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Paula Bonet renace de entre las sombras en su trabajo más ambicioso
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Paula Bonet renace de entre las sombras en su trabajo más ambicioso

La artista valenciana publica 'La Sed', una obra donde texto, ilustración, óleo y aguafuertes se entrelazan para hablar sobre desamor, mujeres, soledad, erotismo y libertad

Foto: Paula Bonet publica nuevo libro: 'La sed' (Lunwerg)
Paula Bonet publica nuevo libro: 'La sed' (Lunwerg)

"Lo humano es estar solo", dejó escrito Clarice Lispector. Pero hasta conseguirlo y renacer, hasta conseguir "ser una, entera y sólida", los terremotos, los temblores, el miedo a la libertad y a la soledad y el dolor nos vacían entre convulsiones negras. Muy negras. 'La sed' (Lunwerg), el nuevo libro de Paula Bonet, es eso "que no deja pensar con claridad". Pero también, como cantó Sabina, una mala gripe que había que pasar para encontrar en uno mismo nuestro propio refugio.

La artista valencia, considerada una de las grandes ilustradoras del momento tras el éxito de 'Qué hacer cuando en la pantalla aparece The End' y '813', vuelve con un nuevo trabajo más crudo, descarnado y oscuro. Su paleta se ha apagado y vaciado en los negros y los ocres, y sus reflexiones, profundamente personales y metafísicas, demuestran la evolución de una mujer que rompe con el miedo a través de un gran poema visual en el que texto y dibujo conforman, juntos y con una interferencia mutua imprescindible, el trabajo más maduro y ambicioso de Bonet.

La ilustración se da la mano en 'La sed' con la pintura al óleo y el grabado -técnicas con las que confiesa se siente más cómoda-, a las que dota de un significado psicológico que agranda la desolación y la resurrección de la que habla esta obra. Pese a las apariencias estilísticas, Bonet asegura que no ve un gran cambio de estilo en su trabajo. "La pintura al óleo y el grabado es lo que he hecho siempre. La ilustración ha llegado a más gente, pero es un trabajo que he hecho únicamente los últimos cuatro años. De alguna manera me absorbió y me hizo verme en un bucle en el que no estaba del todo cómoda. Tenía ganas de volver a pintar y a grabar. Realmente ha sido un proceso natural. Y tampoco hay un cambio brusco de contenido entre 'The End' o 'La Sed", explica a El Confidencial.

'La Sed' desmembra en diez partes el renacimiento de una mujer. Sin temor y sin edulcorante. El dolor desgarra. Presiente la muerte, la rotura, el suicidio y la jaula. Pero también anuncia un nuevo inicio, porque esa sed que incendia el cuerpo es también la que marca la resurrección. Bonet ha huido del miedo y ha levantado una estatua visual y literaria a la (mal vista) soledad. Lo hace apoyándose en grandes mujeres que han influido en su modo de ver el mundo, desde Linspector a Anne Sexton, Sylvia Plath, Virginia Woolf, Teresa Wilms Montt o Virginia Ocampo. La artista las llama sus "despertadoras", y lo son tanto como Lupe y Monique, los trasuntos de Bonet que protagonizan el libro, y Teresa, el nuevo yo en el que se convierten.

A través de ellas, Paula Bonet sigue golpeando. Sus azules y rosados son ahora colores pesados cargados de dolor pero con la luminosidad que marca una nueva y necesaria senda. 'La Sed' arranca cruda e ingenua. Impulsiva y hecha añicos. Los aguafuertes demuestran esas cadenas y corsés que oprimen en una relación tóxica de la que no se puede escapar. Esa relación que vacía "por la boca y por los ojos cada vez que te recuerdo". El dibujo da paso a los primeros vuelos y las primeras recaídas, porque, en definitiva, 'La Sed' habla de esos terremotos y sus réplicas que nos sacuden internamente. La metáfora le vino a Bonet cuando sufrió su primer seismo -de 8,5º, recalca- en Santiago de Chile mientras trabajaba en el libro. Entonces vio que "son como las relaciones. Piensas que todo está bien, pero se puede derrumbar en cualquier momento". El último tramo es abstracto, hecho en óleo y barridos de aguarrás, tan maleables, azarosos y deformados como lo es renacimiento. La sed abrasadora da paso a la sed del ansia por nuevas experiencias. A la sed irrefrenable y sin mochilas, al menos de momento, y, sobre todo, sin miedo.

Por el fin del patriarcado

"Vivimos en un contexto que nos educa en el miedo. Me he dado cuenta en estos años, sobre todo cuando mi trabajo se empezó a conocer, que tenía miedo a hablar, entre otras muchas cosas. Era una cuestión de miedo y de género. Veía a mis compañeros, en la misma situación, con otro tipos de miedos y la sociedad, el público o la crítica los recibían de otra manera. Nosotras parecía que teníamos que excusarnos por el hecho de que nos fuera bien o por permitirnos hablar. Este libro intenta romper con ese miedo", asegura Bonet.

Porque 'La Sed' es un libro femenino y feminista que quiere también quebrar el patriarcado, la misoginia y la dependencia. Que quiere terminar con las etiquetas y las definiciones a partir del otro... siempre de género masculino. Con esos marchamos que, como recuerda Paula Bonet, hacen que histeria signifique útero porque antiguamente esta 'enfermedad' era puramente femenina y la 'sufrían' las mujeres solteras o viudas privadas de sexo. El viejo estigma de la soledad (de la mujer madura soltera, de la mujer que no quiere tener hijos, de la que no quiere una boda o una pareja, de la que antepone su carrera, de, de, de...).

"A nosotras se nos educa en el amor de una manera absolutamente patriarcal. Que una relación se vaya a la mierda es un fracaso. Me he dado cuenta que me he definido siempre a partir de los hombres que estaban a mi lado: mi pareja, mi maestro... No quiero que se nos defina por nuestro contexto. Es necesario reivindicar la soledad y tener un voz propia. Hablar de nosotras mismas y no sobre lo masculino que nos pueda salpicar. Desde que te defines desde el yo, emocional y sexualmente das y recibes más. Al final de lo que se trata es de que haya igualdad, que es algo que nos beneficia a las mujeres y, lógicamente, a los hombres", añade con rotundidad.

La angustia, el sexo, la muerte y el suicidio están también muy presentes en 'La Sed'. Atenazan, escribe, el refugio "que llevo tantos años construyendo, sola, a golpe de herida y salto mortal, a fuerza de sangrados vaginales, laceraciones, desgarros y lobos de ojos brillantes. Como los lobos inflijo dentelladas a mis presas y he conseguido privarles del poder que el patriarcado me hacía otorgarles: sigo siendo mi propio refugio".

Esa es la libertad finalmente. Entender que "hay otras maneras de amar muchos más sanas para las dos partes de la pareja. La posesión al final mutila al otro y empobrece la relación", reflexiona Bonet, que lanza el ideal perfecto. "Creo que amar a alguien como se ama a una idea seguramente es utópico, pero maravilloso". Porque la sed también da alas a la 'locura', aunque, como escribe Paula Bonet, "¿qué significa exactamente estar cuerda?".

"Lo humano es estar solo", dejó escrito Clarice Lispector. Pero hasta conseguirlo y renacer, hasta conseguir "ser una, entera y sólida", los terremotos, los temblores, el miedo a la libertad y a la soledad y el dolor nos vacían entre convulsiones negras. Muy negras. 'La sed' (Lunwerg), el nuevo libro de Paula Bonet, es eso "que no deja pensar con claridad". Pero también, como cantó Sabina, una mala gripe que había que pasar para encontrar en uno mismo nuestro propio refugio.

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