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Alberto Fuguet: "El 'boom' latinoamericano fue una mafia"
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el escritor chileno publica 'sudor'

Alberto Fuguet: "El 'boom' latinoamericano fue una mafia"

La visita de un trasunto de Carlos Fuentes a Chile, y de su pálido y tormentoso hijo, precipita un inesperado novelón sobre la industria editorial y sus vacas sagradas

Foto: Alberto Fuguet, en Madrid. (Foto: EFE/Paco Campos)
Alberto Fuguet, en Madrid. (Foto: EFE/Paco Campos)

En la primavera de 2013 la crisis ha descuadernado ya el negocio editorial pero los grandes no han terminado aún de quemar sus naves. Alfaguara imprime en papel cuché libros que nadie va a comprar y paga giras a sus autores por todo el mundo en las suites más caras de cada país. "Era la cultura del derroche, la marca PRISA, progre y buena onda y todo de primera (como el puto premio Alfaguara), para coleccionar la mayor cantidad de Nobeles y prestigio y así expurgar la culpa que acarrea lo que realmente vende". Poco después, Penguin Random House absorbía el legendario sello.

En ese momento arranca 'Sudor', la nueva novela de Alberto Fuguet (Santiago de Chile, 1964), que acaba de publicar, por cierto, Literatura Random House en España y Latinoamérica al mismo tiempo. 'Sudor' es la más poderosa disección de la industria editorial que hemos podido leer en mucho tiempo, una astracanada deslumbrante en la que las vacas sagradas de la literatura del 'boom' se amontonan a las puertas del matadero sin piedad ni mal humor. Fuguet apunta entre bambalinas y dispara: caen los escritores y sus egos, los editores y sus sueños de grandeza, las giras, las poses, las cobardías y las incompetencias. Y el primer abatido es el prócer de las letras mexicanas Carlos Fuentes.

La visita de un trasunto de Fuentes a Chile, renombrado como Rafael Restrepo Carvajal, y de su hijo, el pálido y tormentoso Rafa Jr. al que Alf, un editor gay, debe servir de Virgilio de la noche santiaguina, precipita este inesperado novelón de 600 páginas.

Fuguet apunta entre bambalinas y dispara: caen los escritores y sus egos, los editores y sus sueños de grandeza, las giras, las poses, las cobardías

Fuguet no es tan conocido en España, pero en Chile atesora una larga carrera como escritor, periodista y cineasta. Lo encontramos a primera hora de la mañana en la sede de su editorial en Madrid, con la voz a punto de romperse y una maestría en el proceder de las giras de promoción literaria que le permite sobrelleverlas sin esfuerzos inútiles que le despeñen por la melancolía: "Ayer hice algo que me encantó, le dije que no a la gente de Random cuando me invitaron a la radio a hablar en una tertulia con otros escritores latinoamericanos. Tenía la tarde libre para descansar, llovía a chuzos, quería ver una película y… yo no ando por la vida como latinoamericano. ¿Por qué tengo que estar en una mesa con escritores latinoamericanos? Nunca me junto con escritores chilenos o 'latinoamericanos'. Al final acabamos la noche en un bar con periodistas y escritores españoles y me lo pasé superbien".

Pregunta. “Los libros que más me interesan nacieron de violaciones, no fueron gestados con amor y cariño”, escribe su narrador. ¿De dónde nace 'Sudor'?

Respuesta. Yo creo… [duda], sí, estoy de acuerdo con el narrador. Me gustan los libros que son fruto de un ajuste de cuentas, de la rabia, de una eclosión y no los que comienzan así: “Ay, estaba en un café escribiendo y me ha salido esto”. Los libros que me interesan son los que molestan y también los que divierten. Y sí, creo que ‘Sudor’ es así aunque no es un ajuste de cuentas. En todo caso, es un ajuste de cuentas conmigo mismo.

P. El origen de ‘Sudor’ es una visita real de Carlos Fuentes a Santiago de Chile a finales de los noventa a la que asistió. ¿Qué ocurrió allí?

R. Yo era un escritor nuevo que había tenido bastante fama en Chile, no sé si era un escritor famoso, pero sí polémico y divisor de aguas. Casi que me acerqué con anteojos oscuros a aquella presentación en la Feria. Fui allí a por libros sin más, no me gustaba firmar…

P. ¿Por qué no le gustaba firmar?

R. Porque me daba vergüenza no llegar a nadie y cuando venían me ponía muy tenso. Y me hacían cosas. Me llegaron a escupir, me insultaban, decían que había arruinado el español, que no era chileno de verdad… En fin, fui a la feria 'unplugged', a robarme algunos libros del 'stand' de Alfaguara y, entonces, vi a los Fuentes, padre e hijo. Y eso sí que era la fama, se olía la fama, los guardaespaldas… Yo tenía la misma edad del hijo y me fijé en él. Él era famoso por otros motivos, por ser hijo de quien era. Y, sin hablar con él, sentí que teníamos algo en común. Lo encontré guapo, distinto, con una belleza trágica, muy flaco, muy débil, muy blanco. Y el padre era muy grande… Todo el mundo miraba a Carlos Fuentes y yo miraba a su hijo. Nadie quería hablar con él pese a que el libro que presentaban lo habían escrito conjuntamente. Era una especie de guardián sin centeno. Al año, el hijo murió y mi interés se volvió obsesión. Y ahí nació ‘Sudor’. Aquel joven era una víctima de la fama de su padre.

"Pesa mucho ya de por sí ser hijo de alguien, ¿cómo no va a pesar ser hijo de alguien famoso?"

P. ¿Ser hijo escritor de un padre escritor es una putada?

R. Sí, a no ser que realmente logres ser mejor que tu padre. O muy distinto. Pesa mucho ya de por sí ser hijo de alguien, ¿cómo no va a pesar ser hijo de alguien famoso? La duda que tengo de lo que le ocurrió al hijo de Carlos Fuentes, y que llevo al extremo en mi personaje de Rafa Restrepo, es si realmente era un artista o no. Creo que en la vida real no lo era, aquello era más bien un deseo del padre. Pero, en mi novela, sí es mejor que el padre. El hijo de un padre escritor que quiera escribir tiene que lograr que su padre le odie, ser una loca, hacer películas porno, no sé… La persona que mejor lo hizo del 'boom' fue Rodrigo García, el hijo de García Márquez. Él no anda por la vida como hijo de García Márquez, ha hecho todo su trabajo en inglés, dedicado al cine independiente americano y no latinoamericano, un cine de mujeres… y casi nadie ha visto una película suya.

P. A propósito del 'boom', usted es un hijo suyo. ¿Es el 'boom' un padre al que matar o más bien un cadáver al que ya solo queda enterrarlo?

R. Al 'boom' hay que manosearlo. Es como un cuerpo. Hay partes de ese cuerpo que se pueden usar y disfrutar, otras que hay que rechazar y otras más con las que hay que tener cuidado. Si te follas a García Márquez sin protección, te puedes quedar preñado, que creo que fue lo que le pasó a Isabel Allende. Uno puede perfectamente acostarse con García Márquez, pero es mejor hacerlo con preservativo. Yo nunca lo hice en cualquier caso. Me parece divertido, pero no es lo mío. Soy más fan de Vargas Llosa.

"Si te follas a García Márquez sin protección, te puedes quedar preñado, que creo que fue lo que le pasó a Isabel Allende"

P. ¿Y cómo lo ve ahora en las revistas del corazón?

R. Yo no leo revistas del corazón. Me parece que uno se puede casar con quien quiera y siento que, literariamente, Vargas Llosa está mejorando. Dentro de 20 años, cuando todo esto haya pasado, ‘Cinco esquinas’, lo último suyo, será apreciado mucho más. Aunque a mí me cargaría salir en la revista '¡Hola!'...

P. Pero en su novela hay mucho cotilleo.

R. Sí, sí, lo hay, pero traté de usar el cotilleo como material literario. Mezclé gente verdadera y falsa, gente verdadera con nombre falso pero también gente verdadera con nombre verdadero. Lo de Carmen Balcells, por ejemplo, es una broma.

P. El narrador llama a Balcells en el libro “la gorda y comerciante Nuria Monclús” y escribe que su feudo en Barcelona es la sede de “la mafia del 'boom”. ¿El 'boom' fue una mafia?

R. La mafia, la del Padrino, es un grupo que se protege y que para protegerse tiene que ser fuerte. El 'boom' fue una mafia. No mató a nadie pero sí hubo víctimas. Unos seis o siete escritores por país que tenían la misma edad y no fueron los elegidos.

P. Pero ¿literariamente eran tan buenos como los otros?

R. No me consta. Pero es muy fuerte que aquello funcionara como la miss Universo, solo podía haber uno por país. El 'boom' latinoamericano frustró a muchos que decían… ¿por qué no fui yo el peruano que marchó a Barcelona?, ¿por qué no fui yo el colombiano?, etc. Yo, por ejemplo, me obsesioné con un escritor, que era menor pero no tan menor, y ni siquiera llegó a ser publicado en su propio país, el colombiano Andrés Caicedo, contemporáneo de García Márquez. Empezó a publicar cuando 'Cien años de soledad' estalló en todo el mundo y, claro, como su literatura no contenía ni una gota de realismo mágico… pues no tuvo ninguna posibilidad de hacerse visible. O el caso de la hija de José Donoso, que se suicidó cuando escribía un libro sobre el 'boom' después de que su padre la dañó tanto en sus diarios publicados. Aquella frase: “¿Qué diría Pilarcita el día que lea esto?”. Qué perversión. ¿Por qué no los quemó antes? Lo que demuestra que la lectura no siempre es terapéutica.

"El 'boom' funcionaba como la miss Universo, solo podía haber uno por país. Frustró a muchos que decían… ¿por qué no fui yo el peruano?"

P. Volviendo a Balcells, ¿cuál era esa broma que mencionaba?

R. Es un chiste de un libro quizá no muy conocido pero sí muy bueno, el más parecido a ‘Sudor’ que se escribió en el 'boom': ‘El jardín de al lado’, precisamente de José Donoso, Seix Barral, 1982. Trata de un escritor latinoamericano que está rodeado por otros escritores latinoamericanos muy famosos que tienen a una gorda catalana que se hace cargo de ellos y quiere que escriba un libro sobre Pinochet. Y la llama Nuria Monclús, y de ahí saco yo el nombre y lo pongo en ‘Sudor’. Donoso fue quien más escribió sobre el 'boom' quizás porque, creo, nunca fue parte de él. Antes decía que al 'boom' hay que manosearlo, elegir. Fuentes, por ejemplo, es un modelo a no seguir.

P. ¿Es el gran enemigo de los escritores latinoamericanos de su generación?

R. No sé si enemigo, a mí no me ha hecho nada, de hecho dejé de leerlo, no por sus libros sino por las cosas que decía en la prensa, pero no en el '¡Hola!', sino en la prensa seria, hablando de política. Me pasa también con Vargas Llosa, y sin embargo Llosa me gusta mucho. García Márquez es muy bueno, pero yo no quisiera escribir como él y hay mucha gente que sí quiere. Isabel Allende, Salman Rushdie, etc. ¡Es un 'software'! También me gusta Manuel Puig, aunque a Puig el 'boom' no le dejó entrar porque era maricón y aquello era un club de machos.

P. Un club de machos. ¿Situar su novela en un ambiente homosexual es su penúltima enmienda al 'boom'?

R. Sí, jugar, coquetear, asustarlos. Es una manera divertida de molestarlos. Aquello era un claro club de machos en el que las mujeres no participaban. Y bastante homófobo. “Este escritor es bueno, a pesar de que es maricón”. Eso era algo que se escuchaba mucho. Aquello era un club de machos que había heredado las malas costumbres de sus padres y eran, además, mucho menos progres de lo que se pensaban.

P. Ahí Bolaño fue una excepción, ¿no? Un agente libre.

R. Exacto. Bolaño fue una persona clave que cambió todo y yo le debo mucho. Por otro lado, también le tenía miedo, no vine a unas charlas en Sevilla que se llamaron 'Sevilla me mata' y en las que Bolaño hizo su última aparición pública, escribió un famoso manifiesto y murió una semana después. No fui porque, aparte de estar aquello lleno de machos aburridos que hablaban siempre de fútbol y de premios, que eran todos como cónsules, lo de encerrarme en un monasterio en Sevilla con Bolaño me daba pánico. Me daba miedo que me atacara, porque Bolaño atacaba a todo el mundo. Era cruel. Luego nunca lo hizo, aunque sí me tiró un par de petardos... A Bolaño le faltaba cultura mediática. Le llegó cuando se murió y empezó a aparecer en las portadas de las revistas americanas. Bolaño no quiso ser famoso y se hizo muy famoso después de morir. Los del 'boom' sí querían todos ser famosos.

P. Pero también se ha dicho de Bolaño que fue muy generoso con los escritores jóvenes. La solapa de ‘Sudor’ incluye algunos elogios que le hizo a usted.

R. Sí, creo que me elogió en una entrevista póstuma… Fue generoso con los chicos pero, digamos las cosas por su nombre, era tan cruel como divertido. Sobre todo con su país. Destrozaba a Neruda, a Donoso, a Isabel Allende… No tejía alianzas con nadie. Bolaño era punk. Él decía que en realidad los escritores lo que quieren es ser aceptados e invitados por las grandes corporaciones mientras que la labor de un escritor es conseguir que no le inviten. Mi Rafa Restrepo es una especie de detective salvaje de Bolaño.

Grindr es como pedir una pizza. Subes, follamos y te vas. En los 70 el sexo se colectivizó y hoy las nuevas tecnologías lo han privatizado

P. La red social de contactos gays Grindr es la otra gran protagonista de 'Sudor'. Según relata, Grindr parece haber convertido la vida moderna del gay en una bacanal infinita.

R. Es una tecnología más, y me parece que tanto a los gays como a los heteros les gusta follar. Y algunos a pesar de estar casados. La verdadera bacanal tuvo lugar en los años setenta en Nueva York. Se follaba en la calle y la bacanal fue tal, como dicen, que luego llegó el sida… Hoy es diferente. El Grindr es como pedir una pizza. Subes, follamos y te vas. En los setenta, el sexo se colectivizó, y hoy las nuevas tecnologías lo han privatizado. Lo mejor del mundo gay de hoy es que es mucho menos sórdido, se ha normalizado. Como debió ser siempre.

P. Por cierto que, en la lucha actual por la atención del lector entre el libro y el 'smartphone', usted apuesta por la contaminación, por que los lectores hagan constantemente fotos de su libro según lo van leyendo y lo suban luego a las redes. ¿No teme que se pierdan allí y no regresen luego?

R. Depende de la edad de la persona. Los jóvenes son mucho más capaces de 'multitaskear' y subir una foto de lo que están leyendo y no los distrae, al contrario. Por eso, se lee cada vez más a pesar de todas las distracciones. ¿Cómo se explica eso? Porque cuando entras en un libro, entras en un mundo diferente, el libro es una realidad virtual.

P. ¿Y cómo ve la industria editorial actual, las relaciones entre los sellos de España y Latinoamérica?

R. Mi libro retrata un fin de época en la industria editorial, el fin del 'boom', el fin del sello editorial como padre patriarcal que decide la identidad de sus hijos… Y el fin de un modo de ser editorial, el fin de Alfaguara, cuando pasó a formar parte de un grupo internacional como Random House. Todavía es pronto para saber cómo ha ido, pero siento que lo que están haciendo conmigo publicando mi libro a la vez en América Latina y en España es lo que debería hacerse. Yo he ganado con aquella fusión. La idea progresista tonta de pensar que todo lo grande es malo, que las corporaciones te matan y te comen es creer un cuento que ya ha sido escrito. Publico en una editorial grande mientras me río de sus propios autores, y me parece más valiente hacerlo aquí que en una editorial pequeña.

En la primavera de 2013 la crisis ha descuadernado ya el negocio editorial pero los grandes no han terminado aún de quemar sus naves. Alfaguara imprime en papel cuché libros que nadie va a comprar y paga giras a sus autores por todo el mundo en las suites más caras de cada país. "Era la cultura del derroche, la marca PRISA, progre y buena onda y todo de primera (como el puto premio Alfaguara), para coleccionar la mayor cantidad de Nobeles y prestigio y así expurgar la culpa que acarrea lo que realmente vende". Poco después, Penguin Random House absorbía el legendario sello.

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