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'El pequeño poni', un grito desgarrador contra el acoso escolar
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en el teatro bellas artes desde el 17 de agosto

'El pequeño poni', un grito desgarrador contra el acoso escolar

María Adánez y Roberto Enríquez, a las órdenes de Luis Luque, protagonizan esta necesaria obra que aborda el 'bullying' a partir del caso real de dos niños acosados por llevar una mochila de la serie

Foto: Luis Luque dirige 'El pequeño poni'
Luis Luque dirige 'El pequeño poni'

Luismi es un niño de nueve años al que le gusta la serie 'Mi pequeño pony'. Va a clase con una mochila de su serie de dibujos preferida, una mochila que más que un lugar donde transportar sus libros y su estuche es su amuleto y su refugio. Pero esa mochila también se ha convertido en una diana en el colegio, ese lugar donde ser el 'diferente' y que te guste una serie de 'niñas', llevar gafas, tener granos, pesar 'de más', ser muy alto o muy bajo puede ser un serio problema. Y algo tan inocente como una mochila con unos ponis rosas y lilas despierta las burlas, primero, y las vejaciones y la violencia más brutal de sus compañeros. Este niño es el protagonista de 'El pequeño poni', pero no es producto de la ficción que han construido Paco Bezerra y Luis Luque. Luismi es un niño de carne y hueso. Existe y tiene, desgraciadamente, muchísimos nombres. Y, en concreto, dos.

En Carolina del Norte, hace apenas dos años, Grayson Bruce, también de nueve años, no pudo entrar a su escuela después de sufrir ataques físicos y verbales repetidos por parte de sus compañeros por llevar una mochila de esta serie de televisión. La dirección del centro lo consideró "detonante de acoso" y acusó al pequeño de "disrupción en el aula". Un mes antes, otro chico de 11 años llamado Michael Morones sufrió un episodio similar por seguir estos dibujos. Intentó suicidarse y hoy sufre daños cerebrales irreversibles por la falta de oxígeno. Sin quererlo, la serie 'My little Pony' se ha convertido en uno de los mayores símbolos de la lucha contra el 'bullying' a nivel mundial.

El dramaturgo Paco Bezerra leyó las historias de estos dos chavales y supo que no podían quedarse en un mero titular de periódico. Se reunió con el director Luis Luque y juntos parieron un texto tan descarnado y real como imprescindible en una sociedad que necesita profundizar mucho más en la lucha contra el acoso escolar. 'El pequeño poni', que se estrena este miércoles en el Teatro Bellas Artes de Madrid (hasta el 16 de octubre) con María Adánez y Roberto Enríquez como protagonistas, es un retrato sensato y necesario sobre el miedo, la soledad, la inseguridad y eso denominado la 'dictadura de la mayoría'.

placeholder 'El pequeño poni' aborda en el teatro el acoso escolar
'El pequeño poni' aborda en el teatro el acoso escolar

Lo interesante de la obra creada por Bezerra y Luque es que se aborda el acoso escolar desde el ámbito familiar. ¿Cómo afrontan los padres una situación tan terrible? "Creo que donde teníamos que ir es al micromundo familiar, que es donde se generan los dioses y los monstruos. En este caso queríamos contar la historia a través de las voces de los padres", analiza el director. 'El pequeño poni', por momentos tan cruda y dolorosa como incómoda en nuestro fuero interno, enfrenta a la madre de Luismi (quien está presente sin aparecer en toda la función), que quiere a toda costa protegerle y justifica esa mayoría y 'lo normal', y a su padre, más visceral y beligerante aunque se le acaba yendo de las manos. Pero en el fondo todo estriba en un planteamiento tan sencillo como poderoso: "aceptar al diferente".

"Se trata de aceptar la diferencia de tu propio hijo. Él la ve aunque no habla de ella y ella la ve, pero no le gusta y la tapa. La bola de nieve se va haciendo más grande hasta que descubren dentro de ellos mismos lo que están haciendo, que es también el punto de luz y de redención que tienen los personajes. En el fondo, nos planteamos si el mundo es un lugar habitable para los diferentes o no, si es colegio es un lugar seguro para los niños que son distintos o no o si las propias casas son lugares seguros para un niño que simplemente elige peinar una muñeca", prosigue Luque.

Lo interesante aceptar que todos somos responsables de las miserias humanas te estén pasando o no a ti

Adánez y Enríquez se incorporaron al montaje cuando solo estaba escrito el primer acto de la obra. "Fue un acto de fe, pero un acto de fe muy fácil porque era de tal potencia y calidad que solo podía llegar a un sitio bueno", asegura el actor sobre una función que ha involucrado a ambos desde el primer momento. "Lo interesante que planeta Paco en este texto es que al final los padres, los niños y todos somos responsables. Aquí no hay ni buenos ni malos aunque no queramos o estemos diseñados para señalar al culpable, porque es más fácil vivir con culpables. Lo interesante aceptar que todos somos responsables de las miserias humanas te estén pasando o no a ti. Lo que pasa es que estamos en una sociedad muy egoísta donde todo el mundo se quiere salvar y nadie se quiere hacer responsable de nada mientras que en su metro cuadrado no le afecte. Y, de repente, en esta función, en ese metro cuadrado, te salpica el mundo en toda su envergadura, porque 'El pequeño poni' habla de eso, de los seres humanos", añade Adánez.

placeholder María Adánez y Roberto Enríquez protagonizan 'El pequeño poni'
María Adánez y Roberto Enríquez protagonizan 'El pequeño poni'

Director y protagonistas coinciden en que cada vez se pone más el foco sobre el acoso escolar e infantil pero todavía queda mucho por hacer y concienciar. "Vivimos en un momento en el que todo se basa en el dinero y en el poder. Si un banco se va a la quiebra, hay que salvarlo porque lo importante es salvar a los bancos, pero no es importante salvar a los seres humanos ni de las pateras ni de la inmigración ni de nada. Vivimos en una sociedad basada en el poder. ¿Dónde queda el ser humano?", se pregunta tajante Adánez abriendo la conversación.

Vivimos en una sociedad basada en el dinero y en el poder. Si un banco se va a la quiebra, hay que salvarlo, pero no es importante salvar a los seres humanos ni de las pateras ni de la inmigración ni de nada

Porque 'El pequeño poni' también exhibe las miserias de los seres humanos ante sucesos tan terribles como este y en un mundo cada vez más extremista. "Estas sociedades avanzas tienen cosas muy hermosas, pero también están generando muchos monstruos, mucha oscuridad y dolor. Y los niños... El niño es un reflejo de la monstruosidad que estamos creando como sociedades avanzadas", analiza Luis Luque, que aboga por una educación que deje el sexismo y el machismo atrás para buscar nuevas fórmulas de atajar y solucionar los conflictos.

"Todos son víctimas", resume por su parte Enríquez, "pero para mí la verdadera víctima es Luismi porque, primero, sufre la agresión de los compañeros de clase en connivencia con el director del colegio, que lo consiente y lo criminaliza. Y, luego, la intolerancia de los padres porque tampoco ven al niño. Es el gran olvidado por todos. Por eso me parece una función inteligente, porque no es un juego maniqueo de buenos y malos, de culpables o inocentes. El único inocente es Luismi". Y esa mochila de 'Mi pequeño pony' que, como él, miles de niños llevan sobre sus hombros en todo el mundo como símbolo de amistad y tolerancia. En el fondo, todos deberíamos colgárnosla ya.

Luismi es un niño de nueve años al que le gusta la serie 'Mi pequeño pony'. Va a clase con una mochila de su serie de dibujos preferida, una mochila que más que un lugar donde transportar sus libros y su estuche es su amuleto y su refugio. Pero esa mochila también se ha convertido en una diana en el colegio, ese lugar donde ser el 'diferente' y que te guste una serie de 'niñas', llevar gafas, tener granos, pesar 'de más', ser muy alto o muy bajo puede ser un serio problema. Y algo tan inocente como una mochila con unos ponis rosas y lilas despierta las burlas, primero, y las vejaciones y la violencia más brutal de sus compañeros. Este niño es el protagonista de 'El pequeño poni', pero no es producto de la ficción que han construido Paco Bezerra y Luis Luque. Luismi es un niño de carne y hueso. Existe y tiene, desgraciadamente, muchísimos nombres. Y, en concreto, dos.

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