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Un 'Ben-Hur' anabolizado que huele a catástrofe
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se estrena este viernes 2 de septiembre

Un 'Ben-Hur' anabolizado que huele a catástrofe

Que Timur Bekmambetov, director de 'Abraham Lincoln: Cazador de vampiros' se hubiese puesto a las riendas del 'remake' del clásico de Wyler no hacía presagiar nada bueno

Foto: Fotograma del 'remake' de 'Ben Hur'
Fotograma del 'remake' de 'Ben Hur'

Seguramente, al tiempo que usted lee este artículo más de un ejecutivo de cuentas de Paramount y Metro Goldwyn Mayer (MGM) está dejándose las rodillas en el reclinatorio y las yemas de los dedos en el rosario a la espera de un milagro mariano. O de quien sea, pero un milagro, por Dios. El pasado 19 de agosto se estrenó en Estados Unidos la nueva versión anabolizada y 'tróspida' del clásico dirigido por William Wyler y protagonizado por Charlton Heston que batió 'records' de taquilla allá por 1959.

Y como un hermano menor díscolo, improductivo e híper estimulado frente a un hermano mayor exitoso y que ya tiene la vida encarrilada, la readaptación del libro de Lew Wallace se ha dado de morros contra el suelo en sus dos primeras semanas en la cartelera estadounidense; menos de 9 millones de euros recaudados en su fin de semana de estreno y menos de 37 millones acumulados en todo el mundo. Y eso, con un presupuesto de más de 90 millones de euros, sin contar con la inversión en la campaña publicitaria. 'Ben-Hur' vuelve a la arena, pero se le mete en los ojos. La tabla de salvación del naufragio: el estreno en Europa y el resto del mundo en las próximas semanas. Y que sigan las jaculatorias.

Tráiler de 'Ben-Hur' (2016)

Este viernes 2 de septiembre, la nueva adaptación -con aspiraciones a 'blockbuster'- de la historia de Judá Ben-Hur fondeará en las pantallas españolas arrastrada por una corriente de opinión -tanto de la crítica como del público- que no parece que vaya a evitar el hundimiento. Si todo sigue como preven las cábalas cinéfilas, la hostia -en su acepción de "cosa que se ofrece en sacrificio"- va a ser de órdago. El filme puede superar el fracaso de 'Warcraft', que en su primer fin de semana recaudó 21 millones de euros en Estados Unidos, cuando contó con una inversión de 143 millones. Y a pesar de estas cifras, muchos medios auguran a 'Ben-Hur' el título del gran batacazo del verano; en las oficinas de Paramount y MGM huele a sacrificios humanos.

Hace tiempo que el empirismo viene demostrando que los años dorados de los 'remakes' han terminado

Una serie de catastróficas decisiones

Primero, porque hace tiempo que el empirismo viene demostrando que los años dorados de los 'remakes' han terminado. Para muestra, botones a go-go: 'Cazafantasmas', 'Independence Day', 'Divergente', 'Alicia a través del espejo' o 'Las crónicas de Blancanieves: el cazador y la reina del hielo', entre otras, han sido estrepitosas, cuanto menos, decepciones. Y decepciones de las caras.

Segundo, porque aunque el 'Ben Hur' de 1959 fue la decimocuarta película más taquillera de la historia en su momento y el 'Ben Hur' (1925) de Fred Niblo salvó a los estudios de Samuel Goldwyn, el gusto de los espectadores actuales ha cambiado y no queda muy claro el público objetivo de esta superproducción: los amantes de los clásicos de Wyler y Niblo reniegan del 'remake' y lo califican como innecesario, mientras que las audiencias más jóvenes no son las más interesadas en los dramas históricos con continuas referencias bíblicas.

Los protagonistas Jack Huston, Toby Kebbel y Rodrigo Santoro no son demasiado conocidos para el gran público

Y si a eso le añades unos protagonistas - Jack Huston, Toby Kebbel y Rodrigo Santoro- no demasiado conocidos para el gran público, a Timur Bekmambetov, responsable de 'Abraham Lincoln: cazador de vampiros' -y aquí es donde las comparaciones son más odiosas- como director, y a un Morgan Freeman -que admite sin tapujos aceptar muchos, muchos papeles alimenticios- como un caíd con rastas que ha provocado la hilaridad de la crítica, las posibilidades de esquivar el cataclismo merman. Paul Dergarabedian, analista de comScore -una de las empresas de medición de audiencias más punteras a nivel mundial-, afirmaba en 'The wrap' que "hay que tener huevos para poner esa cantidad de dinero en una película como ésta, que, hay que reconocerlo, no es muy comercial".

Judá Ben-Hur (Huston) es un príncipe de Judea, hijo de una familia noble y rica que busca vengarse de su hermano adoptivo Messala (Kebbell), ahora oficial del ejército romano, quien le acusó falsamente de traición y le envió como preso a las galeras, donde Judá pasó varios años. De ahí, peleas, carreras, batallas y un par de encuentros con Jesucristo que le cambian la vida.

Pero si las anteriores versiones contaban con unos personajes perfilados con profundos dilemas morales, la versión de Bekmambetov se adapta a los nuevos tiempos a base de diálogos hablados de forma totalmente contemporánea, mucha violencia implícita lavada para todos los públicos, un exceso de citas pretendidamente bíblicas esparcidas acá y acullá y una falta absoluta de espiritualidad o pretensión de ella. Acción, frenetismo y choques de coches -de cuádrigas- que se llevan, de momento, una nota de 4,0 en Filmaffinity, 5,6 en IMDb, 3,8 en Metacritic y sólo un 27% de votos positivos en Rottentomatoes. Complicado de remontar.

Una nota de 4,0 en Filmaffinity, 5,6 en IMDb, 3,8 en Metacritic y sólo un 27% de votos positivos en Rottentomatoes. Complicado de remontar

En su momento, tanto el 'Ben Hur' de 1925 como el de 1959 tuvieron unos presupuestos sin -casi- precedentes en la época que permitieron rodar secuencias tan faraónicas como la carrera de cuádrigas o la batalla de las galeras, por lo que la película de Bekmambetov necesitaba rebasar en espectacularidad, tamaño y medida -o desmesura-. Pero cuando una de las escenas más icónicas de la historia del cine acaba convertida, como han definido algunos críticos, en 'Fast & Furious: cuádrigas a todo gas' y en un exceso de efectos digitales pantagruélico, la ofensa cinéfila se multiplica y la piedad y la misericordia -ese mensaje cristiano en el que quiere incidir de forma un poco burda una y otra vez la nueva película- dejan paso a las plumas viperinas. Y sin olvidar añadir a la ecuación un tema pop de lo más moderno en los créditos finales a cargo de Andra Day, un 'remake' de Rihanna.

Una película ya nacida con el pecado original de intentar rehacer el clásico de Wyler -sin Wyler, sin Heston, y sin trasfondo gay subyacente-, vaciarlo de contenido para hacerlo más digerible y adornarlo con capas y capas de efectos digitales hasta dejarlo irreconocible, por cuya culpa será condenada, aparentemente, a morir de hambre en la taquilla, fustigada por el público y apedreada por la crítica.

Seguramente, al tiempo que usted lee este artículo más de un ejecutivo de cuentas de Paramount y Metro Goldwyn Mayer (MGM) está dejándose las rodillas en el reclinatorio y las yemas de los dedos en el rosario a la espera de un milagro mariano. O de quien sea, pero un milagro, por Dios. El pasado 19 de agosto se estrenó en Estados Unidos la nueva versión anabolizada y 'tróspida' del clásico dirigido por William Wyler y protagonizado por Charlton Heston que batió 'records' de taquilla allá por 1959.

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