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Zambrano, Campoamor, Nelken: la lucha de las vanguardistas que la historia despreció
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MUJERES VANGUARDISTAS DEL SIGLO XX

Zambrano, Campoamor, Nelken: la lucha de las vanguardistas que la historia despreció

¿Quién fue La Colombine? ¿O María de la O Lejárraga? ¿Por qué no hay ninguna mujer en la fotografía de la intelectualidad española de principios del siglo XX?

Foto: Fotografía de María Zambrano.
Fotografía de María Zambrano.

Olvidadas. Silenciadas. Ignoradas por los libros de texto y, por ende, por generaciones y generaciones de estudiantes. Digamos Pedro Salinas. O Luis Cernuda. O Gerardo Diego. Digamos ahora Maruja Mallo. O Margarita Nelken. O María Teresa León. ¿Qué nombres suenan más? ¿Carmen de Burgos o Ramón Gómez de la Serna? ¿María de la O Lejárraga o Gregorio Martínez Sierra? Nombres, los de ellos, leídos y releídos, citados y recitados desde Primaria a la Selectividad, cincelados en la Edad de Plata de la literatura española. Nombres, los de ellas, borrados -total o parcialmente- de la historia y la intelectualidad española, mujeres progresistas que estuvieron a la vanguardia de la cultura y de los derechos sociales en una sociedad -valga la redundancia- con voz masculina dominada por una tradición que tachaba a la mujer de tonta, superficial y perversa.

¿Será por la "inferioridad mental y moral" intrínseca al género? ¿Será por el "enorme influjo que ejercen en la conducta de la mujer sus órganos genitales"?

Casi un siglo después, parece que no existieron. Que no hubo mujeres destacables en el ámbito de las letras o la pintura de vanguardias. ¿Será por la "inferioridad mental y moral" intrínseca al género? (Según "los misóginos españoles que intentaban disuadir a la mujer de toda tarea intelectual") ¿Será por el "enorme influjo que ejercen en la conducta de la mujer sus órganos genitales"? (Según el higienista Pedro Felipe Monlau y el médico Ángel Pulido, entre otros) ¿Será porque "muchas de las características femeniles están reconocidas por su semejanza con las bestias; ante todo, la carencia de la opinión propia"? (Según Paul Julius Moebius en su libro 'La inferioridad mental de la mujer', editado en 1900) ¿Será por ser "fuente del mal, autora del pecado, piedra de la tumba, puerta del infierno, fatalidad de nuestras miserias"? (Según la doctrina eclesiástica heredera de Juan Crisóstomo) ¿O porque, simplemente, la memoria se escribía hasta entonces desde una pluma eminentemente masculina, en una España que -no olvidemos- no concedió a la mujer la equiparación política, jurídica y civil al hombre ni el derecho a voto hasta 1931, con la Constitución de la Segunda República?

Las filósofas Marifé Santiago Bolaños y Mercedes Gómez Blesa indagan en 'Debes conocerlas' (Huso Editorial, 2016) en los porqués de la desaparición de las figuras femeninas de las vanguardias y reivindican la obra de unas intelectuales que, a pesar de alcanzar el éxito en su época, en la actualidad han sido desterradas de la memoria colectiva.

Además, la editorial ha aprovechado para reeditar bajo el título 'Ellas y ellos o ellos y ellas' algunas de las más de 105 novelas cortas de Carmen de Burgos ('La Colombine') una mujer pionera en el mundo de las letras, perteneciente a la Generación del 98, aunque los cánones la hayan acabado omitiendo.

"Si las mujeres del 14 (Clara Campoamor, María de Maeztu, Victoria Kent, Margarita Nelken, María Blanchard, Zenobia Camprubí) fueron las primeras en interiorizar el modelo de la 'garçonne' que se incorpora a la vida pública [...], la verdadera incursión femenina en el ámbito del arte se produjo con las mujeres de la generación del 27 (Maruja Mallo, Concha Méndez, María Zambrano, Rosa Chacel, María Teresa León, Carmen Eva Nelken, Ernestina de Champourcin, Carmen Conde, Remedios Varo, Ángeles Santos, Josefina de la Torre,etc.). Ellas irrumpieron con fuerza en los movimientos vanguardistas de los años 30 y encararon con desenfado el dinamismo de la sociedad que trajo nuevos aires de libertad", recuerdan Santiago y Gómez en 'Debes conocerlas'.

Carmen de Burgos, por ejemplo, representó el ideal de la mujer moderna que lucha por la mejora de la condición femenina. Periodista de raza, fue la primera corresponsal de guerra como cronista del conflicto del Rif. Fue la primera mujer con una columna fija en un diario nacional. Escribió verso, novela, ensayo; tradujo a Ruskin, Salgari y Tolstoi. Colaboró con medios nacionales e internacionales, luchó por los derechos de la mujer -rechazaba el feminismo radical y optó por una vía moderada-, consiguió el reconocimiento de su época y luego... desapareció.

Pioneras en la sombra

A principios del siglo XX, el nombre de Gregorio Martínez Sierra destacaba como renovador de la dramaturgia española, interesado en la exploración del teatro como forma de arte total. Recibió la llamada de Hollywood, que adaptó al cine algunas de sus obras en esa fuga de cerebros que alimentó a la meca del cine en sus primeros años. También "ayudó a redactar manifiestos y a fundar revistas literarias asociadas al Modernismo", "desarrolló un estilo prosístico admirado por otros modernistas e introdujo un nuevo modo de hacer teatro en España, redefiniendo al hacerlo la relación entre feminidad y modernidad". El problema es que, 50 años después de comenzar su producción literaria, se confirmó que "la autora de casi la totalidad de la obra de Martínez Sierra había sido María Lejárraga", su primera mujer, un secreto "confirmado por el círculo más próximo -Cansinos-Asens o Pedro González Blanco-, y con testigos como Juan Ramón Jiménez y Pérez de Ayala", voces indiscutiblemente autorizadas.

El problema es que, 50 años después, se confirmó que "la autora de casi la totalidad de la obra de Martínez Sierra había sido María Lejárraga", su primera mujer

De Burgos o Lejárraga son ejemplos de mujeres que se enfrentaron a ese "modelo femenino del 'ángel del hogar', elaborado desde diferentes instancias discursivas, -como la religiosa, moral, legal y científica-", imperante en la sociedad de principios de siglo. Primero fue la Iglesia. "Desde el ámbito religioso, el mito de Eva como origen del mal y como causa de expulsión del Paraíso ha contribuido enormemente a la proliferación de actitudes misóginas en la cultura occidental. A pesar de la insistencia de algunos teóricos cristianos en que Jesús fue el gran libertador de la mujer al salvar al ser humano, podemos decir que la imagen de la mujer ideada por el Antiguo y el Nuevo Testamento es la de un ser inferior al hombre, creado para estar sometido a él", explican las autoras de 'Debes conocerlas'. "Los tímidos movimientos feministas que reivindicaban una mejora de los derechos civiles y políticos para la mujer y que exigían su incorporación al mundo laboral eran vistos con desconfianza y criticados muy duramente por la Iglesia como enemigos del cristianismo y como destructores de la familia y el matrimonio", concebían "además, a las mujeres como simples sujetos -u objetos- de perversión y lujuria".

Cuando tras la Revolución Industrial la Medicina empieza a desautorizar a la religión, "a grandes rasgos, el discurso antifeminista del siglo XIX no hace sino modificar los argumentos que justificaban la marginación, trasladarlos de la religión a la ciencia y del pecado original a la natural inferioridad y a la predeterminación biológica de la mujer-madre". La frenología, las teorías sobre la relación de la masa encefálica y la capacidad intelectual, las nuevas corrientes de la Psiquiatría, empiezan a sustituir a la Iglesia como salvaguarda del espacio intelectual en exclusividad para el género masculino.

Zambrano, la "mujer-faro"

Más clemente que con De Burgos o Lejárraga ha sido la historia con María Zambrano. Quizás, dentro de este grupo de olvidadas, una "mujer-faro" que ha sido objeto de rescate en las últimas décadas, coincidiendo con su vuelta a España en 1984, tras medio siglo en el exilio. Una filósofa progresista, premio Príncipe de Asturias y premio Cervantes, con una extensa obra en la que puso los primeros cimientos del feminismo en España. En 1928 escribía algo tan de actualidad como: "La mujer nueva no reniega ni siente rencor por el hombre, pues no se siente esclavizada por él [...]. Ha sido tan rápido el viraje de la mujer en sus exigencias que el hombre descentrado e inadaptado no sabe -generalmente- o no quiere colmarlas. Pero, al menos, ¡que no nos maten!".

Zambrano: "Ha sido tan rápido el viraje de la mujer en sus exigencias que el hombre descentrado e inadaptado no sabe o no quiere colmarlas"

Una figura central sobre la que pivotaron otras mujeres vanguardistas, como Maruja Mallo -"que quiso elevar lo popular a la categoría de arte" a través de la pintura-; o Margarita Nelken, escritora, ensayista y una de las primeras mujeres diputadas por el PSOE en la Segunda República; o María Teresa León, escritora, ilustradora y revolucionaria hasta la médula. Nombres y apellidos que, si no reivindicados -eso entra ya dentro de la conciencia individual- sí deben al menos ser rescatados del ostracismo al que el tiempo y la historia las ha relegado. Porque, aunque luego las borrasen de la foto, demostraron no tener ni un pelo de tontas, superficiales y perversas.

Olvidadas. Silenciadas. Ignoradas por los libros de texto y, por ende, por generaciones y generaciones de estudiantes. Digamos Pedro Salinas. O Luis Cernuda. O Gerardo Diego. Digamos ahora Maruja Mallo. O Margarita Nelken. O María Teresa León. ¿Qué nombres suenan más? ¿Carmen de Burgos o Ramón Gómez de la Serna? ¿María de la O Lejárraga o Gregorio Martínez Sierra? Nombres, los de ellos, leídos y releídos, citados y recitados desde Primaria a la Selectividad, cincelados en la Edad de Plata de la literatura española. Nombres, los de ellas, borrados -total o parcialmente- de la historia y la intelectualidad española, mujeres progresistas que estuvieron a la vanguardia de la cultura y de los derechos sociales en una sociedad -valga la redundancia- con voz masculina dominada por una tradición que tachaba a la mujer de tonta, superficial y perversa.

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