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Christopher Walken, vida y milagros del gran dinamitero de Hollywood
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Christopher Walken, vida y milagros del gran dinamitero de Hollywood

De 'El cazador' a 'Pulp Fiction'. El festival homenajea a una de las últimas grandes leyendas del cine americano

Foto: Christopher Walken en Sitges (EFE)
Christopher Walken en Sitges (EFE)

Una cosa es ser un 'robaescenas' -esos secundarios que aparecen brevemente en un filme y le roban el show al protagonista- y otra cosa es ser un 'dinamitapelículas', como Christopher Walken (Nueva York, 1943), que está estos días en Sitges para ser homenajeado por el festival de cine. En efecto, como protagonista o como secundario, Walken ha pasado a la historia del cine por interpretar varias escenas demoledoras.

Lo que no quita para que el actor neoyorquino se dedique ahora a quitar hierro tanto a su método como a su paso por la catedral americana de la interpretación, el Actors Studio de Nueva York. "Me convertí en actor por accidente y no estoy seguro de que se pueda enseñar a actuar. El Actors Studio era un buen lugar para ligar. Llevo veinte años sin ir por ahí, pero no importa, uno es miembro de por vida, como si fuera el Tribunal Supremo".

'El cazador'

El mito de Walken viene de 'El cazador' (Michael Cimino, 1978), filme sobre veteranos taladrados de Vietnam cuya grandeza casi queda sepultada por el aura mítica de una de sus secuencias: la de Christopher Walken jugando a la ruleta rusa en una jaula del Vietcong. Ojo al dato: en esa escena también salía Robert de Niro, pero por algún motivo tendemos a recordar a un Christopher Walken con la mirada de las mil yardas y una mueca de horror helado. El Oscar al mejor actor secundario de ese año fue para él.

Luego llegaron películas como 'La zona muerta' (David Cronemberg, 1983), 'El rey de Nueva York' (Abel Ferrara, 1990) y 'El funeral' (Abel Ferrara, 1996), que ayudaron a pulir la leyenda de Walken como especialista en roles inquietantes y amenazantes. También se especializó en secundarios malvados en cintas como la bondiana 'Panorama para matar' (John Glen, 1985).

'Amor a quemarropa'

Llegados los noventa, el nuevo chico más listo de Hollywood -Quentin Tarantino- se dio cuenta de la asombrosa capacidad de Walken para irrumpir en mitad de una película y dinamitarla por dentro, así que le confeccionó dos trajes a medida: en 'Amor a quemarropa' (dirigida por Tony Scott y escrita por Tarantino en 1993), Walken, en el papel de sicario de la mafia, declamaba uno de esos monólogos torrenciales marca de la casa. "Compartí esa escena con Dennis Hopper. Cuando acabamos de rodar, me dijo, 'hoy hemos hecho un buen trabajo'. 'Sí', le respondí. Y nos fuimos a cenar juntos... Los actores siempre sabemos cuando lo hemos clavado", recuerda Walken.

Por su parte, en 'Pulp Fiction' (1994) Tarantino jugaba conscientemente con el mito del actor en un monólogo sobre un reloj que era una bomba cómica subterránea. "Eran ocho páginas de guion hablando sin parar. Tenía cuatro meses para preparar el speech. Todos los días durante esos cuatro meses, independientemente de que estuviera trabajando o no, dedicaba una hora a memorizarlo y ensayarlo", cuenta. Y claro, Walken lo volvió a clavar.

'Pulp Fiction'

Una cosa es ser un 'robaescenas' -esos secundarios que aparecen brevemente en un filme y le roban el show al protagonista- y otra cosa es ser un 'dinamitapelículas', como Christopher Walken (Nueva York, 1943), que está estos días en Sitges para ser homenajeado por el festival de cine. En efecto, como protagonista o como secundario, Walken ha pasado a la historia del cine por interpretar varias escenas demoledoras.

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