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Meneses, Korda y Castro. Una Revolución forjada en imágenes
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Meneses, Korda y Castro. Una Revolución forjada en imágenes

Ambos fotógrafos forjaron la imagen de la Revolución Cubana y la de Fidel Castro desde los días de Sierra Maestra hasta los primeros años en el poder del comandante en jefe

Foto: Fidel Castro retratado en Sierra Maestra por Enrique Meneses
Fidel Castro retratado en Sierra Maestra por Enrique Meneses

- ¿Enrique Meneses?, me preguntó una voz cercana.

Abri los ojos y levanté el rostro. Ante mí se encontraba un hombre de 1,85 m. que me tendía la mano. Sin esperar respuesta me dijo:

- Me llamo Fidel Castro.

Era la última quincena de diciembre de 1957 y Enrique Meneses había conseguido, gracias a la ayuda de la resistencia y mandando su material fotográfico escondido en una caja de 12 botellas de whiskey en 'guagua', llegar a Sierra Maestra. Así recordaba en sus memorias, tituladas 'Hasta aquí hemos llegado' (Ediciones del Viento), cómo consiguió llegar hasta Fidel Castro y realizar una de las exclusivas más exitosas de su carrera. Por ese reportaje, publicado en abril en 'Paris Match', cobró tres millones de pesetas, que representaban "273.000 pesetas por cada uno de los once meses de trabajo y por haber estado a punto de perder el pellejo. A esta cantidad había que añadir los 50.000 dólares de la CBS por mi película., de la que nunca conseguí una copia".

Meneses estuvo cuatro meses dentro de la 'Revolución de los Barbudos'. Dormía debajo de Castro, formó parte de su día a día, asistió a sus reuniones y se convirtió prácticamente en su sombra. A pesar de no ser el primero en convivir en Sierra Maestra con Castro, Cienfuegos o el Che, los tres reportajes que publicó en la revista francesa se convirtieron en un icono de la Revolución. Fueron de las primeras imágenes conocidas a nivel internacional de los revolucionarios cubanos. Desde entonces, la lucha cubana quedaría identificada plenamente con aquellos barbudos vestidos de verde oliva, sus instantáneas sirvieron para forjar la imagen de Castro y hoy siguen siendo el testimonio más visto y conocido de la Revolución. Como recordaba el fotoperiodista español en sus memorias, “es el reportaje que más tiempo me ha durado. 'Paris Match' vendió esas fotos al mundo entero y aún sigo vendiendo fotos”.

Una de las fotografías más célebres de las más que tomó en Sierra Maestra es la que encabeza este reportaje. Castro tumbado en un catre redactando una orden a la luz de una vela que sostiene una guajira. "La foto está hecha sin flash ni trípode. Las piernas separadas y punto. Hice seis fotografías y fallaron todas menos esta", explicó también en 'Meneses. La vida de un reportero' (La Fábrica). No menos mítica es la de Fidel empuñando un fusil –"cuando iba a hacer la foto de Fidel de espaldas, alcanzando la cima, se volvió para hacerme una pregunta y en ese momento disparé la cámara"–, con su inseparable puro durante el combate de Pino del Agua, tumbado a la sombra leyendo 'Kaputt', de Curzio Malaparte, o la imagen de Castro, el Che y Cienfuegos (en una de las pocas imágenes existentes de él en Sierra Maestra) escuchando durante el mismo combate las explicaciones de 'Maracaibo', que venía de espiar a las tropas de Batista.

"El cuarte general de Fidel Castro en Sierra Maestra apenas tenía unos cuantos bohíos, la construcción típica de chabola del lugar. El Che Guevara había designado uno como dormitorio, otro como comedor, otro como escuela, uno más para las reuniones y otro como polvorín. Otro más aguardaba vacío. Se me acercó el Che entonces con un cartel, lo colgío en al entrada del bohío que quedaba y me dijo: 'Mira, gallego, miro lo que te he montado'. En el cartel ponía: 'Club Internacional de Prensa", relataba de esos días en sus memorias. Las anécdotas que vivió Meneses en sus cuatro meses en Sierra Maestra describen la resistencia de Castro a Batista librada en la sierra cubana. Fue testigo de excepción de combates como el de Pino del Agua o el de Estrada Palma, tuvo que sacar sus negativos cosidos en las enaguas de una joven cubana, la hija pequeña del coronel Ferrer, la policía batistiana le declaró uno de los hombres más buscados del país y le detuvieron e interrogaron hasta que el embajador español, Juan Pablo Lojendio, amigo personal de Batista, consiguió que le expulsaran de Cuba.

"Se necesitaba un fotógrafo también capaz de redactar un artículo. Fidel me preguntó si ya había escrito algo. Le respondía que sí, una mentira enorme, pero por nada del mundo me hubiera perdido esa expedición". Si Meneses fijó en el imaginario colectivo la imagen de la Revolución, fue el cubano Alberto Korda quien forjó a fuego la figura del comandante en jefe. Como explicó en "Cuba por Korda" (Aurelia), no era su fotógrafo oficial pero durante nueve años sí lo fue de facto. "Me hacía contratar de forma directa, pero no me había convertido en su fotógrafo oficial. No: yo era su fotógrafo personal, pero jamás tuve nombramiento ni salario. Éramos como dos amigos. Ya no trataba de fotografiar al dirigente que imparte órdenes sino a un hombre muy asequible, muy humano".

Korda quería ser el Richard Avendon cubano. Empezó haciendo fotografía de moda, pero tras el triunfo de la Revolución en 1959 se convirtió en el testigo directo de los primeros años de Castro en el poder. Durante nueve años le acompañó en todos sus viajes. Se estima que de ese tiempo se conservan unos 55.000 negativos de la Revolución Cubana. Sus relación con Fidel Castro comienza en Sierra Mestra. "Constantemente tenía que adelantarme a la columna para tirar las fotos. Fidel le espetó a René Vallejo, su médico, que lo acompañaba con una pequeña escoltar: '¡Mira!, ese flacucho es infatigable. Cuando regresé a La Habana, mi hija mayor, Diana, me cogió miedo cuando me vio llegar. ¡Estaba tan sucio y peludo que mi hija no me reconoció!", relataba.

Una de las primeras fotos que se publican al día siguiente del triunfo de la Revolución lleva su firma. Fidel levanta los brazos frente a los micrófonos sosteniendo unas granadas mientras lanza su consigna más famosa: "¡Patria o muerte, venceremos!". "Necesité tiempo para comprender a este hombre que poseía la dureza del acero y la ternura de la rosa..., que rechazaba al hombre lobo y anhelaba con fervor a un hombre nuevo", añade Korda en este libro que se publicó al poco de su muerte.

Desde entonces, le acompañó en su primer viaje oficial a Caracas, que cubrió para el periódico 'Revolución', a Rusia y en su día a día. Suyas son, además de la célebre foto del Ché, imágenes que han dado la vuelta al mundo y han forjado la imagen y la historia del comandante como el día que Hemingway le dio un trofeo a Castro como ganador de un torneo de pesca, frente al monumento a Lincoln, jugando al golf –"un día, el presiente Eisenhower apareció en la primera plana del 'New York Times' por haber logrado un golpe directo en una partida de golf. Para burlarse, le pidió al Che que le ensañara a jugar"–, charlando con Sartre o tomando una copita con La Pasionaria en su casa de Moscú. Una historia, la de la Revolución Cubana y la de Fidel Castro, labrada gracias a sus fotografías y las de Meneses.

- ¿Enrique Meneses?, me preguntó una voz cercana.

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