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'Cómo ser Bill Murray' en 10 absurdos pasos
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'Cómo ser Bill Murray' en 10 absurdos pasos

Blackie Books publica este jueves 'Cómo ser Bill Murray', un repaso en clave de humor a la filosofía de uno de los personajes más imprevisibles del sarao 'hollywoodiense'

Foto: Bill Murray en una escena de 'Vaya par de idiotas' (1996)
Bill Murray en una escena de 'Vaya par de idiotas' (1996)

En el panteón del posmodernismo cinéfilo, Bill Murray debería aparecer sosteniendo un rayo en la mano derecha. Pero él, que es más pragmático, seguro que preferiría sostener un par de copas de 'appletini', el volante de un carrito de golf o conversaciones incómodas hasta el absurdo con gente desconocida en entornos aleatorios. Si Spike Jonze se hubiese metido en su cabeza, en vez de en la de John Malkovich, probablemente se hubiese encontrado con un parque de atracciones a base de retorcidas circunvoluciones diseñadas por Escher después de un atracón de latas de Red Bull y un visionado intensivo de publicidad japonesa. En el reino del absurdo Bill Murray es el rey, un hombre que se ha propuesto -y ha conseguido- superar su propia leyenda y que ha fundido y agitado el epitelio donde acaba la persona y comienza el personaje. Bill Murray como protagonista de 'Bill Murray, la película'.

Este jueves 1 de diciembre la editorial Blackie Books publica en España 'Cómo ser Bill Murray', del escritor Gavin Edwards -colaborador de 'Rolling Stone' y autor de una biografía sobre River Phoenix-, una suerte de manual canónico dirigido a quienes prefieren alcanzar la iluminación a través de la mitología 'murrayana' antes de dejarse llevar al redil buenista y blandengue de Eckhart Tolle y compañía. Una biografía oficiosa y heterodoxa del cómico que hizo del histrionismo el arte vital total. Una guía para molar. ¿Quién puede resistirse a los encantos de esta figura quijotesca en versión hípster, de este gurú nihilista que sólo conoce el sacramento del esperpento y que ha conseguido convertirse, así, sin querer, en el objeto de idolatría de la cultura pop occidental post-ochentera?

"Es todos los hermanos Marx en una sola persona: tiene el ingenio de Groucho, la brillantez pantomímica y la lujuria de Harpo, incluso esa cualidad de hombre de la calle de Chico. Si no hay ningún drama, ya lo crea él. Le gusta vivir al límite y eso significa que es ahí adonde arrastra a todos los demás. Tiene dos estados: el sueño y la sobreexcitación", diría de él Harold Ramis, con quien además de compartir pantalla en 'Los cazafantasmas', colaboró en muchos de los proyectos de sus comienzos, antes de declararse una profunda enemistad que les separaría hasta la enfermedad terminal de Ramis.

"El mundo es un escenario y Bill Murray no entiende la vida sin improvisación ni sorpresa"

"El mundo es un escenario y Bill Murray no entiende la vida sin improvisación ni sorpresa. Por eso irrumpe en fiestas anónimas y monta congas, se fuma pitillos de desconocidos o se pasea por ciudades en carrito de golf". Edwards recurre a entrevistas de compañeros de reparto, a las leyendas urbanas que le sitúan robando patatas a extraños por la calle y a las citas documentadas del propio actor para comprobar que en este caso la realidad supera la ficción, como demuestra esta página web que recopila documentos gráficos y relatos de gente anónima que ha experimentado encuentros 'murrayanos' con imprevisibles consecuencias.

"Todo apunta a que Bill Murray tiene una misión: quiere que seamos mejores personas, más divertidas, menos robóticas, más profundas, menos pedantes. Más libres", reflexiona el autor, y si el camino al Nirvana tiene 4 etapas, la revelación existencial del 'murrayismo' se produce en diez, una especie de mandamientos mundanos cercanos al dudeísmo de El Nota -si hay una encarnación del protagonista de 'El gran Lebowski', ese es Murray- que Edwards desglosa e ilustra en su libro.

1. Los objetos son oportunidades

En una entrevista con David Letterman, Murray contó cómo una vez acabó detenido en una comisaría sueca, en un viaje para participar en un torneo de golf. "Tuve un pequeño desacuerdo en Estocolmo", explicó el actor. "Estaba conduciendo un carrito de golf por Estocolmo. Era tarde. Eran como las tres y media de la mañana o algo así. Poco después de la puesta de sol [en verano el sol se pone sobre esa hora o, simplemente, no se pone], así que en teoría fue una simple vuelta con el coche al atardecer, en realidad. Nada importante".

Murray había estado jugando al golf con un grupo de gente que más tarde le invitó a una fiesta, a la que decidieron ir montados en un carrito de golf. Después de beberse hasta el agua de los jarrones, Murray se ofreció a conducir, dado que él, como ciudadano americano, no podía perder el permiso de conducir. Después de ir dejando a los pasajeros aquí y allá, antes de parar frente a un Seven Eleven para seguir comprando alcohol mientras dos suecos cantaban una canción de Cat Stevens en la parte trasera. La cuestión acabó en comisaría, con un análisis de sangre y una multa "por llevar un poco de alcohol en el cuerpo y tomar prestado un carrito de golf".

Bill Murray durante la entrevista con David Letterman

2. La sorpresa es oro. Lo fortuito es una langosta.

Murray es un maestro de la improvisación y de la sorpresa y su 'leitmotiv' existencial es llevarlas -ambas- al extremo en su día a día. Incluso en su trabajo. Fred Roos, el productor de 'Lost in Translation', aconsejó a un joven que quería hacer un corto con Murray -y que lo acabó haciendo- que tuviese mucha paciencia con el actor, por su tendencia a perderse. "Buena suerte", le deseó Roos. "Si te digo la verdad ni Sofía [Coppola] ni yo sabíamos si Murray iba a venir a Japón a hacer la película hasta el día en que se presentó en el avión". Sin contar con que el actor tiene cierta alergia a los guiones y casi nunca repite una toma igual que la siguiente.

Escena de 'Lost in Translation' (2003)

3. Invítate tú a la fiesta

No son pocos los testimonios de avistamientos 'murrayanos' en fiestas de gente anónima que, de repente, se encuentra con que Bill Murray se pone a bailar la conga, a robar cervezas o a lavar los platos, en una secuencia de actividades aparentemente aleatorias que se pueden llevar a cabo en las casas ajenas si eres Bill Murray. E. J. Rumpke, por ejemplo, estaba celebrando su despedida de soltero cuando uno de sus amigos vio que Bill Murray estaba cenando con un grupo de gente en otra sala del mismo local, así que decidió invitarle a unirse a la fiesta. Aunque al principio declinó la invitación, el cómico acabó acoplándose a la despedida, dando un discurso y subiendo a caballito al futuro casado.

Bill Murray se cuela en una despedida de soltero

4. Asegúrate de que todos los demás estén invitados a la fiesta

El día 5 de septiembre es el Día Mundial de Bill Murray. Lo declaró oficialmente el Festival internacional de Cine de Toronto en 2014, en una ceremonia en la que el actor enfundó una banda y una corona, como si fuera una miss, y en la que se proyectaron dos de sus películas más icónicas como parte de una retrospectiva de toda su carrera. ¿Quién más podría tener un día mundial en su nombre?

El Festival de Cine de Toronto celebra el Día de Bill Murray

5. La música une a la gente

Cuando Gorillaz pone tu nombre a una de sus canciones ya puedes estar seguro de que, indudablemente, te has convertido en un icono cultural. Como si de una premonición se tratase, el grupo británico unió a través de dos títulos de su discografía el destino de Murray con otro tótem, aparentemente antitético, del cine estadounidense: Clint Eastwood.

Una unión que se hizo carne durante un torneo de golf en el año 2012, cuando Murray hizo subir al escenario al ceñudo Eastwood, con quien hizo un dueto versionando el tema 'Brandy (You're a fine girl)', de Looking Glass a base de gallos, titubeos y movimientos espasmódicos: una actuación inolvidable.

Bill Murray y Clint Eastwood cantan 'Brandy (You're a fine girl)'

6. Sé generoso con el mundo

Bill Murray no actúa por dinero, sino por diversión. Murray ha conocido el éxito por casualidad, sin buscarlo, y siempre ha combinado grandes proyectos con pequeños escarceos en los márgenes. Cuando Wes Anderson todavía no había dirigido 'Moonrise Kingdom' (2012) ni 'Live Aquatic' (2004), el cómico de Illinois aceptó trabajar casi por la cara en 'Academia Rushmore' (1998), el segundo largometraje dirigido por Anderson, con un exiguo salario de apenas 8.370 euros.

En 2008 también participó en un corto de bajo presupuesto seleccionado en Sundance, 'Fact Checkers Unit', en el papel de Bill Murray, el personaje que más veces ha interpretado en su carrera: en 'A Very Murray Christmas' (2015) de Sofia Coppola, en 'Bienvenidos a Zombieland' (2009), en 'Coffee an Cigarettes' (2003) de Jim Jarmusch, en 'Space Jam' (1996)...

Bill Murray en el cortometraje 'Fact Checkers Unit'

7. Insiste, insiste, insiste

Los comienzos de Murray en la televisión no fueron fáciles. En 1967 su padre había muerto a causa de la diabetes y su madre se quedó al cuidado de los nueve hermanos Murray. El dinero empezó a faltar y Bill empezó a trabajar en una pizzería. Luego vendió marihuana. Luego le detuvieron y le condenaron por posesión, aunque acabó en libertad condicional. Trabajó como paisajista, encuestador, transportista y, finalmente, acabó recalando en el teatro Second City de Chicago, donde conoció a John Candy, John Belushi, Harold Ramis, Dan Aykroyd y Gilda Radner. Poco a poco fue encadenando pequeños papeles en 'Saturday Night Live', intentando que el público no lo recordara sólo como "el tipo con cara de disgusto y marcas de acné" hasta concebir el primer personaje que le brindó el éxito del público: Nick the Lounge Singer.

Bill Murray en sus comienzos en 1974

8. Conoce tus placeres y tus parámetros

Pocos placeres terrenales son más importantes para Bill Murray que los partidos de su equipo de béisbol, los Chicago Cubs, de los que lleva siendo fanático desde hace más de 50 años. Una vez le dieron a elegir entre los Cubs y el equipo en el que entrenaba uno de sus hijos. Y eligió; "Tengo muchos hijos, pero sólo un equipo de béisbol", adujo.

Cuando este año los Chicago Cubs ganaron las Series Mundiales, Murray estaba en las gradas para ser testigo de la hazaña. Y no pudo evitar ser también el centro de atención de las cámaras, en pleno éxtasis deportivo.

Bill Murray celebra la victoria en la World Series de los Chicago Cubs

9. Tu espíritu seguirá a tu cuerpo

Desde joven, Bill Murray sintió gran pasión por la poesía, según explica Edwards en 'Cómo ser Bill Murray'. En los últimos años, el actor ha colaborado muy de cerca con una pequeña biblioteca independiente de Manhattan llamada Poets House, que cuenta con un archivo exclusivamente dedicado a la poesía de más de 60.000 volúmenes. Cada año, en el gran día en el que la biblioteca organiza un recital itinerante que atraviesa el puente de Brooklyn, el actor peregrina junto al resto de adeptos, leyendo poemas de Sarah Manguso, Cole Porter y Wallace Stevens, por ejemplo.

"Creo que hay una verdadera conexión entre la comedia y la poesía, y se puede ver en la forma de actuar de Bill", piensa Lee Briccetti, la directora ejecutiva de Poets House. "Hay una necesidad de precisión a la hora de manejar en lenguaje y Bill es un maestro del control del ritmo y de la lengua".

Bill Murray lee poesía ante un grupo de obreros en 2009

10. Mientras la Tierra siga dando vueltas, haz algo útil

En 1994, Bill Murray impartió una charla en la Conferencia Internacional sobre la Biodiversidad y la Conservación del Esturión, en el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York. "Bill justificó su presencia explicando que, como vivía a orillas del río Hudson, hábitat de esturiones, le preocupaba la situación de esta especie amenazada, que ocupa un lugar inferior en la cadena trófica". Cuando el actor terminó de hablar, lanzó una bola de papel al regazo de la mujer de un genetista molecular que con su trabajo intentaba frenar "la importación de caviar procedente de especies amenazadas". Cuando recogieron la bola de papel y la alisaron, se dieron cuenta de que era un cheque en blanco firmado por Murray.

Bill Murray ofrece un discurso en ls Conferencia Internacional sobre la Biodiversidad y la Conservación del Esturión en 1994

En el panteón del posmodernismo cinéfilo, Bill Murray debería aparecer sosteniendo un rayo en la mano derecha. Pero él, que es más pragmático, seguro que preferiría sostener un par de copas de 'appletini', el volante de un carrito de golf o conversaciones incómodas hasta el absurdo con gente desconocida en entornos aleatorios. Si Spike Jonze se hubiese metido en su cabeza, en vez de en la de John Malkovich, probablemente se hubiese encontrado con un parque de atracciones a base de retorcidas circunvoluciones diseñadas por Escher después de un atracón de latas de Red Bull y un visionado intensivo de publicidad japonesa. En el reino del absurdo Bill Murray es el rey, un hombre que se ha propuesto -y ha conseguido- superar su propia leyenda y que ha fundido y agitado el epitelio donde acaba la persona y comienza el personaje. Bill Murray como protagonista de 'Bill Murray, la película'.

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