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Un voyeur en la intimidad de Bourgeois
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del 18 de marzo al 4 de septiembre

Un voyeur en la intimidad de Bourgeois

El Museo Guggenheim de Bilbao muestra por primera vez en España el mayor número de celdas de la artista, unas espectaculares obras escultóricas donde plasmaba sus miedos

Sus botes de perfume Shalimar, un caballito de cristal que le regaló Le Corbusier, bobinas de hilo, espejos, escaleras y arañas. Las puertas del Tribunal de Manhattan, el deposito de agua del tejado de su taller de Brooklyn o la escalera de caracol que lo presidía. Louise Bourgeois utilizó objetos cotidianos para construir sus creaciones más íntimas y personales. Los dotó de vida y, sobre todo, de emociones. Como una autobiografía y un psicoanálisis, sus 'Celdas' representan esa cárcel donde se cobijan los miedos, la angustia, el dolor de la infancia, el rechazo o la muerte. Y las aberturas, los cristales o las mallas metálicas que encierran estas obras escultóricas nos convierten en un voyeur que, si bien siempre es incapaz de llegar al final de ese mundo interno, se cuela en la vida más íntima de la artista.

"Las celdas son una forma de enfretarte a tí mismo. No son lugares cómodos pero sí necesarios", explica Julianne Lorz, comisaria junto a Petra Joss, de la exposición 'Louis Bourgeois. Estructuras de la existencia: Celdas' (del 18 de marzo al 4 de septiembre). El Museo Guggenheim de Bilbao, con la ayuda de la Fundación BBVA, reúne 28 de las 60 personales estructuras arquitectónicas en las que Bourgeois encerró su yo más íntimo. Es la primera vez que se han reunido tantas celdas de la artistas franco-americana y, según afirman, será difícil volver a verlas juntas de nuevo por su fragilidad. Y más con la gran 'Maman', esa araña de casi nueve metros que preside el exterior del Guggenheim desde hace 15 años, contemplándonos.

La 'celda' era para Bourgeois tanto ese espacio de reclusión de una cárcel o un monasterio como la célula biológica de un organismo. El refugio y la esencia. Una suerte de casa y la feminidad que esta encierra, entendida como la fortaleza de la mujer y, especialmente, de su madre. Pero son también un espacio cargado de material psicológico y sentimental que hay que abordar físicamente. Un espacio, además, vertebrado por tres ejes: las emociones, la feminidad y la familia.

La emoción y el arte como medicina

La emoción es la fuente de todas estas creaciones. Bourgeois no persigue un concepto. Persigue la emoción instantánea. Y la curación de sus miedos y perturbaciones llega a través del arte-medicina. "Intenta explicar cómo se encontraba en ese momento, casi como un polígrafo", afirma Jerry Gorovoy, asistente de Bourgeois durante casi 30 años y hoy presidente de su fundación. "Ella pensaba que tenía acceso al inconsciente cuando trabajaba. No creía en lo verbal. Al hacer arte creaba algo que no era capaz de verbalizar", añade. Por eso, recorre toda su obra ese temor psicológico y emocional. "Se enfrenta a sus miedos y ansiedades siempre. Lo que se torna en específico son los materiales y las formas".

Estos cambiaron significativamente con estas 'celdas'. "Empezó a hacerlas con 80 años y fue un punto de cambio en la escala y en los métodos de trabajo. Fue la primera vez que incorporó objetos que le pertenecían y desarrolló esta arquitectura para rodearlos y establecer un control sobre el mundo poético que había creado", asegura. Ese envoltorio a lo sentimental que son estas celdas también responden a lo poco que le gustaba e interesaba a Bourgeois exponer: "Le costaba exponer. Le generaba ansiedad y lo veía innecesario. Decía que ser anónima era maravilloso para trabajabar sin presiones ni perturbaciones", asegura su asistente. Por eso concibe las 'celdas' como espacios independientes de los museos.

En esta exposición también destaca el hecho de que por primera vez se reúnen las primeras celdas creadas por Bourgeois. Las 'Celdas I-VI' nacieron en 1991 para una exposición en el Carnegie International de Pittsburgh y fueron las que dieron el nombre a esta serie en la que siguió trabajando prácticamente hasta su muerte. Rodeadas de puertas azules y pobladas por objetos como botes de perfume, manos entrelazadas o una cama de metal desvencijada rodeada de material quirúrgico y cristal, representan la puerta al voyeur-espectador a sus obsesiones. Junto a ellas, 'Guarida articulada' fue la precursora de esta serie. La creó en 1986 con los estantes de su estudio y es un espacio oculto y protegido al que se entra para encontrar el refugio de uno mismo.

"Quería que la mujer fuera sujeto y no objeto"

'Dentro y fuera', 1995. Louise Bourgeois (The Easton Foundaton / VEGAP, Madrid)"Quería que la mujer fuera sujeto y no objeto", asegura Gorovoy aunque reniega de la visión femenina y feminista de la obra de Bourgeois porque, dice, sus referencias son "universales" y "pre-género". Lo cierto es que la femeninidad y su reclamo está más que patente en sus celdas desde las formas más evidentes, en grandes falos y bolas, hasta la reivindicación constante a la figura de su madre. Ya en la serie de pinturas 'Mujer casa' (previas a las celdas) comienza a explorar el ámbito femenino desde la perspectiva de la identidad, las emociones y el papel de la mujer en el mundo.

'Dentro y fuera' (1995) indaga aún más en ese aspecto psicológico y de género. En esta celda quiso explorar, seguiendo las tesis del neurólogo Jean Martin Charcot y el su discípulo Sigmund Freud, el origen del arqueamiento del cuerpo que tiene lugar durante un ataque de histeria, pero lo hizo dándolela vuelta al concepto de eso denominado 'histeria femenina'. Por ello, un cuerpo masculino es el que se arquea en esta composición sobre una cama rodeado de espejos y picadoras de carne que lo desestructuran. ¿Dolor? ¿Placer?

Poco a poco las puertas opacas de madera de las celdas empiezan a dar paso al cristal y mallas metálicas. Bourgeois nos invita a mirar en su intimidad y los espejos van ganando cada vez más protagonismo en su obra. Decía Bourgeois que "el espejo significa la aceptación del yo. Por eso he vivido en una casa sin espejos, porque no podía soportarlo, no podía aceptarme. El espejo era mi enemigo". Por eso, en sus celdas el reflejo siempre va más allá y supone despojar la realidad para enfrentarse a la angustia y los miedos, como demuestra la asfixiante 'Culpable nº2' (1998).

La familia y, sobre todo, su madre

'Araña', 1997. Louise Bourgeois (The Easton Foundaton / VEGAP, Madrid)En 1994 Bourgeois hace su primera escultura con forma de araña. Tenía más de 80 años y en ella representa siempre a su madre. Es la figura que atraviesa toda su obra y, en especial, en estas celdas. Murió cuando Bourgeois tenía 21 años, y la araña simboliza tanto su trabajo como tejedora y restauradora como la figura de la madre protectora que cría a sus hijos pero también los puede devorar. En definitiva, la fortaleza y la fragilidad de la maternidad. No sólo 'Maman' (1999) está ahora en el Guggenheim. La celda 'Araña' (1997) contiene otra enorme representando una clara oda a su madre.

También están ambas en 'Lady in Waiting' (2003), una contrita y polvorienta cabina donde solo hay un butacón floreado con una muñeca de la que brotan patas de la araña e hilos. O en 'Celda (Choisy)', una réplica de mármol rosa de la casa de su niñez con una guillotina a modo de dintel que representa el paso del tiempo. Porque la familia fue el gran epicentro de su obra. No sólo vista desde la admiración hacia su madre sino también desde la mala relación con su padre, que fue infiel a su madre con su au pair Sadie.

La lucha interna, el rechazo y el abandono familiar están presentes en 'Habitación roja (Padres)' y 'Habitación roja (Niño)' (1994), que simbolizan la infancia y la intimidad de los padres teñidas ambas de en un rojo violento y perturbador, o las espectaculares 'Pasaje peligroso' (1997) y 'Líquido precioso' (1992), dos grandes instalaciones que abordan el tránsito de la infacia a la muerte, la presencia de sus progenitores y, especialmente, de su padre y el adulterio que marcó su vida.

Cierran la muestra varias celdas que son autorretratos de Bourgeois, la vulnerable 'Mujer espiral' y 'Días negros' (2006), en la que la feminidad -representada a través de sus vestidos y los carretes de hilos- se erige poderosa coronada con esas dos bolas negras que representan la masculinidad y que ahora se postran a sus pies. 'La úlitima subida' (2008), una de las últimas cedas que hizo, está rodeada de 'Todo lo regalo' (2010), una serie de seis grabados en los que estuvo trabajando hasta semanas antes de morir el 31 de mayo de 2010 y donde dejó sus mensajes de despedida. El último: "Hago las maletas". A buen seguro cargadas de todas estas cárceles que habitaron su piel.

Sus botes de perfume Shalimar, un caballito de cristal que le regaló Le Corbusier, bobinas de hilo, espejos, escaleras y arañas. Las puertas del Tribunal de Manhattan, el deposito de agua del tejado de su taller de Brooklyn o la escalera de caracol que lo presidía. Louise Bourgeois utilizó objetos cotidianos para construir sus creaciones más íntimas y personales. Los dotó de vida y, sobre todo, de emociones. Como una autobiografía y un psicoanálisis, sus 'Celdas' representan esa cárcel donde se cobijan los miedos, la angustia, el dolor de la infancia, el rechazo o la muerte. Y las aberturas, los cristales o las mallas metálicas que encierran estas obras escultóricas nos convierten en un voyeur que, si bien siempre es incapaz de llegar al final de ese mundo interno, se cuela en la vida más íntima de la artista.

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