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Neil Young: la venganza de los hippies en el Mad Cool de Madrid
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CIERRE DE CARTEL EN EL FESTIVAL DE MADRID

Neil Young: la venganza de los hippies en el Mad Cool de Madrid

El mito canadiense cumple con creces en el cierre del festival Mad Cool en Madrid

Foto: Neil Young en un concierto del año pasado.
Neil Young en un concierto del año pasado.

Los hippies son “lo peor” en el imaginario de subculturas tan distintas como el punk, el yuppismo y el indie. Se les tilda de ingenuos, carcas y trasnochados. Pero, en realidad, fueron la tribu más potente de la contracultura, gracias a su apuesta por el antimilitarismo, el anticonsumismo y el regreso al campo. Básicamente, los hippies tenían razón y los problemas que señalaron en los sesenta y setenta siguen siendo centrales bien entrado el siglo XXI.

[Lea aquí: Del Dcode al Primavera Sound: Los diez fesivales de música más famosos]

Ver al mito canadiense Neil Young sobre un escenario confirma la tesis: rebosa dignidad, suena majestuoso y no renuncia a la fragilidad. En el concierto del sábado hubo ataques contra los transgénicos de Monsanto, la exclusión social de los “sin techo” (brutal 'Rockin’ In The Free World') y el ecocidio cotidiano ('Mother Earth', que tocó al armonio en solitario). Resumiendo: Young canta sobre los grandes conflictos de nuestra civilización, que siguen sin resolverse.

Tres himnos demoledores

¿Lo mejor del show? Sin duda, el subidón de encadenar tres himnos como 'Down By the River', 'Mansion On The Hill' y 'Like a Hurricane', ases en la manga por sus guitarras retorcidas y demoledoras. Hicieron pasar al público del entusiasmo a la euforia. Su actual banda de acompañamiento, Promise Of The Real, no está a la altura de los míticos Crazy Horse, por eso se echa de menos un peldaño de intensidad, texturas más hipnóticas y vueltas de tuerca imprevisibles. En todo caso, la joven formación de los hijos de Willie Nelson cubre el expediente tirando de energía juvenil.

A ratos, Young parecía un profesor haciendo prácticas de rock con sus alumnos, pero el repertorio sigue sonando contundente, vulnerable y disfrutable. Fue uno de esos conciertos donde cada espectador obtiene el entusiasmo que invierte. Si mirabas con escepticismo te podías quedar frío, pero a poco que te pusieras de tu parte te encontrabas un gran noche de música. ¿Lo más prescindible? Seguramente 'The Needle and the Damage Done', himno antiheroína cuya letra peca de excesivamente tópica (el cantautor asturiano Nacho Vegas llegó a decir que era la peor canción sobre drogas después de 'Barco a Venus' de Mecano). Dicho esto, la melodía es bonita y tendrá más pegada para quien haya perdido amigos por culpa del “caballo”. La épica 'Words (Between the Lines of Age)' sonó algo desangelada, desluciendo el arranque del tramo eléctrico del show. Dos mínimos borrones en una noche notable. Tras dos horas de recital, mucha gente desfilaba hacia la salida cuando volvieron para rematarnos con la potente 'Love and Only Love'.

'Like A Hurricane'

Cambiar el mundo

Las palabras más precisas que he leído nunca sobre Neil Young son obra del escritor francés Michel Houellebecq. Se pueden encontrar el el libro 'Intervenciones', publicado por Anagrama en febrero de 2011. Como no voy a poder explicarlo mejor, reproduzco uno de los párrafos: “La guitarra eléctrica atraviesa paisajes extraños, aterradores o sublimes; a veces todo se calma y el mundo late al compás de un cálido equilibrio. La voz nos guía. Viene de muy lejos, de muy lejos en el alma, no va a renunciar. No es una voz muy viril; tiene algo de mujer, de anciano o de niño. Es la voz de un ser humano que además tiene algo importante e ingenuo que decirnos: el mundo es como es, eso será cosa suya, pero no es en absoluto una razón para que renunciemos a mejorarlo”.

Sus canciones, dice Houellebecq, son “para los que no son afortunados en el amor, pero siempre se vuelven a enamorar. Para lo que conocen la tentación del cinismo, sin ser capaces de ceder a ella durante mucho tiempo”. El mejor ejemplo es la sencilla e insuperable 'Heart Of Gold', cima del tramo acústico del recital. La otra joya de la primera media hora fue 'Unknown Legend' , la historia de una motera de pueblo fiel a sus raíces y que sabe disfrutar de los pequeños placeres cotidianos. Las canciones de Bob Dylan exhiben inteligencia, las de Neil Young no saben ocultar su bondad.

'Unknown Legen'

Festival previsible

Sobre el Mad Cool, a pesar de Young, decir que es el típico festival madrileño abonado a la ley del mínimo esfuerzo en sus programaciones, caso también del Dcode o del extinto Rock In Rio. Se trata de presentar parrillas con un estrellón por noche y relleno suficiente para hacer caja, por algo la estética del recinto es calcada a un centro comercial de extrarradio.

No creo que Sónar ni Primavera Sound sean modelos recomendables pero como poco les triplican en inquietud, esfuerzo y amplitud sonora. Más mérito tienen citas como el Rototom, que apuesta a la contra de todas las tendencias dominantes en el mercado (y además tienen un nivel medio notable). Mad Cool celebraba su primera edición y está claro que fue un éxito de asistencia, pero su oferta artística no ofrece nada especial, sorprendente ni trabajado. Estamos ante el clásico festival anglófilo y previsible, que parece más hecho con la calculadora que por devoción musical. Esperemos que el año que viene el cartel no se conforme con los decadentes Prodigy, los pintorescos Jane’s Addiction o los insustanciales Stereophonics, entre otros grupos que poco o nada tienen que aportar.

Los hippies son “lo peor” en el imaginario de subculturas tan distintas como el punk, el yuppismo y el indie. Se les tilda de ingenuos, carcas y trasnochados. Pero, en realidad, fueron la tribu más potente de la contracultura, gracias a su apuesta por el antimilitarismo, el anticonsumismo y el regreso al campo. Básicamente, los hippies tenían razón y los problemas que señalaron en los sesenta y setenta siguen siendo centrales bien entrado el siglo XXI.

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