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"Escribiría aunque no quedase ni un solo lector en el mundo"
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Mircea Cartarescu publica 'el ojo castaño de nuestro amor'

"Escribiría aunque no quedase ni un solo lector en el mundo"

Dicen que Cartarescu será el primer Nobel de las letras rumanas y el lector español tiene a mano ya en español, publicada por Impedimenta, la casi totalidad de su obra

Foto: Mircea Cartarescu
Mircea Cartarescu

Una hermosa isla en el Danubio hundida bajo las aguas por el capricho de un tirano megalómano, una ciudad tan horrible como una prótesis dental y tan hipnótica como un mandala, una evocación de Ovidio, el poeta a cuya muerte se heló el mar... Y café, amor, muerte, nostalgia y más café. Cuando el lector de 'El ojo castaño de nuestro amor' (Impedimenta, 2016) llega al relato que da título al libro, la historia de Víctor, el hermano gemelo de Mircea Caratarescu (Bucarest, 1956) al que una neumonía se lo llevó cuando aún no habían cumplido los cinco años, ya se siente heredero de una deuda que nunca podrá pagar. "Por las mañana, cuando me miro al espejo, no veo a nadie".

Dicen que Cartarescu será el primer Nobel de las letras rumanas pero, a diferencia de esos nombres desconocidos y apenas traducidos con los que nos suele sorprender la Academia Sueca, en este caso el lector español tiene a mano en español -primorosamente traducida por Marian Ochoa de Eribe y publicada por Impedimenta- la casi totalidad de su obra. 'El Levante', un delicado experimento poético, 'Nostalgia', la obra que le consagró y que incluye su célebre relato, 'El ruletista'; o 'Lulú', una experiencia narrativa límite a vueltas con el problema del doble.

Cartarescu está de paso en Madrid con su mujer, la poeta Ioana Nicolaie, antes de viajar a Granada donde participará en el 'Tres Festival, Voces del Mediterráneo'. Nos encontramos en el Cuartel del Conde Duque y pronto su timidez se desarma cuando Iona le empieza a sacar fotos en todo tipo de posturas, imágenes que rápidamente subirá al muy activo Facebook del escritor rumano. "No creo que lo lleve él directamente", me comenta su traductora en un aparte, "eso es cosa de Ioana".

PREGUNTA. En 'Ada Kaleh', la primera pieza de ‘El ojo castaño de nuestro amor’ hay un momento en el que escribe “He madurado entre ruinas, he estudiado entre ruinas, he amado entre ruinas". Y después define al escritor como “arquitecto de ruinas”. ¿Tal es su oficio?

RESPUESTA. La cultura europea está obsesionada por las ruinas y, de hecho, se ha construido sobre las ruinas de la Antigüedad. Ese motivo reiterado en nuestra cultura del tiempo que devora a sus hijos es precisamente el resultado de aquella herencia. Y siempre me ha parecido que un edificio en ruinas es más melancólico y más interesante que un edificio recién construido. En mi última novela publicada en Rumanía, Bucarest aparece como una ciudad construida directamente como una ruina. Ese es nuestro destino, somos los únicos seres conscientes de que vamos a morir, los únicos seres que empiezan a morir desde que nacen. Por eso nosotros podemos sentir mejor la huella del tiempo en las ruinas que observamos.

Siempre me ha parecido que un edificio en ruinas es más melancólico y más interesante que un edificio recién construido

P. Por cierto que en 'Ada Kaleh' hay una imagen sobrecogedora de los rumanos que huían en 1985 de la dictadura cruzando a nado el Danubio y eran tiroteados desde las barcas de la policía de frontera. Fue por aquel entonces cuando empezó a escribir y, curiosamente Su primera gran obra, 'El Levante', la publicó justo tras la caída del comunismo. ¿Sin democracia no habría llegado a ser el escritor que es hoy?

R. Mi conciencia literaria es mucho más profunda que los datos sociológicos que han afectado a mi vida. Habría escrito prácticamente lo mismo bajo cualquier régimen político aunque, naturalmente, no habría podido publicar en algunos de ellos. Yo escribiría aunque no quedase un sólo lector en el mundo.

P. Desde entonces no ha vuelto a escribir poesía e incluso reescribió ‘El Levante’ en prosa para su traducción a otros países. Y sin embargo, creo que se considera fundamentalmente poeta. ¿Renunció a la poesía para ser más leído?

R. Sí, me considero fundamentalmente un poeta porque la poesía es una forma de ver las cosas, la forma que yo he conservado incluso en mi prosa. Y si no seguí escribiendo poesía, poesía lírica, es porque consideré que, a partir de determinado momento, ya había escrito suficiente. La prosa es para mi una metamorfosis de la poesía, como una oruga se convierte en una mariposa. A una determinada edad cuadra más ser prosista que poeta pero toda mi prosa está profundamente arraigada en la poesía de mi juventud.

P. En uno de los relatos de 'El ojo castaño' relata sus increíbles peripecias a la búsqueda de unos pantalones vaqueros que finalmente compró en el mercado negro solo para descubrir que se los habían dado cortados por la mitad. ¿El capitalismo era irresistible?

R. Durante la dictadura el capitalismo era para nosotros un mito. Contemplábamos el capitalismo occidental como un mundo de cuento, legendario... pero también es verdad que entonces no podíamos ver el reverso oscuro del capitalismo. Por eso, cuando los rumanos conseguimos libertad y democracia no supimos qué hacer con ella y la nueva situación del país nos contrarió porque todos pensábamos que las cosas sucederían por sí mismas.

P. Pero el texto más sobrecogedor de 'El ojo castaño de nuestro amor' es el que da título al libro, el de la muerte de su hermano mellizo Víctor. ¿Qué significó para usted escribirlo?

R. Esa pequeña historia que escribí para una antología austriaca contiene el núcleo más doloroso de toda mi obra. Miro en la distancia el enigma sobre mi hermano gemelo que murió en nuestra infancia como uno de los traumas personales que han determinado mi vida y mi escritura. He tenido desde entonces la sensación extraña de ser alguien que, al contemplarse en un espejo, no viera a nadie... La desaparición de mi hermano gemelo supuso la desaparición de la mitad de mi persona.

Rechazo completamente la filosofía del postmodernismo, creo en los valores sólidos sobre los que se ha construido nuestra civilización

P. Es ya un cliché leer que es un escritor “posmoderno”. ¿Lo es?

R. Efectivamente es un cliché porque existe poca verdad en esa descripción. Me interesa el posmodernismo desde el punto de vista teórico, de hecho, tengo un libro escrito de más de 500 páginas sobre el posmodernismo europeo y rumano. Pero en lo que respecta a mi propia escritura, no me considero un escritor posmoderno. Y personalmente rechazo completamente la filosofía del postmodernismo, creo en valores sólidos, en los valores sobre los que se ha construido nuestra civilización. Y me niego a que la literatura sea un simple juego, como una pompa de jabón sin consecuencias. Al contrario, la literatura ha de decir siempre algo real sobre el ser humano.

P. Le he leído describir alguna vez a Rumanía como "un país latinoamericano en Europa y, sin duda, en su literatura hay ecos evidentes de escritores como Borges, Cortázar, Sábato… ¿Cuáles diría que son sus padrinos literarios?

R. Las influencias de los escritores latinoamericanos han sido cruciales en mi obra junto a los grandes clásicos de la modernidad: Kafka, Joyce, Woolf. Pero son los escritores de Latinoamérica los que han dejado una huella más profunda en mi obra. Practico el culto a Ernesto Sábato, que me parece el Dante Alighieri de la época moderna, uno de los autores más humanos y profundos, y también admiro a Cortázar, el eslabón entre el surrealismo y el realismo mágico. Y por supuesto a Borges, el escritor arquetipo, y García Márquez.

P. ¿Es 'El ojo castaño de nuestro amor' el mejor acercamiento a su obra para el lector que no le haya leído? ¿Qué itinerario de lectura sugeriría el profesor Cartarescu después?

R. Quiero apuntar antes de nada que este volumen de 'El ojo castaño' está especialmente preparado para el lector español, he intentado customizar el libro para la mentalidad literaria española, tal y como yo la imagino.

P. ¿Y cómo la imagina?

R. Pues como una mentalidad más imaginativa que otras, más inclinada hacia los mitos, hacia la ficción y hacia una super realidad muy colorida. Así, he elegido los textos más poderosos. Y, efectivamente, se trata de una recopilación de textos que sirven de sumario de toda mi obra. De hecho, en este libro es donde el lector encontrará el itinerario al resto de mis libros por el que me pregunta.Temas que aparecen en 'Nostalgia', en 'Orbitor' y que preludian mi última y más reciente novela, 'Solenoide', un libro gigante de casi mil páginas que, para mi alegría, ha sido considerado por la crítica literaria rumana como mi mejor obra escrita hasta ahora. Aparecerá el año que viene en la editorial Impedimenta.

Para escribir necesito un lector absoluto al que de vez en cuando le pueda dirigir epístolas en forma de libros

P. Cuando uno tiene un relato muy conocido al del resto de su obra como 'El ruletista', la increible historia de un jugador de ruleta rusa con una suerte asombrosa, ¿lo quiere especialmente o puede acabar odiándolo?

R. 'El ruletista' es una parábola sobre el hecho de la escritura y el escritor que mejor se reconocería en él sería Kafka. El protagonista de 'El ruletista', y también el de 'Selenoide', es un personaje a la búsqueda del absoluto. Y yo soy un escritor a la búsqueda de la escritura vertical, de las alturas, ya sea del absoluto platónico, del Cielo, del inconsciente. Yo escribo para ese lector sobre-humano. Y sólo si consigo proyectar lo que hago hacia ese absoluto, desde allí podré volcarlo sobre los lectores. Para escribir necesito un lector absoluto al que de vez en cuando le dirija epístolas en forma de libros.

P. España y Rumanía están curiosamente cercanas. Cercanas geográfica y humanamente, no en vano una parte importante de la diáspora rumana vive y trabaja aquí. ¿Cómo se nos ve allí?

R. Afortunadamente, la forma en la que se contempla España desde Rumanía y las relaciones entre los rumanos y los españoles viven muy buenos auspicios. La integración de los inmigrantes rumanos en España ha sido un éxito gracias al carácter generoso y receptivo de los españoles. Los españoles tenéis menos prejuicios culturales y menos reticencias que otros pueblos. Conozco bien por familiares y amigos la diáspora rumana y puedo decirle que España es el país que prefieren todos los rumanos en este momento. No quiero adularos pero creo que la relación entre los rumanos y los españoles es prácticamente ideal a diferencia de otros países donde las tensiones entre los inmigrantes y la población local son explotadas políticamente como en Italia.

P. Sus libros se difunden desde hace años en España y su editor, Enrique Redel, me ha asegurado varias veces que será el primer rumano en ganar el premio Nobel de Literatura. ¿A usted qué le parece?

R. No me interesa nada saber qué dirá de mí la posteridad, aunque toda mi obra desapareciera en este momento, no parpadearía. Para mí un libro no es un objeto de papel sino la alegría intensa que siento cuando lo escribo. Y eso no me lo puede arrebatar nadie. ¿El Nobel? Soy un estoico. Me resultan indiferentes todos aquellos asuntos en los que no puedo ejercer influencia. Puedo estar toda mi vida pensando en el Premio Nobel y no por eso lo voy a ganar. Y si lo gano... pues sería estupendo.

Una hermosa isla en el Danubio hundida bajo las aguas por el capricho de un tirano megalómano, una ciudad tan horrible como una prótesis dental y tan hipnótica como un mandala, una evocación de Ovidio, el poeta a cuya muerte se heló el mar... Y café, amor, muerte, nostalgia y más café. Cuando el lector de 'El ojo castaño de nuestro amor' (Impedimenta, 2016) llega al relato que da título al libro, la historia de Víctor, el hermano gemelo de Mircea Caratarescu (Bucarest, 1956) al que una neumonía se lo llevó cuando aún no habían cumplido los cinco años, ya se siente heredero de una deuda que nunca podrá pagar. "Por las mañana, cuando me miro al espejo, no veo a nadie".

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