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Fascista, espía y 'estrella' de la BBC: la pintoresca vida del jefe de James Bond
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el hombre llamado 'm'

Fascista, espía y 'estrella' de la BBC: la pintoresca vida del jefe de James Bond

Ian Fleming recibió la inspiración necesaria para encontrarle a su agente secreto un patrón a su altura gracias a uno de los personajes más curiosos del espionaje británico

Foto: 'M' y James Bond durante una de las primeras películas de la saga 007.
'M' y James Bond durante una de las primeras películas de la saga 007.

'Tío Max'. En los años cincuenta del siglo pasado el hombre así conocido mantenía en vilo las sobremesas dominicales en el Reino Unido gracias a su programa en la BBC. Un espacio radiofónico, pionero, dedicado a las cuestiones relacionadas con la Naturaleza. Después del almuerzo del domingo, el ritual de muchos hogares británicos pasaba por conectar el aparato de radio y escuchar los consejos y anécdotas del popular ‘speaker’ de la cadena pública, que acercaba a miles de familias asuntos del mundo animal de una manera divertida y divulgativa.

Pocos, muy pocos, sabían que detrás de la voz simpática de ‘Tío Max’ se encontraba uno de los ‘cerebros’ de los servicios de inteligencia británicos que desde una treintena de años antes había estado ligado de una u otra forma al tortuoso mundo del espionaje. De la misma manera que apenas otro puñado de nombres eran capaces de desvelar que el jefe de un glamuroso espía literario recién nacido, James Bond, se inspiraba en aquel hombre que los domingos por la tarde daba consejos sobre cómo alimentar pájaros, montar en llama o cómo salir indemne en caso de toparse con un león. Todas esas facetas se daban cita en la azarosa vida de Charles Maxwell Knight.

Sus inicios en el espionaje habían llegado de la forma más pintoresca que podía esperarse. Knight, nacido en 1900, había ingresado como cadete de la Marina en 1915. Durante el último año de la Primera Guerra Mundial había servido en la Reserva Naval. Pero las expectativas no debían ir con su carácter. Para entonces ya había dado muestras del ‘pintoresquismo’ del que haría gala toda su vida, incluyendo el relacionado con su amor por los animales, exacerbado hasta el punto de acoger en su vivienda perros o lemures.

Así que, ya fuera de la disciplina militar, Knight se ganó el jornal como profesor de escuela y periodista ‘freelance’. Lo que no podía pensar es que su vida iba a cambiar cuando en 1924 decidió apuntarse al primer grupo fascista británico, los British Fascisti, creado por la explosiva Rotha Lintorn-Orman. Apenas recién afiliado y con 24 años, la jefa del movimiento puso en sus manos la responsabilidad de la División de Inteligencia, un nombre que daba cobertura a la búsqueda de información sobre los adversarios políticos y el contraespionaje para evitar ‘topos’ y soplones dentro del partido.

El joven Knight se puso manos a la obra y pronto comenzó a producir dossieres y a supervisar a miembros de la formación que habían conseguido infiltrarse en otras organizaciones y sindicatos. Durante tres años montó un operativo de inteligencia que no pasó desapercibido para otros. En 1926 su nombre fue incluido en la lista de dirigentes fascistas británicos proporcionada por dos confidentes al Special Branch de la Policía y al Foreign Office. No fueron los únicos, porque también llamó la atención de Desmond Morton y Vernon Kell, dos altos responsables del servicio de inteligencia de la época. Por esas fechas los informes apuntaban a que Knight, con unos medios muy modestos, había conseguido levantar una red propia, camuflada como agencia de detectives, compuesta por un centenar de miembros y que contaba incluso con infiltrados en el Partido Comunista de Gran Bretaña.

Así que pronto fue reclutado y empleado en la huelga general de 1926. Durante un breve tiempo compaginó las dos labores aunque terminó decantándose por el servicio de inteligencia británico, en el que pronto ganó posiciones. La Policía llegó a sospechar de que sus hombres y él estaban detrás de una oleada de allanamientos a sedes del Partido Comunista y del Partido Laborista en Escocia por cuenta del Partido Conservador. En los años 30 Knight fue colocado al frente del departamento B5b, una unidad encargada de supervisar la subversión política. Al frente de una serie de hombres y mujeres escogidos, ‘M’ o ‘Max’, como era conocido por sus subordinados, desarrolló su peculiar estilo.

Su principal tarea consistió en volver a infiltrar al Partido Comunista. Una misión para la que reclutó entre los círculos fascistas, en los que era bien conocido. Al mismo tiempo, no dudó en colocar a sus informantes en organizaciones como la British Union of Fascists (BUF) o en clubes y asociaciones simpatizantes de la Alemania hitleriana. Del éxito de ambas misiones dan prueba, por una parte, que fue de los primeros en advertir acerca de cómo el espionaje soviético había colocado a agentes en altos puestos de la Administración y del periodismo en alusión a los cinco de Cambridge y, por otra, cómo desarticuló varias redes de espionaje progermano con el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Su conocimiento de ese ámbito político, muy directo, fue clave para desarrollar la regulación 18-B de defensa que permitió el internamiento de sospechosos de 'quintacolumnismo' a favor de Alemania.

Mientras tanto, Knight siguió llevando una vida de lo más pintoresca. Apasionado de la ornitología, la zoología y la historia natural, podía pasearse con un lemur y compaginar su labor al frente de B5b con la escritura de ‘thrillers’, la participación en una banda de jazz o su activo papel en la Royal Zoological Society.

Para marcar más las distancias, Knight montó la sede de su departamento en una oficina particular alquilada a nombre de su esposa. Las reuniones con sus agentes tenían lugar en hoteles y pensiones de mala muerte, lejos del relumbrón y del glamour de las películas de espías. Ataviado de forma casi perenne con trajes de tweed y alternando la pipa con largos cigarrillos hechos a mano, ‘M’ reinaba en un ambiente del que Ian Fleming, futuro creador del personaje de Bond destinado en la Inteligencia Naval, no perdió ripio sobre el comportamiento del patrón de ese equipo, con el que mantuvo trato durante la Segunda Guerra Mundial.

Tampoco faltaron las vinculaciones con el satanista Alestair Crowley, tan influyente en ciertos segmentos de la sociedad británica de su tiempo. Al parecer, la esposa de Knight llegó a ser amante del autodenominado 'Bestia 666', con el que Fleming y él habrían intentado influir sobre Rudolf Hess cuando el dirigente nacional-socialista aterrizó en Escocia. Un plan desechado por el alto mando pero no por Fleming, que años más tarde usó al satanista como modelo de su villano, Le Chiffre, en la primera novela de la saga Bond, 'Casino Royale'.

El final de la Segunda Guerra Mundial supuso también un cierto declive en las actividades contrasubversivas de Knight. Tras alertar una y otra vez sobre la infiltración comunista en el espionaje británico, que detonó a principios de los años 60 al conocerse la vinculación de Kim Philby con los órganos de inteligencia soviéticos desde treinta años antes, optó por retirarse y hacer de sus conocimientos naturalistas su principal modo de vida. Así pasó de 'M' a 'Tío Max'.

'Tío Max'. En los años cincuenta del siglo pasado el hombre así conocido mantenía en vilo las sobremesas dominicales en el Reino Unido gracias a su programa en la BBC. Un espacio radiofónico, pionero, dedicado a las cuestiones relacionadas con la Naturaleza. Después del almuerzo del domingo, el ritual de muchos hogares británicos pasaba por conectar el aparato de radio y escuchar los consejos y anécdotas del popular ‘speaker’ de la cadena pública, que acercaba a miles de familias asuntos del mundo animal de una manera divertida y divulgativa.

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