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La conjura de los mediocres: Cataluña olvida a Josep Pla
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50 años de 'el cuaderno gris'

La conjura de los mediocres: Cataluña olvida a Josep Pla

Los escritores catalanes reflexionan sobre el silencio en torno a un cronista único que ya ha adquirido el estatus de clásico de la tradición literaria europea del siglo XX

Foto: Fotografía de Josep Pla.
Fotografía de Josep Pla.

El 18 de abril de 1918 André Gide escribió en su 'Diario': "A mí sólo me importa aquello que una generación no se llevará consigo. No intento ser de mi época; intento desbordar mi época".

Poco más de un año después, concretamente el 20 de junio de 1919, un joven Josep Pla (Palafrugell, 1897- Llofriu, 1981) plasmaba la siguiente reflexión en 'El cuaderno gris': "Este cuaderno obedece a la necesidad de tomar partido ante mi tiempo. Si la teoría de Taine fuera cierta en todos sus extremos, yo debería ser un mero producto de mi tiempo. El determinismo ambiental funciona en los escritores que se abandonan a la corriente. Navego contra la corrupción de la corriente. No soy un producto de mi tiempo; soy un producto contra mi tiempo".

Gide, Pla y Stendhal

La coincidencia entre ambos es importante. Gide, siempre polémico pero con la conciencia de su inmortalidad literaria, saldaba cuentas con Jean Cocteau, a quien consideraba demasiado pendiente de la tendencia. En cambio Pla escribía en pleno aprendizaje del oficio, pero ya intuía que el catalán literario debía ir por otros derroteros menos floridos y más precisos. Como bien apuntaba Gabriel Ferrater no es posible redactar casi ochocientas páginas impecables con apenas veintidós años, por eso mismo se entiende que el libro cumbre del ampurdanés, del que ahora se cumple medio siglo de su publicación, inaugure su vastísima obra completa de más de treinta mil páginas porque sintetiza su esencia narrativa, el decálogo invisible de un monstruo de las letras europeas.

Gide y Pla concuerdan asimismo en el desarrollo del concepto de banalidad al rechazar la escritura artística y seguir los parámetros de claridad esgrimidos por Stendhal, quien cuando vacilaba en su estilo recurría al Código Civil Napoleónico para enderezarlo. El catalán era mucho más pragmático y en 'El cuaderno gris' nos define su intención para con la prosa de la siguiente manera: "El drama literario siempre es el mismo; es mucho más difícil describir que opinar. Infinitamente más. Visto lo cual todo el mundo opina".

"El drama literario siempre es el mismo; es mucho más difícil describir que opinar. Infinitamente más. Visto lo cual todo el mundo opina"

Describir y hacerlo con su maestría es un arte tan complicado que si se consigue aúna más virtudes. Pla es un maestro de la frase impecable. Es posible abrir sus libros al azar y dar con un párrafo genial. Algunos le criticaron porque supuestamente escribía sin meditar, con automatismos y nula estructura. Sus textos lo desmienten. Sus textos y toda la intencionalidad que contienen, desde su lúcido humor hasta el mimo absoluto para con la adjetivación.

'El cuaderno gris', el acontecimiento

'El cuaderno gris', como todos los monumentos que marcan un antes y un después, puede leerse desde infinitos prismas. Quien escribe lo disfruta desde el lenguaje y lo enfoca en muchas ocasiones como una novela oculta de Barcelona que asimismo, y ahí Gide y Pla vuelven a encontrarse, marca la pauta de una labor memorialística que en este caso se vuelve más brillante porque la voz del narrador está muy presente aún privilegiando la observación de su entorno. Por eso Pla es un cronista único que sabe de lo imposible de ser objetivo. Sus puntos de vista son suyos y definen una época que puede identificarse con la nuestra por su preocupación por comprender al género humano, desde cuando se palpa el bolsillo interior de la chaqueta en Palautordera para ver si lleva consigo el pasaporte hasta cuando opina que un borracho bien vestido siempre lo parece menos.

'El cuaderno gris', como todos los monumentos que marcan un antes y un después, puede leerse desde infinitos prismas

Cumplido medio siglo de su aparición extraña que en Cataluña no se conmemore la aparición del que, sin duda, es uno de los pilares literarios del Principado. Sería fácil pensar que a Pla le pesa demasiado su labor de espía durante la Guerra Civil, sus colaboraciones con 'Arriba' cuando terminó el conflicto y una supuesta colaboración con el Régimen que desmiente la lectura atenta de sus artículos en 'Destino' y libros como 'Viaje en autobús, volumen de 1942' con una prosa rápida e inteligente muy alejada de la ampulosidad franquista.

La colisión con el pujolismo también explicaría que un nombre tan importante parezca medio olvidado en su tierra natal, tan proclive a organizar años de escritores y a conmemorar con razón Sant Jordi el mismo día en que murió Josep Pla, que nunca aparece en las efemérides de la fiesta del libro. Por eso hemos querido preguntar a escritores, libreros y editores catalanes sobre la cuestión a partir de dos cuestiones.

La primera es comprensible y recibe cierto consenso entre los encuestados. Valentí Puig, autor de 'El hombre del abrigo', el mejor ensayo sobre Pla, cree que conmemorar el medio siglo de 'El cuaderno gris' es un deber como lectores. Jordi Amat, que hace un año publicó en Tusquets el imprescindible 'El llarg procés', considera que es un deber hacerlo porque es libro central del corpus planiano, una obra medular de la cultura catalana contemporánea que lo convierte en un clásico de la tradición literaria europea del siglo XX, un híbrido entre el dietario y la novela como resultado de una serie de procesos de reescritura que solo conocemos parcialmente y muestran la maduración de un alma juvenil dispersa que solo encuentra el sentido de su vida cuando se entrega a la escritura como salvación biográfica.

El libro de Pla es una obra medular de la cultura catalana contemporánea que lo convierte en un clásico de la tradición literaria europea del siglo XX

En la misma línea se inserta la visión de Jordi Gràcia, quien ha tratado a Pla en libros como 'Burgueses imperfectos' (Fórcola). Según el profesor de la UB sigue siendo un libro magistral para percibir las herramientas, las trampas, los brotes y las intermitencias de la maduración intelectual a lo largo de medio siglo, el tiempo real de escritura de un libro donde su autor quiso emular el método de Proust en la 'Recherche', pero desde otros parámetros, ficcionalizados y novelados, de un dietario de juventud.

Xavier Vidal, librero de Nollegiu, cree que 'El cuaderno gris' es la obra de un grande que consigue mezclar géneros como nadie desde una mirada inteligente y libre. Enrique Vila-Matas no es muy partidario de conmemorar, pero celebraría que se festejara la media centuria de 'El cuaderno gris' solo por la atmósfera de injusticias que han ido envolviendo la vida del libro.

La última aportación a esta primera pregunta es de Emili Rosales, escritor y actual editor de Destino, el sello de Pla, quien habla de celebrarlo con su lectura y mediante constantes reediciones tanto en castellano como en catalán para que se recuerde cómo el ampurdanés supo aunar en una obra la observación del paso del tiempo, los tipos, los paisajes y una concepción de la vida y el mundo.

¿Silencio institucional?

La segunda pregunta, mucho más controvertida, despierta entre los inquiridos opiniones más rotundas. ¿Está envuelta la figura de Pla en Cataluña de un relativo silencio hasta el punto de borrarlo de Sant Jordi? Valentí Puig, Enrique Vila-Matas y Jordi Gràcia mantienen posiciones similares. El primero opina que este mutismo se debe a una conjura de mediocres, una fuerza universal que suele ser imparable que se salva con Pla porque tiene lectores en toda la Península y, por suerte, el pujolismo está en camino de desaparecer del mapa.

Pla se salva porque tiene lectores en toda la Península y, por suerte, el pujolismo está en camino de desaparecer del mapa

Por su parte el segundo cree que lo sencillo sería decir que sobre Pla pesa la acusación de ser un conservador recalcitrante. Sin embargo ha pasado demasiado tiempo para que esa tontería prevalezca y argumenta que la causa principal es la envidia, el alma de la confederación de todos los mediocres, algo que asevera con otras palabras Jordi Gràcia, quien añade como causa que la heterodoxia, la libertad y la autonomía política del autor, irónica e ilustrada, impide convertirlo en munición patriótica o en un factor de cohesión social.

La otra postura sobre la cuestión tiene matices más positivos. Según Xavier Vidal, el problema no recae en el 23 de abril porque la cultura catalana no necesita de efemérides para crecer. El problema es que no se celebra a Pla todo el año. Hay que leerlo, no caer en el típico me han dicho que era esto o eso porque su mirada es contagiosa y nos protege del engaño, algo en que coincide con Jordi Gràcia, quien también opina que si para algo sirve Pla es para educarnos sobre las farsas de la existencia y salvarnos de la docilidad unívoca, monoparental o delirante.

Si para algo sirve Pla es para educarnos sobre las farsas de la existencia y salvarnos de la docilidad unívoca, monoparental o delirante

Jordi Amat, quien desde mi modesto punto de vista algún día debería escribir la biografía definitiva de Pla, cree que ningún escritor ha recibido o recibe una atención tan sostenida que ponga de acuerdo a crítica y lectores. Una atención interesada en la obra y la trayectoria del personaje como demostraría la reciente edición de 'La vida lenta' o el ruido causado por la publicación en 2014 de 'Espías de Franco', de Josep Guixá. Además Pla tiene una buena salud académica como evidencian varios estudios y la Cátedra que lleva su nombre en la Universitat de Girona, sin olvidar la Fundación Josep Pla.

Emili Rosales esgrime ideas parecidas y añade que, sin olvidar las constantes ediciones y reediciones, no existe un escritor catalán del siglo pasado tan presente en las librerías y en las referencias bibliográficas, un escritor, añade, que goza ahora mismo de éxito en el extranjero a través de las traducciones de los últimos años en inglés y francés.

El 18 de abril de 1918 André Gide escribió en su 'Diario': "A mí sólo me importa aquello que una generación no se llevará consigo. No intento ser de mi época; intento desbordar mi época".

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