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Afición y militancia: el fanzine resiste como objeto artístico
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Afición y militancia: el fanzine resiste como objeto artístico

Este formato reivindica la autoedición como expresión libre al margen de la industria editorial. La Feria Libros Mutantes ha analizado la diversidad de la edición independiente

De las fotocopias en blanco y negro grapadas a la impresión digital. La creación de fanzines se ha ido adaptando a la evolución de la tecnología pero, a pesar de los cambios y la diversidad de formatos, lo que permanece inalterable es su vocación independiente, la libertad que el soporte permite a los creadores y la filosofía del 'hazlo tú mismo': si tienes algo que decir, ¿por qué esperar a que te den voz?

Siempre al margen de las publicaciones comerciales y del mundo editorial tradicional, los creadores de fanzines son una suerte de editores integrales, encargados de generar los contenidos, diseñarlos, imprimir la publicación, distribuirla y, claro, correr con todos los gastos. Este formato surgió en los años cuarenta como publicaciones relacionadas con la ciencia ficción destinadas a los aficionados y, en los setenta, se convirtió en una herramienta de difusión de ideas políticas. En España aparecen a mediados de esta década 'La piraña divina', de Nazario, y 'Carajillo Vacilón', entre otros. “Esa época fue su momento álgido porque los discursos de resistencia cultural son más complicados y la gente crea herramientas para salir de las grandes imposiciones de la política y el discurso social” explica Silvia Bianchi, comisaria de la Feria Editorial Independiente Libros Mutantes, que este fin de semana ha reunido en La Casa Encendida de Madrid a más de 80 proyectos editoriales para dar a conocer sus fanzines, revistas, publicaciones experimentales y libros de artista.

Con el paso de los años, estas publicaciones han mantenido otra de sus señas de identidad: la variedad en los contenidos, el diseño y la impresión y, en el caso español, han experimentado repuntes de actividad cíclicos. “Todos los años vemos morir y nacer proyectos”, concreta Bianchi, quien señala que en el primer año de la Feria recibieron 30 solicitudes de participación frente a las 200 de esta séptima edición. Del total, 100 son españolas y entre el 20 y el 30% de ellas proceden de fanzines. “Es el modo más sencillo de acercarse a la autoedición y forma parte de las inquietudes de una generación muy digital que también es nostálgica y siente cariño por la revista y el libro, y que apuesta por crear algo que pueda perdurar en el tiempo”, indica la comisaria. Y es ahora cuando llega el eterno debate sobre la relación entre el soporte físico y el mundo digital: “También hay fanzines 'online' y proyectos que convierten publicaciones físicas en digitales. Sin lo digital esta escena no podría funcionar, porque todo se vende y se promociona de forma 'online'”.

En este sentido, Virginia de Diego, fundadora de la 'fanzinería' madrileña Sandwich Mixto, sostiene que el formato no se posiciona contra internet, sino que se trata de “otra herramienta” de expresión más, “un objeto artístico que se usa”. De hecho este espacio, fundado en abril de 2012, ha puesto en marcha 'Save the fanzine', un archivo digital de publicaciones físicas. El mundo 'online' supone una plataforma para que los aficionados al fanzine llamen a su puerta, pero también lo hacen personas que han descubierto la 'fanzinería' por casualidad, especialmente cuando el espacio se ubicaba en una antigua frutería del mercado de Antón Martín. “La pregunta que más me han hecho durante los últimos cuatro años es: 'Perdona, pero ¿qué es esto?'”, recuerda esta artista, que también es creadora de fanzines como 'Gomas' y 'P.E.Y.E.P.T.C.'. A su juicio, el formato vive en la actualidad un momento “muy bueno y productivo”, aunque funcione como “el Guadiana”: “A veces se ve y otras veces solo lo sigue gente del circuito”.

Por amor al DIY

Al margen del alcance y la popularidad que pueda llegar a tener un fanzine, se trata de un proyecto que no está pensado para que sus creadores se hagan ricos, ni siquiera suele ser su actividad principal para ganarse la vida. “Quien haya conseguido hacer negocio con ello, que diga el secreto”, apunta la artista gráfica Mirena Ossorno, autora de 'Sueño Samoano' y una de las creadoras de los cinco primeros números del fanzine feminista 'Bulbasaur', que comenzó su andadura en abril de 2013. “Nosotras ajustamos el precio para recuperar gastos y reinvertir. El dinero va al fanzine”, explica.

El proyecto nació con una clara perspectiva feminista y, aunque en principio se planteó como una web, ha acabado siendo un fanzine. Para Ossorno, este soporte en sí mismo ya lanza un mensaje y permite total libertad a sus creadoras. “Es un medio para hacer y decir lo que quieras, con fotos, textos o dibujos y, además, es una manera de marcar tu camino profesional porque es como hacer un porfolio”, indica. Con este bagaje a sus espaldas, esta artista gráfica acaba de publicar el cómic 'Sensación de vivir' con Fulgencio Pimentel y también ha colaborado con Terranova en el primer número de la revista 'GONG!'. ¿Y qué relación pueden establecer las publicaciones alternativas con la producción editorial a mayor escala? Para el director de esta editorial independiente, Luis Cerveró, el fanzine ha influido en determinadas revistas desde el punto de vista del lenguaje, con “conexiones estéticas”, pero no desde la perspectiva industrial, y pone como ejemplo de ello el “punto fanzinero” de los dos números de 'Cuadernos Terranova' que la editorial ha publicado hasta el momento.

Así, por su propio camino y con tantas personalidades como creadores y puntos de vista, el fanzine se mantiene como un escaparate de expresiones creativas y como una plataforma de divulgación para lanzar, según señala Silvia Bianchi, “discursos antihegemónicos que no se podrían difundir a través de otro medio”.

De las fotocopias en blanco y negro grapadas a la impresión digital. La creación de fanzines se ha ido adaptando a la evolución de la tecnología pero, a pesar de los cambios y la diversidad de formatos, lo que permanece inalterable es su vocación independiente, la libertad que el soporte permite a los creadores y la filosofía del 'hazlo tú mismo': si tienes algo que decir, ¿por qué esperar a que te den voz?