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Bailando bakalao con cuatro años
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Bailando bakalao con cuatro años

¿Cómo se vive la música sin códigos culturales? Un concierto de Joe Crepúsculo para niños puede dar algunas pistas

Foto: Concierto de Joe Crepusculo. (Foto: LCE)
Concierto de Joe Crepusculo. (Foto: LCE)

Primer drama en la cola: un padre 'hipster', cuarenta y pocos años, intenta convencer a su hijo de seis de que -aunque no se acuerde- se muere de ganas de ver a Joe Crepúsculo. “Diego, cariño, sí este músico te encanta, ¿no te acuerdas de las veces que lo hemos puesto en casa?”. La respuesta es: “No, no, no… Me quiero marchar”. Cuando un adulto compra una entrada, sabe que asistirá al espectáculo, pero esta regla no rige con los menores de ocho años, unos punkis instalados en el 'no hay futuro'cuyaúnica conciencia es el presente. El padre lo pasa mal. Una vez en el recinto, le busco con la mirada, pero no logro encontrarlo.

Disfrutar de un concierto con un crío es una pequeña odisea. Para empezar, tienes que firmar una autorización, para que La Casa Encendida, centro cultural madrileño, pueda documentar en vídeo cómo los pequeños botan al ritmo de esta electrónica indie con aderezos latinos y cluberos. Un 'segurata'te pasa el papel, pero ningún bolígrafo. Las cuatro personas que traen los comparten cordialmente, con ese gesto de solidaridad de las situaciones adversas. Las entradas no se agotan, pero el patio está repleto de niños que asisten al primer concierto de su vida, felices de hacer algo distinto, aunque no hayan escogido exactamente venir.

Alegría frenopática

¿El mejor momento? Joe Crepúsculo explicando a los pequeños en qué consiste el bakalao. “No el de comer, sino el otro”, aclara. “Es un estilo de música que tiene bombo y hace pum pum pum”, resume impecable. La canción que presenta se llama 'Ritmo mágico'y enseguida atrapa al auditorio. Sobre todo a un crío con flequillo gigante y zapatillas con luces, el último grito en moda infantil. ¿Cómo no van a entender el bakalaolos niños de 2016? En las fiestas de cumpleaños chiflan con 'Gangnam Style'y van de compras a sitios como el Primark de la Gran Vía, que debe tener tanto volumen y neones como Barraca, Spook y Chocolate, templos clásicos de la 'ruta destroy'.

'Ritmo mágico', de Joe Crepúsculo

¿Saben bailar los pequeños? Mil veces mejor que los mayores. Me paso el concierto de espaldas al escenario, mirando más al público que al artista, pero me cuesta encontrar a un crío que lo haga mal. Desconocen el miedo al ridículo, que irán adquiriendo con los años. Lo hacen bastante mejor que el público del Sónar, reunión obligatoria de los 'modernos'y erasmus europeos. Con 'Baraja de cuchillos', uno de los himnos de Crepúsculo, la intensidad de algunos grupitos llega a límites frenopáticos. Pocas cosas más contagiosas que mirar a unos niños poseídos por la música. El cantante pide que le acompañen en el coro, “laralalá-laralá-lalalarará-lará-laralalá”, pero los chavales pasan, intuyendo que cantar y bailar son dos actividades poco compatibles (quien lo probó, lo sabe). ¿Propuesta para futuras ediciones? Dejarse de medias tintas y traer a Chimo Bayo o Fran Lenaers, turrón duro de las discotecas ochenteras.

'Mi fábrica de baile', de Joe Crepúsculo

Subidones y bajuna

Los niños no atienden a modales ni a razones. Crepúsculo pregunta, “¿queréis otra canción?”, y logra arrancar un “síííííí”, pero hay un crío crispado que le suelta un “noooooo” rotundo. Es la primera en mi vida vez que escucho oposición a los bises. Muchas veces he tenido ganas de gritar lo mismo, pero nunca me he atrevido. Igual me animo en la siguiente.

¿Momento para el recuerdo? Mi hija de cuatro años se viene arriba con 'Reina del locutorio', una pieza tipo Tino Casal, con efectos finales de mucho subidón. Durante tres minutos, es tan feliz como se puede ser. Luego le abandona la capacidad de concentración. Dos temas antes del final, acerca su boca a mi oído y me dice: “Quieroirmequieroirmequieroirme”. ¿No le está gustando? “Sí, mucho, pero es que no me sé ninguna canción”. La culpa ha sido mía, tan pendiente de encontrar reacciones 'naturales'que olvidé ponerle los discos en casa. Los niños adoran la repetición y las cosas familiares (pueden ver 12 veces el mismo episodio de 'La patrulla canina'con satisfacción creciente).

'Reina del locutorio', de Joe Crepúsculo

El ambiente es festivo y chispeante, con globos, palomitas y los músicos luciendo camisas tropicales y caras pintadas. Mi estampa favorita es un padre totalmente entregado a la música mientras su niño le mira con extrañeza. Pero es un caso aislado: la mayoría se lo ha pasado bomba, confirmando quela distinción entre música para niños y para adultos es bastante artificial. Mi hija se marcha a casa 'rayada'por un detalle: en el escenario había tres micrófonos, pero solo han usado dos. “¿Qué le ha pasado al otro cantante?”. Ni idea. Le pregunto si quiere que volvamos otro día y me dice que sí, pero“traemos amigos”. Los que han venido en grupo eran los más animados. Y es quelos críos entienden que la música es mejor cuanto más social.

Primer drama en la cola: un padre 'hipster', cuarenta y pocos años, intenta convencer a su hijo de seis de que -aunque no se acuerde- se muere de ganas de ver a Joe Crepúsculo. “Diego, cariño, sí este músico te encanta, ¿no te acuerdas de las veces que lo hemos puesto en casa?”. La respuesta es: “No, no, no… Me quiero marchar”. Cuando un adulto compra una entrada, sabe que asistirá al espectáculo, pero esta regla no rige con los menores de ocho años, unos punkis instalados en el 'no hay futuro'cuyaúnica conciencia es el presente. El padre lo pasa mal. Una vez en el recinto, le busco con la mirada, pero no logro encontrarlo.

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