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Gratis y sin aglomeraciones. Así funciona un antifestival de música
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Gratis y sin aglomeraciones. Así funciona un antifestival de música

Este sábado se celebra Mortfort, un festival en Girona que dinamita las convenciones del modelo dominante de festival masivo

Foto: El terreno de la  Fundación L'Olivar donde se celebra el festival
El terreno de la Fundación L'Olivar donde se celebra el festival

Siete horas de música en plena naturaleza, a diez minutos de Girona. Todo autogestionado por un colectivo de músicos. Así definen su espíritu en un manifiesto colgado en Facebook: “Defendemos los conciertos sin interrupciones, ni aglomeraciones. Buscamos a todo aquel que huya de los festivales masivos. Cada concierto tendrá lugar en un espacio diferente del recinto y al pie del cañón: cara a cara y sin montajes que impliquen distancia entre artista y espectador”. Al finalizar cada concierto, los grupos acompañarán al público hasta el siguiente recital.

"Reclamamos el valor del silencio y la sencillez", proclaman. El cartel está formado por artistas independientes de la escena catalana: Seward, Esperit, Ljubljana & The Seawolf, Ferrán Palau, Marcel­lí Bayer y Os Meus Shorts. Siete horas de música en total. Comienza el sábado a las 19:30. Pero, además de un festival, es un experimento sobre qué tipo de experiencia musical nos parece deseable.

Reclamamos el valor del silencio y la sencillez, afirma el grupo de músicos autogestionados en su manifiesto

El impulso de celebrar este encuentro tiene que ver con malas experiencias en festivales masivos. “Hace dos años, en el BAM (Barcelona Acció Musical) nos pusieron un limitador de sonido y era como hablar con un trapo en la boca o intentar andar con los pies atados. Fue desastroso”, lamenta Adriano Galante, de Seward, que responde a nuestras dudas.

También lo ha sufrido como público: "Muchas veces, en los festivales masivos de Barcelona, parece que la música es lo último. Yo he visto grupos que empiezan sonando bien y luego el limitador estropea todo. Recuerdo al bajista de Afghan Whigs en el Primavera Sound preguntando con la mirada: "¿Dónde están mis graves?". También afecta a la batería y las voces. He visto a The Queens of The Stone Age incapaces de conectar con el público por problemas de sonido y me han comentado compañeros del grupo que LCD Soundsystem solo era disfrutable desde las primeras filas”, apunta.

'Bomb the bomb', Seward

La entrada al Mortfort es gratis. Basta escribir un correo a responde@mortfort.com. La única condición es traer una o dos linternas por cabeza. "No habrá escenarios, ni habrá montaje de luces, ni sistema de sonido. De hecho, se piden las linternas para que el público ilumine a los artistas, desde que se haga de noche hasta las dos o tres de la madrugada, que es cuando se prevé que termine el festival", explica Galante.

El aforo ideal es de 200 espectadores y ya llevan 170 peticiones, pero "no se va a denegar la entrada a nadie, a no ser que haya 600 y veamos que va a ser un infierno", explica Galante. “Si acaso haremos otro si hay mucha demanda”.

La entrada es gratuita. La única condición es traer una o dos linternas por cabeza para iluminar a los artistas

En gran parte, esto es posible gracias a la Fundación L`Olivar, situada en la localidad de Ventalló, que es donde se celebra el festival. Se trata de una organización creada en 2004 y centrada en crear un fondo de arte de Enric Pladevall, cuyas esculturas serán punto de referencia para los conciertos. Mortfort comenzó como una actividad 'off' del Festival Vida, pero este año han decidido darle una vuelta al concepto. "No imponemos la fiesta: proponemos un encuentro entre público, artistas, técnicos, promotores, gestores culturales, periodistas, políticos...", anuncia su web. Todos los conciertos serán acústicos, excepto el primero, de Ous Mes Shorts, que será eléctrico y en el interior del taller de Pladevall.

Broncas con marcas

Foto: Gabi Soprano. Montaje de E. Villarino
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Nando Cruz. Barcelona

Galante ha sufrido algunas malas experiencias con marcas y patrocinadores. "El año pasado, en el festival Cruïlla de Barcelona, nos pusieron en el escenario Lounge, un sitio pequeño, con mucho paso de gente y contaminación sonora. Esto nos lo habían avisado, pero no nos dijeron que teníamos que tocar con un fondo rojo y un logo gigantesco de Estrella Damm. En la tercera canción, pusimos una manta negra, que quitaron al momento. Al final tuvimos una discusión muy desagradable en el 'backstage' con un directivo de la marca. Creemos que estas cosas deben avisarse, dialogarse y negociarse". No se trata de un incidente aislado: "Este año nos invitaron a tocar en la tienda del Primavera Sound, sin ninguna compensación económica. De repente, nos encontramos con un 'mailing' que decía que nuestro concierto estaba patrocinado por brandy Torres, algo de lo que no nos habían comentado. Lo llegaron a poner en la portada de la página web del Primavera una semana antes del festival. Hicimos un comunicado, dijimos que no estábamos de acuerdo y cancelamos”, recuerda Galante.

También aclara que no está en contra de los patrocinios, pero exige que "sean claros y tengan algún tipo de regulación de tarifas. Ahora hay muchas fórmulas que solo sirven para que las marcas se ahorren dinero", denuncia.

El escenario es sagrado

Foto: Glastonbury (Reuters)

Hay festivales que sí saben cómo combinar música y publicidad. El mejor ejemplo que tiene Galante es el Pohoda, de Eslovaquia, patrocinado por una marca de cerveza. "Hemos ido a tocar tres veces allí. Es curioso porque en el recinto del festival no se puede beber alcohol. La gente lo hace en su casa o en el camping. No hay apenas logos, lo mismo te encuentras uno en pequeño en el programa. Las marcas deberían ser colaboradores, no los protagonistas. El otro día hablaba con el director del Womex, que es muy contrario a que haya logos cerca de los artistas y encuentra intolerable que se pongan en el escenario, que para él es sagrado. Es una actitud muy positiva que no me había encontrado hasta ahora. En cambio, un director del SOS 4.8 de Murcia dice que la música cada vez será más secundaria y que la gente acudirá a los festivales a ver qué les ofrecen las marcas. Me parece un camino peligroso", apunta.

Los objetivos de Montfort son ambiciosos: "Queremos hablar con el público que venga el sábado sobre cómo se podría trabajar en la mejora de los festivales del futuro. Que esto sea la primera reunión de trabajo de otros modelos de festival. Ya que es gratuito y nadie ganará nada, vamos a decidir entre todos qué tipo de experiencia musical queremos. Lo que proponemos no es un modelo superior, sino un punto de partida que todo el mundo está invitado a debatir, incluyendo los del Primavera Sound", aclara Galante.

Además, Montfort se ha autoimpuesto transparencia. Publicarán todos los costes a la vista de cualquiera. Si sumamos mano de obra y los cachés que no se cobrarán, el presupuesto se mueve entre 6.000 y 8.000 euros. Para futuras ediciones, barajan financiarse con donaciones, entrada tradicional o taquilla inversa (pagar al irte lo que crees que ha valido). Solo tienen clara una cosa: si la cosa continúa, todos los implicados cobrarán exactamente lo mismo.

Siete horas de música en plena naturaleza, a diez minutos de Girona. Todo autogestionado por un colectivo de músicos. Así definen su espíritu en un manifiesto colgado en Facebook: “Defendemos los conciertos sin interrupciones, ni aglomeraciones. Buscamos a todo aquel que huya de los festivales masivos. Cada concierto tendrá lugar en un espacio diferente del recinto y al pie del cañón: cara a cara y sin montajes que impliquen distancia entre artista y espectador”. Al finalizar cada concierto, los grupos acompañarán al público hasta el siguiente recital.

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