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Yo fui una Spice Girl. La fiebre 'Girl Power' cumple 20 años
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el 8 de julio de 1996 se lanzaba 'wannabe'

Yo fui una Spice Girl. La fiebre 'Girl Power' cumple 20 años

En 1996 un terremoto musical llegado de Inglaterra arrasó en las listas de todo el mundo. Con 'Wannabe' las adolescentes de los 90 quisieron ser una Spice. ¿Y tú quién eras?

Foto: Paula, Lorena, Noelia,Teresa y yo, las "verdaderas" y "únicas" Spice Girls en las Escolapias de Soria
Paula, Lorena, Noelia,Teresa y yo, las "verdaderas" y "únicas" Spice Girls en las Escolapias de Soria

No fue como una ola, como cantaba la Jurado. Aquello fue un puñetero tsunami. Fue de la noche a la mañana. Fue como la fiebre del tamagotchi de los desdoblamientos de personalidad. De un día para otro, los grupos de mejores amigas pasaron a tener un aforo limitado de cinco personas y todas las niñas de entre siete y 12 años suspirábamos por una compañera de clase o una vecina negra, que cotizaban a la alza y daban puntos de genuinidad -si una copia puede ser genuina-. Las que éramos monopolio caucásico nos teníamos que conformar con un corcho quemado, pero nos daba igual; éramos las Spice Girls e íbamos a conquistar el mundo a base de 'girl power'.

El viernes 8 de julio se cumplen 20 años del lanzamiento europeo de 'Wannabe', el primer sencillo de la 'girl band' británica más exitosa de la historia

El viernes 8 de julio se cumplen 20 años -¡20, horror!- del lanzamiento europeo de 'Wannabe', el primer sencillo de la 'girl band' británica más exitosa de la historia. Como cualquier moda rápida, duraron lo que unos granos pre-púberes y la maldita ortodoncia; pasaron menos de cinco años desde el primer lanzamiento hasta su disolución en 2001, que tampoco fue tanto drama porque sus fans ya habíamos entrado en la fase adolescente y estábamos a otras cosas. Como Marilyn Manson y los collares de pinchos, en mi caso. La transición natural.

Primera actuación de las Spice Girls en 'Top of the pops' en 1996

Pero los números no engañan: 'Wannabe' vendió más de ocho millones de copias en todo el mundo y llegó al número uno de las listas en 31 países. Con su primer álbum, 'Spice' -había que machacar el concepto-, vendieron más de 24 millones de copias en todo el mundo y consiguieron ser premio platino 'chorrocientas' -diecisiete, para ser más exactos- veces. Y tan pronto como en 1998, el abandono de Geri Halliwell se convertiría en un drama infantil que superaría a la muerte de un tamagotchi adulto de provecho por un descuido con la higiene.

El paciente cero

Era verano de 1996 y el virus estaba incubando y millones de niñas hacíamos vidas todavía más o menos normales, ajenas a la fiebre que sobrevenía. Ir al colegio con una carpeta lisa o, en su defecto, de dibujos animados. Reconocerte en el nombre de pila que te habían puesto tus padres. Escuchar en el casete las bandas sonoras de las películas de Disney. Gastarte las pesetas de propina en "los chuches". Lo normal.

No recuerdo exactamente cómo empezó todo. No sé cómo cayeron las primeras víctimas. A finales de 1996 la maquinaria de Virgin ya se había puesto en marcha y había comenzado una campaña implacable para conquistar los números uno de cada país. Sólo sé cómo caí yo: la culpa la tuvo Isabel Gemio. La misma. Era noviembre de 1996 y Gemio presentaba 'Sorpresa, sorpresa'. Alguien había llevado a cinco chicas -Andrea, Mónica, Elena, Casandra e Iballa- para que imitasen a su grupo de música favorito, unas tales Spice Girls, una 'girl band' procedente de Londres que ya estaba arrasando en medio planeta pero que en España todavía no era excesivamente conocida. Y allí, en el programa, aparecieron ellas, para sorprender a la chicas y darse a conocer en España.

Y entonces se desató la locura. Si querías ser alguien en la vida, tenías que pedirte a una. Eras la deportista, la pelirroja, la rubia, la negra o la pija. Tenías que tener cuatro amigas. Tenías que ensayar la coreografía como si estuvieses en un campo de alto rendimiento de gimnasia rítmica de cualquier país ex soviético. O de China. En el patio de recreo había enfrentamientos violentos entre grupos de Spice Girls al estilo 'Quadrophenia', pero con botas de plataforma y gargantillas-tatuaje. Las acciones de las empresas de forro para carpetas se dispararon y, como en 'El pueblo de los malditos', las calles, los colegios y los parques se llenaron de grupos paramilitares de chicas que repetían el mismo patrón de uniforme y personalidad al ritmo de un único mantra: "abilibilibón balabilibilibón", en la forma cristiana, "I'll tell you what I want, what I really really want" en el original sajón.

Grupos de chicas con un único mantra: "abilibilibón balabilibilibón", en la forma cristiana, "I'll tell you what I want, what I really really want" en el original.

Porque las Spice Girls fueron el producto de marketing musical mejor diseñado del momento. Victoria, Geri, Mel B, Mel C y Emma. Cinco chicas jóvenes elegidas a través de múltiples 'castings' -muchas veces he pensado en cómo debieron vivir el fenómeno Michelle Stephenson, Abigail Kis o Lianne Morgan, descartadas en el último momento-, el rodillo apisonador del sello discográfico Virgin y una docena de temas ligeros, pegadizos y mínimamente rebeldes. Vender discos era importante. Pero también estaban las camisetas de las Spice, los libros de las Spice, las tazas de las Spice, las postales de las Spice, los pósters de las Spice -benditas 'Súper Pop' y 'Bravo'-, los anillos y colgantes de las Spice, las muñecas Barbie y hasta los chupachups con la cara de las Spice. Preadolescentes que necesitaban tenerlo todo, todo y todo de sus diosas paganas.

El día que me alcanzó la psicosis colectiva me levanté siendo Victoria Adams. Yo. Era. Victoria. Adams. La pija. Aunque viéndolo 'a posteriori' era más una mezcla entre Victoria y Miércoles Adams. Lo coleccionaba todo. Lo leía todo. Lo sabía todo. Igual que mis amigas. Y mis vecinas. Probablemente igual que la doble china que dicen que todos tenemos. Ellas estaban en todos lados, hablándote del poder femenino, de ser unas tías duras, de no dejarte comer terreno por los hombres, de ponerte el preservativo y tener sexo seguro con esos mismos hombres -sí, en '2 become 1'- y de querer a tu madre. Pegaban patadas al aire y sacaban los cuernos, llevaban faldas cortas, enormes plataformas y pendientes en la lengua. Eran jóvenes, sabían disfrutar de la vida y no tenían pelos en la lengua: ¿quién no se escandalizó con el rap que Geri cantaba en español en 'If U Can't Dance'? ¿Lo dice o no lo dice? ¡Lo dice! ¡Dice p***a! ¡Qué atrevidas!

Mi padre no entendía el porqué del abrumador éxito de un grupo que, según él, era prefabricado, cantaba en 'playback' y hacía una música horrible

Mi padre,como adulto mayor de 12 años, no entendía el porqué del abrumador éxito de un grupo que, según él, era prefabricado, cantaba en 'playback' y hacía una música horrible, si a eso se le podía llamar música. Yo, como pre-púber menor de 12 años, le decía que no tenía ni idea, que estaba anticuado y que las Spice Girls eran el mayor fenómeno musical de la historia, por encima de Los Beatles. El eterno enfrentamiento musical intergeneracional. Me dijo que no sacarían más de un disco. Yo le dije que mínimo tres. Nos apostamos 5.000 pesetas.

1997 fue el 'annus mirabilis' de grupo. Recogieron dos Brit Awards en su primera aparición, arrebatándoselos a Oasis, Prodigy, Manic Street Preachers y George Michael, entre otros, en medio de una tormenta de silbidos y abucheos; protagonizaron una de las campañas de Pepsi más memorables; fueron recibidas por la Reina Isabel II; lanzaron su segundo álbum, 'Spiceworld' -todo junto-, que vendió más de 20 millones de copias en todo el mundo, y estrenaron una película, 'Spice World' -separado-, en la que aparecen Bob Hoskins o Stephen Fry -todo muy 'british'- y con la que recaudaron más de 50 millones de euros en todo el mundo.

Desde Estados Unidos llegaron Britney Spears y Christina Aguilera para llenar el hueco que habían dejado

Pero en 1998 comenzó la decadencia. Geri abandonó el grupo y acabó con la magia del "amigas ante todo". Fueron poco a poco desapareciendo de los programas de televisión, de las portadas de las revistas. Desde Estados Unidos llegaron Britney Spears y Christina Aguilera para llenar el hueco que habían dejado. Yo me compré el 'Ray of Light' de Madonna. Me encantó. Me fui a la biblioteca a buscar alguno de sus otros CD's y, como también estaba en la estantería de la M, me llevé el 'Mechanical Animals' de Marilyn Manson. Guardé las carpetas, las camisetas, las postales, los colgantes, las muñecas y el 'girl power' de las Spice Girls. De sopetón había entrado en la adolescencia.

Las Spice Girls le dicen 'Goodbye' a los Brit Awards en el año 2000

Cuando sacaron su tercer disco en 2000, 'Forever', me lo compré por pura nostalgia. Creo que fui de las pocas de la clase que lo hizo. Tampoco lo dije muy alto: las Spice Girls eran ahora una horterada infantil. Vendió cuatro millones de copias en todo el mundo. Cuando anunciaron que se iban a separar, yo ya me pintaba las uñas de negro, así que tampoco me importó demasiado. Ni me enteré cuando en 2007 lanzaron su 'Greatest Hits'. Y a tenor de las ventas, creo que nadie.

Ni me enteré cuando en 2007 lanzaron su 'Greatest Hits'. A tenor de las ventas, creo que nadie

Sin embargo he de confesar que, cuando ese año leí que estaban de gira y que actuarían en Madrid el 23 de diciembre, me planteé gastarme la propina y plantarme corsé y botas militares mediante en el concierto para verlas, aunque al final no fui. La última vez que las vi a todas juntas en la tele fue en su actuación en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Y algo se me removió en el pecho. Lo quisiera o no, siempre habría dentro de mí una fan adolescente e histérica que se flipa a muerte con el 'Wannabe' -es mi tema infalible para poner en todas las fiestas-. Y también se me removieron los recuerdos de mis éxitos favoritos del 'Spice', el 'Spiceworld', el 'Forever' y el 'Greatest Hits'. Sus cuatro discos. CUATRO. Así que desde aquí, delante de todo el que lo lea, te quiero recordar, papá, que todavía me debes 5.000 pesetas. Apoquinando.

La ONU acaba de sacar una reinterpretación del 'Wannabe' para luchar por los derechos de las mujeres

No fue como una ola, como cantaba la Jurado. Aquello fue un puñetero tsunami. Fue de la noche a la mañana. Fue como la fiebre del tamagotchi de los desdoblamientos de personalidad. De un día para otro, los grupos de mejores amigas pasaron a tener un aforo limitado de cinco personas y todas las niñas de entre siete y 12 años suspirábamos por una compañera de clase o una vecina negra, que cotizaban a la alza y daban puntos de genuinidad -si una copia puede ser genuina-. Las que éramos monopolio caucásico nos teníamos que conformar con un corcho quemado, pero nos daba igual; éramos las Spice Girls e íbamos a conquistar el mundo a base de 'girl power'.

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