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"Que destruyan TVE con un misil", la transición a ritmo de rock radical vasco
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"Que destruyan TVE con un misil", la transición a ritmo de rock radical vasco

El realizador catalán Kikol Grau construye un relato crítico sobre la transición y el auge del neoliberalismo con imágenes de Youtube y letras de Eskorbuto y La Polla Récords

Foto: El grupo vasco 'Eskorbuto'
El grupo vasco 'Eskorbuto'

Kikol Grau (Barcelona 1971) fue quinqui de barrio antes que punk. “Pero no en plan El Torete y El Vaquilla”, aclara. Su rumba fue el punk desesperado de Eskorbuto y los conciertos de Últimos de Cuba en la plaza Sóller de Nou Barris. En los años 90 trabajó como realizador en ‘Metrópolis’ y cuando desapareció el programa de TVE-2 se animó a estudiar la carrera de Historia. Allí empezó a montar documentales en los que enfrentaba letras de grupos punk e imágenes televisivas de los últimos 40 años. El resultado dinamita los libros de historia.

Las más macabras de las vidas’ es un contrarrelato de la transición española estructurado a partir de las letras de Eskorbuto. Imágenes de la policía dando porrazos a gente que porta el féretro de un etarra, anuncios del Banco de Bilbao en colisión con cadáveres por las calles de la ciudad, el rey Juan Carlos explicando, en inglés, que nunca criticará a Franco, la célebre ‘Es un crimen’ de Eskorbuto ilustrada con un victorioso Felipe González, controles policiales en carreteras secundarias, José Barrionuevo, kale borroka, más porrazos... El profesor le puso un diez en la asignatura de Historia y Cine.

'Es un crimen', de Eskorbuto

"La transición española hasta ahora se ha explicado a través del discurso oficial de Victoria Prego en aquella serie de televisión de trece capítulos (‘La Transición’, 1993) que se construyó antes de que acabara la Transición. Al ponerme a estudiar me dije: voy a contar mi versión", explica. Kikol busca en la basura material reciclable: principalmente, en archivos público y Youtube. No tiene derechos sobre ninguna imagen, de modo que no puede presentarse a festivales. Aun así, el de Cine Internacional Distrital de México DF proyectó ‘Las más macabras de las vidas’. "Allí viví la abdicación de Juan Carlos y la peña se descojonaba. ¡Qué país tenéis, colega!", le decían. Y acaba de llegar de Lisboa. "Allí se reían de mí: ‘¡Pero si aún tenéis rey!’, decían. No saben si las noticias que ven de España son reales o si es ‘Muchachada Nui’", informa.

Sus 'collages' experimentales y a bocajarro punk no son para todos los públicos. "Mi familia siempre me dice: ‘¡a ver cuándo haces una película buena como el Bayona!’", confiesa. Pero el festival de documentales Dock Of The Bay de Donosti le otorgó el máximo galardón en su edición de 2015. "Competía con una peli sobre Alice Cooper y con otra sobre Mike Oldfield hechas con un montón de pasta. Llegué allí y dije: ‘¡A tomar por culo Mike Oldfield!’". El interés que despertó ‘Las más macabras de las vidas’ le ha animado a montar otras dos sobre Cicatriz (‘Inadaptados’) y La Polla Récords (‘No somos nada’). Una por año; a velocidad punk. Las tres se proyectan esta semana en el festival barcelonés de cine documental musical In-Edit.

Videoclip de 'No somos nada', de La Polla Récords

La última, ‘No somos nada’, amplía la mirada al contexto mundial. Y las letras de Evaristo casan con suma facilidad con las imágenes de Aznar y el trío de las Azores, la fiebre consumista, la asfixia que la Unión Europea aplica a sus habitantes, el aumento de la vigilancia, la decadencia de la monarquía... El cancionero de La Polla ofrece un vibrante contrarrelato de nuestro tiempo.

PREGUNTA. ¿Quién le metió en el punk?

RESPUESTA. Siempre que veo documentación sobre los 80 en Barna pienso: ‘¿Y yo por qué no salgo aquí?’. No sé si éramos conscientes de ser punks. Éramos la realidad obrera de paro en Barcelona. A mí los Sex Pistols me parece un grupo bastante malo que ha tenido repercusión por ser anglosajón. Al fijarme en lo que ocurrió en distintas zonas de España decía: ¿por qué no hay nada sobre esos grupos? La arena del desierto estaba borrando lo que había sucedido en mi juventud.

P. ¿Qué le enseñó el punk? ¿También ha sido su escuela?

R. Tanto el punk como la carrera de Historia me han enseñado a criticarlo todo y a no fiarme de nada, de ningún dato y ningún documento. Al entender las letras, el punk me hacía entender unas realidades diferentes a las que se solía contar. Y la dureza de las letras de Eskorbuto me hacía pensar: ‘Qué vida deben tener estos para ir tan a saco con las letras’. De todos modos, en esa época yo era muy descerebrado y no sé si tenía el coco preparado para ser crítico. Ha sido luego, con el tiempo, cuando pillas los datos y los pones en su sitio. Una vez fui en una Vespino a ver a Eskorbuto a un club en la carretera de Castelldefelds. Iba todo ilusionado y salieron muy puestos, tocaron apenas tres canciones, volvieron a intentar empezar y se fueron. Eso sí me hizo ver otra realidad: ‘¡Esto no es música! ¡Es otra cosa! ¡Esto es una mierda!’. Ha sido el peor concierto de mi vida. Bueno, una vez que quería ligar me llevaron a ver a Fangoria, pero no puede aguantar y me fui sin ligar. No tengo esas tragaderas.

P. ¿Qué más ha aprendido en la carrera para sus documentales?

R. Intento documentarme y si alguien me dice que me he equivocado en algo, lo cambio. Las películas no están cerradas. Encontré unas declaraciones de Fraga que hizo un día después de los sucesos de Vitoria del 76, cuando entró a tiros la policía y se cargó a varios trabajadores. Eran muy duras. Hablaba de que no iba a permitir… ¡Acababan de entrar a tiros! Las añadí porque las imágenes anteriores eran las de su entierro. ¡Joder, estamos enterrando con honores de estado a gente que ha hecho actos como mínimo criticables!

P. Entonces, ¿son documentales de duración variable?

R. ‘Las más macabras de las vidas’ duraba 46 minutos, pero me la pillaron en el Festival de Cine Europeo de Sevilla y tenía que durar 50 minutos. Por eso tiene dos principios y tres finales. ¡No sabía ya qué coño meterle para estirar!

P. Arma Sus documentales con imágenes caseras o de informativos que has tomado de youtube y a las que borras el logotipo del canal. Pero no los borras todos. ¿Por qué? ¿Tienes acuerdo con alguna cadena?

R. Intento borrarlos todos, pero es un currazo y alguno se me escapa. Yo hago cine pobre y no saco un duro. Intenté que me dieran acceso a los archivos de Televisión Española para poder trabajar en una legalidad y al ver lo difícil que era y lo caro que es comprar esos derechos, decidí tirar a la brava. He hablado con algún abogado y me dice que yo no he forzado ninguna puerta ni ninguna ventana. Eso está ahí. Pero tengo que ser consciente de que no puedo intentar rentabilizarlo. Y ahí tengo la moral bastante tranquila porque lo estoy cumpliendo. Filmin quiere poner ‘Las más macabras de las vidas’ durante el Festival L’Alternativa y he conseguido que la pongan de gratis.

'La transición', de TVE

P. ¿Qué sentido tiene que Televisión Española bloquee el acceso a unos archivos que pagan todos los contribuyentes?

R. Es un coñazo. Tendría que haber un montón de realizadores pudiendo acceder a esos archivos y que cada uno construyera su versión. La BBC sí que te da acceso. Yo estoy esperando el día, y ahora voy a soltar una de esas mías, que destruyan con un misil Televisión Española y que se construya de cero. Con las mismas imágenes que salen en la serie de Victoria Prego se podrían escribir cuatro o 400 relatos diferentes. ¿Por qué Victoria Prego tuvo acceso a esos archivos y no lo tiene nadie más? Hace un rato me contaba un amigo que por un minuto te piden 800 euros. Es una barbaridad. Alguna mente ahí dentro tiene claro que todo esto debe estar cerrado.

P. Parece que ha llegado el momento de discutir el relato de la transición que nos han inculcado. El Macba inaugura una exposición, ‘Gelatina dura’, que elabora una visión crítica de los 80 en España. ¿Discutir un relato del pasado escuece menos que analizar el presente?

R. Cuando hablas del pasado, aunque sea reciente, todo el mundo te suelta: ‘¡No seas pesado! ¡Esto ya está más que explicado!’. No está explicado, pero te han hecho creer eso. Por eso las reacciones son ‘no me comas la olla con nada’ o ‘eres un pesado por irte a buscar cosas del pasado y reinterpretarlas’. En España ha habido grupos muy importantes, pero nadie hace nada. Y lo mismo con el cine. El cine de la transición era muy interesante y fue barrido por la ley Miró del 82 que hizo el PSOE. Era no hables de política y vamos a pagar películas de escritores en plan El espíritu de la colmena y Las bicicletas son para el verano, a poner dinero para crear una industria y a barrer películas como Rocío, de Fernando Ruiz Vergara, para construir otro discurso. Así pasa en todo: en la música, en el cine… En España a Lorca se le metió un tiro y Dalí funcionaba porque era amiguito de Franco. Y entonces te preguntas: ¿qué cojones de cultura estamos construyendo en este país?

P. ¿Qué explica aquel punk estatal y el rock radical vasco de los años 80? ¿Unos tiempos heroicos o una derrota?

R. Creo que la derrota la vivió todo el mundo cuando no se apoyó la República y el golpe militar de Franco llenó de cunetas España. Ahí pasó algo muy gordo. Pero lo más gordo fue tener que soportarlo 40 años. La canción que da título al documental de La Polla, ‘No somos nada’, ya lo dice claro: ‘Somos los nietos de los obreros que nunca pudisteis matar’. Pero la derrota quizá la estemos viviendo actualmente con esta desesperación y este no future. Los chavales se cagan en todo igual, pero lo hacen a través del facebook. Aquellos grupos al menos odiaban desde la música y dejaron constancia de algo. Yo los veo como un triunfo. Dejaron cosas que 40 años después se siguen escuchando. Fue una batallita de la que, como homenaje, me gustaba dejar un documento para que las generaciones venideras puedan ver que hubo esto. Para que no se olvide.

Kikol Grau (Barcelona 1971) fue quinqui de barrio antes que punk. “Pero no en plan El Torete y El Vaquilla”, aclara. Su rumba fue el punk desesperado de Eskorbuto y los conciertos de Últimos de Cuba en la plaza Sóller de Nou Barris. En los años 90 trabajó como realizador en ‘Metrópolis’ y cuando desapareció el programa de TVE-2 se animó a estudiar la carrera de Historia. Allí empezó a montar documentales en los que enfrentaba letras de grupos punk e imágenes televisivas de los últimos 40 años. El resultado dinamita los libros de historia.

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