes 13' para seducir a las chicas". Aunque hay que tener en cuenta que en 1980, cuando se estrenó la película, el líder norcoreano ya era más que treintañero. Sin embargo, lo que sí está contrastado es que poseía una gran colección de películas internacionales, que utilizó también a los desertores para traducirlas y subtitularlas y que publicó varios ensayos sobre teoría del cine, siempre incidiendo en la obligación de que el cine siguiese la doctrina Juche.

"El arte cinematográfico sólo puede ser creativo si ayuda a desarrollar la conciencia revolucionaria entre el pueblo", adujo Kim Jong-il en su ensayo 'El cine y la dirección'

"El arte cinematográfico sólo puede ser creativo si ayuda a desarrollar la conciencia revolucionaria entre el pueblo". "Hoy el cine tiene la labor de contribuir al desarrollo del pueblo para ser auténticos comunistas y para la 'revolucionarización' y la conversión en clase obrera de toda la sociedad". "Hay que erradicar completamente los elementos capitalistas". "La semilla de la obra no es abstracta: vive en la figura del héroe, en la del resto de personajes y en sus vidas", "el actor debe parecerse lo máximo posible al personaje que representa". Estos son algunos de los fundamentos que emanan del libro 'El cine y la dirección', escrito por Kim Jong-il, sobre teoría cinematográfica.

Así que siguiendo las ideas de Kim Jong-il y ante la falta de rostros occidentales dentro de los estudios de cine de Piongyang -y dentro de la sociedad norcoreana, en general-, Dresnok y otros tres desertores estadounidenses que repitieron el mismo camino en menos de 18 meses acabaron monopolizando los papeles de villanos desde finales de los 70. De pronto, pasaron de ser esos "cabrones americanos" a convertirse en héroes nacionales. La idea era, más o menos, siempre la misma: los americanos y británicos eran espías o militares sin ecrúpulos, asesinos; los surcoreanos, simples marionetas de los occidentales y los norcoreanos, héroes salvadores.

Ante la falta de rostros occidentales dentro de los estudios de cine de Pionyang, Dresnok y otros tres desertores estadounidenses monopolizaron los papeles de villanos

55 años después de su llegada a Corea del Norte, Dresnok es el último desertor estadounidense que queda allí, después de la muerte de Larry Abshier y Jerry Parrish, y de la huída a Japón de Charles Robert Jenkins en 2004. Tras haber pasado casi tres veces más tiempo en el país Juche que en Estados Unidos, Dresnok dice sentirse plenamente integrado en la sociedad norcoreana: impartió clases de inglés en la universidad, se comunica normalmente en coreano, tiene dos hijos de aspecto occidental -Ted y James- que apenas chapurrean el inglés, y se ha vuelto a casar con una mujer mitad coreana mitad tagala con la que tiene otro hijo adolescente.

Actualmente, Ted -que quiere dedicarse a la carrera diplomática- y James -quien es capitán del Ejército-, se han convertido a su vez en las nuevas estrellas de la propaganda norcoreana. En una entrevista concedida el año pasado a una agencia de noticias radicada en Estados unidos pero cercana al Gobierno Juche, Ted, que se hace llamar Hong Sun Choi, advirtió "a los Estados Unidos de que abandonen las políticas hostiles contra Corea del Norte". "Ya han hecho el daño suficiente y ahora es el momento de que se despierten de sus delirios". "Mi sueño más preciado es entrar a formar parte del Partido del Trabajo y devolver mi gratitud a mi General -Kim Jong-un-; quiero vivir en un país unificado por mi General", explica en el vídeo, según la traducción de 'The Washington Post'.

Cuantas más cosas oigo, estoy más convencido de que escogió el camino adecuado. El país le ha querido mucho y sus pequeños logros han sido muy apreciados

Por su parte, James, que se alistó en 2014, acusa al "imperialismo americano" de la "división de la Península de Corea". "Gracias a la hospitalidad del General, recibimos regalos en el Día nacional. Estoy muy agradecido al sistema socialista. Decidí alistarme debido al empeoramiento de la situación en la Península", explica en el mismo vídeo. De su padre, poco se sabe actualmente: desde 2006 sufre problemas de salud y no ha vuelto a ofrecer entrevistas a medios internacionales. "He oído muchas cosas sobre su vida", admite Ted -o Hong Sun Choi-. "Cuantas más cosas oigo, estoy más convencido de que escogió el camino adecuado. Si no hubiese venido a Corea del Norte, no podría vivir de la manera en la que vive hoy. El país le ha querido mucho y sus pequeños logros han sido muy apreciados. Pienso mucho en la vida tan diferente que llevaría yo ahora si mi padre hubiese vivido en Estados Unidos". De primeras Corea del Norte se habría quedado sin Arthur, su villano favorito.

Aunque su nombre real es James Joseph Dresnok, allí lo conocen como Mr. Arthur, el despiadado comandante estadounidense de la saga de 20 películas 'Héroes anónimos', ambientada en la Guerra de Corea. Mr. Arthur, con su voz grave, su dicción lenta y masticada y su enorme envergadura, 'rara avis' en un país cuya media de altura entre los hombres ronda el metro setenta y donde son pocas las caras occidentales conocidas y no odiadas. Pero, ¿cómo llega un hombre de Richmond (Virginia, Estados Unidos) a convertirse en una estrella de cine en Corea del Norte? La historia es larga, un poco absurda y digna de un guión aparte: ¿a qué esperas, Oliver Stone?

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