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La batalla de la zarzuela para sobrevivir al siglo XXI
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"SU SALUD ES MEJORABLE", dice EL DIRECTOR DEL TEATRO DE LA ZARZUELA

La batalla de la zarzuela para sobrevivir al siglo XXI

Los prejuicios y el costumbrismo se alzan como una barrera para renovar al público de un género que se dejó de componer en nuestro país en torno a 1950

Foto: Zarzuela 'Galanteos en Venecia'. (Teatro de la Zarzuela)
Zarzuela 'Galanteos en Venecia'. (Teatro de la Zarzuela)

Un mantón de manila, una verbena y mucho costumbrismo son las imágenes que suelen asociarse a la zarzuela, ese género considerado menor e infravalorado en comparación con la ópera. Nacida en el siglo XVII, la zarzuela surgió con la vocación de ser una ópera en español que alterna las partes musicales y habladas y, a pesar de haber alcanzado grandes cotas de popularidad a lo largo de su vida, para el público más joven que ahora no lo reconoce entre sus raíces musicales es sinónimo de una puesta en escena “casposa y con chulapos”, tal y como explica el director del Departamento de Musicología de la Universidad Complutense, Víctor Sánchez.

“El problema es que esa imagen se consolidó durante décadas, cuando en realidad es un teatro musical y variado”, afirma el profesor, quien resalta el amplio repertorio existente y aclara un error generalizado que ha potenciado su descrédito: su denominación de género chico, que en realidad no se refiere a su escasa calidad ni a todas las obras, sino a un tipo concreto de zarzuelas de finales del XIX que eran más breves de lo acostumbrado y permitían a los teatros sustituir las funciones de varios actos y así renovar el público. Primer tópico desmontado.

Eso sí, el costumbrismo continúa pesando como una losa, aunque Sánchez considera que también habría que desmitificar este punto, ya que hay un amplio repertorio de piezas y, al igual que el cine, “hay obras buenas y otras malas”. Además, cita entre los grandes autores a Barbieri, Tomás Bretón, Ruperto Chapí y Pablo Sorozábal. “El costumbrismo no es tanto de las obras, sino de cómo se hacen”, apunta el profesor, para quien el reto del género es “despojarse” de ese carácter y hacer un teatro musical “más abierto a otro tipo de público”.

El lastre de un género fetén

Por tanto, zarzuela, público joven y carácter contemporáneo componen una fórmula de difícil encaje. Sin embargo, en opinión del director de escena y escenógrafo Paco Azorín, es una cuestión de “entrenamiento” y de lograr llevar las obras hasta “nuestros días”. “Actualizar las obras significa coger un libreto y usarlo como si estuviera escrito ayer. Los problemas que nos preocupan a los humanos hace tres siglos y ahora suelen ser muy parecidos. Temas como el amor, la muerte y el paso del tiempo están recogidos a lo largo de la historia de la humanidad en distintas manifestaciones artísticas. Desde la puesta en escena habría que intentar acudir a los motivos universales de la zarzuela y eliminar sin complejos elementos del costumbrismo que dejaron otras épocas. Estos son los que distraen de lo importante, de lo que subyace en cada obra, el mensaje”, señala.

Azorín conoce bien la zarzuela, no sólo porque haya trabajado con ella sino porque su abuelo era muy aficionado y acabó convirtiéndose en el sonido de su infancia. Por eso, tiene muy claro cuál es su apuesta de futuro para el género e incide en la necesidad de emplear elementos que sean reconocibles por el público: “El uso del mantón de manila es algo que yo no he vivido y cuando se lo pones a un personaje me da la sensación de que lo estás disfrazando de algo que yo no reconozco. El disfraz en el teatro es distanciador”.

"Desde la puesta en escena habría que intentar acudir a los motivos universales de la zarzuela y eliminar sin complejos elementos del costumbrismo", dice Azorín

Por tanto, una de las opciones reside en la actualización de las obras, pero no en la programación de nuevas piezas porque desde 1950 dejaron de componerse zarzuelas. “Técnicamente su vida fértil acabó a mediados del siglo XX y ahora debemos tener el compromiso de difundirla”, señala Azorín y reivindica que mientras que la zarzuela estuvo viva y se componía, en España la ópera era “la hermana menor de la zarzuela”. Ahora lamenta que el género viva “con cierto complejo de inferioridad”.

Junto a los tópicos y los complejos, Sergio Camacho, Director académico de los programas de música y artes escénicas de la Universidad de Nottingham en su campus de Malasia, añade el ”desconocimiento y los prejuicios que este favorece” a la hora de explicar por qué no logra enganchar al público joven, aunque reconoce que mientras la ópera ha tratado de adaptarse a los nuevos discursos, "recontextualizando las obras históricas y admitiendo nueva composición", la zarzuela "aún no ha sabido hacerlo".

“La identificación de la zarzuela con lo tradicional y lo español hace que haya sido encasillada por muchos como un género decadente y trasnochado. La zarzuela, en su época viva, fue todo lo contrario, un género que representaba y se adaptaba a su sociedad y a su público. Liberal y libertario, a veces; crítico e irónico casi siempre. Popular y populista. Es cierto que como género de repertorio, durante la época de Franco fue utilizado para ilustrar y reafirmar el paradigma de lo español, promoviendo un canon cerrado de obras y desincentivando la creación. Pero ese uso poco tiene que ver con el género”, argumenta Camacho, que hizo un doctorado en composición en la Universidad de Newcastle con un proyecto centrado en la revalorización de la zarzuela como género vivo.

"La zarzuela, en su época viva, fue un género que representaba y se adaptaba a su público. Liberal y libertario, a veces; crítico e irónico casi siempre"

Además, ha compuesto dos zarzuelas, la primera llamada 'Three-Word Poem about Loss', presentada en Reino Unido en 2007 bajo el apelativo de opera chica; y la segunda, en formato de zarzuela grande, titulada 'Beyond the Milestone' y centrada en el conflicto emocional de la emigración, cuyo preestreno también tuvo lugar en Reino Unido. “Mi verdadera ambición no se reduce a la difusión de mi obra, sino a evidenciar la validez del formato, para que otros también lo retomen”, afirma.

Los cantantes del futuro

Frente a la dificultad de fomentar nuevas composiciones, en el terreno de la interpretación, el género se ve con mejores ojos y despierta interés tanto en estudiantes de canto españoles como en alumnos procedentes de otros países, según explica Elías Romero, profesor de la Escuela Superior de Canto de Madrid. A juicio de este pianista y docente de repertorio vocal, que lleva doce años trabajando en la Escuela, el género no está “tan denostado” dentro del mundo lírico como en la sociedad en general.

Entre los estudiantes de esta escuela, no faltan amantes de la música que apuestan por la zarzuela como su futuro profesional. Es el caso de Emilio Manzanero, licenciado en Economía que durante unos tres años estuvo encadenando contratos en Airbus hasta que se preparó las pruebas de acceso a la Escuela y aprobó. Manzanero tiene ahora 25 años y estudia el primero de los cuatro cursos del Título Superior de Música -que prepara a los estudiantes a defenderse en distintas disciplinas- porque es su pasión desde que entró en el coro de su facultad, aunque su relación con la música viene de su infancia, cuando descubrió a Maria Callas de la mano de su madre. “Me gusta todo tipo de música, desde la electrónica y el flamenco hasta la clásica” explica, aunque él es barítono y sus pasos están encaminados hacia el canto lírico. “La zarzuela es un género muy nuestro, reconocible, es como cuando ves una película de Almodóvar sin saber quién es el director, pero ves cuatro fotogramas y ya sabes que es suya”, apunta. También destaca su capacidad para atraer la atención del espectador desde que se abre el telón. “Ir al teatro implica una magia que empieza en el momento en el que te sientas en la butaca”, añade.

Al igual que Manzanero, David Villegas le dio la vuelta a su vida para dedicarse a su mayor afición. Estudió arquitectura técnica y trabajó de urbanista en un ayuntamiento, pero llegó el paro y con él el momento de dar el salto. Ahora tiene 33 años, está en el cuarto curso de la Escuela Superior de Canto de Madrid y afronta su primera temporada como titular en el coro del Teatro Real. “Me gusta la zarzuela y suelo ir habitualmente. Si no conoces el género, te suena lo más popular, pero a medida que la estudias te das cuenta de que hay piezas muy bonitas a las que no se les da la importancia que tienen y también forman parte de nuestra cultura y narran nuestra historia”, sostiene.

"El estado de salud de la zarzuela es mejorable, me gustaría que tuviera más difusión, por ejemplo también a través de la televisión", asegura Bianco

Con la perspectiva que da la experiencia profesional, Javier Alonso, intérprete y miembro desde hace quince años del coro del Teatro de la Zarzuela, señala que el principal problema al que se enfrentan los artistas jóvenes es “el caché tan bajo que pagan” si no se trata de alguien medianamente conocido. Con una vida pegada a la zarzuela y con dos abuelas que también la cantaban, resalta que lleva quince años escuchando “la misma cantinela” sobre modernizar la zarzuela: “Se ha logrado en casos contados y los cambios que ha habido por modernizarla le han hecho un flaco favor. Solo determinadas obras se prestan a ello. Estoy seguro de que las hay, pero hay que buscar y elegir muy bien”. A su juicio si 'La del Soto del Parral' se modifica para encuadrarla en Madrid acabaría convirtiéndose en “un engendro”, pero hay otros títulos que sí pueden descontextualizarse o ser atemporales como 'Los sobrinos del Capitán Grant'.

El papel del Teatro de la Zarzuela

La cuestión por tanto es cómo mantener la atención del público que acude tradicionalmente al teatro y captar el interés de aquellos que la miran de soslayo. Para el director del Teatro de la Zarzuela, Daniel Bianco, es necesario "volver a entusiasmar" a los espectadores, especialmente a las nuevas generaciones a través de un proyecto pedagógico, y ofrecer "lo que quiere" al público habituado al género que acude al teatro y genera un “altísimo” nivel de ocupación en piezas como 'Juan José'. "Hay que dar a los títulos una visión contemporánea, que no significa hacerlos modernos, sino intentar cambiar la estética, hacerla más accesible. Se puede adaptar, igual que se hace con Calderón o Shakespeare", declara.

Para lograr estos objetivos, en la temporada 2016-2017 (en esta temporada se continúa el programa puesto en marcha por su antecesor en el cargo, Paolo Pinamonti), se potenciará el proyecto pedagógico desarrollado con la Universidad Carlos III de Madrid, se impulsará un abono joven más allá del descuento actual, y se abrirá el Teatro de la Zarzuela a otros géneros como el flamenco, con un festival en julio, o la comedia musical para que sirvan de puente a más espectadores. "La zarzuela ha absorbido de los géneros de España, por qué no usar todo eso en el teatro", se pregunta.

De igual modo, se dará "más visibilidad al teatro" con acciones como 'Las notas del ambigú'. Este espacio se convertirá en un café en el que una vez al mes habrá un espectáculo para hacer zarzuela, música barroca y diferentes recitales para no más de cien personas. "El estado de salud de la zarzuela es mejorable, me gustaría que el género tuviera más difusión, por ejemplo también a través de la televisión", apunta y avanza una iniciativa en la que se podrán presentar proyectos de obras y un jurado internacional elegirá el más interesante para, a partir de ahí, encargar al ganador un proyecto. "Me gustaría que fuese actual, que es lo que pasaba antes cuando hablaban de personajes que estaban en la calle", afirma.

Con todo ello busca conformar un teatro "de puertas abiertas para que entre y salga el aire", con incluso un fórum de debate con “los enemigos de la zarzuela” en el que conversar sobre el género. "Hay que acabar con el prejuicio sobre la zarzuela, entender que ha sido un género muy importante, y ser conscientes de que somos el único teatro que se dedica exclusivamente a este género y esa es nuestra obligación: levantar el nivel y hacerlo visible", concluye.

Un mantón de manila, una verbena y mucho costumbrismo son las imágenes que suelen asociarse a la zarzuela, ese género considerado menor e infravalorado en comparación con la ópera. Nacida en el siglo XVII, la zarzuela surgió con la vocación de ser una ópera en español que alterna las partes musicales y habladas y, a pesar de haber alcanzado grandes cotas de popularidad a lo largo de su vida, para el público más joven que ahora no lo reconoce entre sus raíces musicales es sinónimo de una puesta en escena “casposa y con chulapos”, tal y como explica el director del Departamento de Musicología de la Universidad Complutense, Víctor Sánchez.

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