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Por qué 'El amor es más fuerte que las bombas'
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Joachim Trier rueda su primer filme en inglés

Por qué 'El amor es más fuerte que las bombas'

Jesse Eisenberg, Gabriel Byrne e Isabelle Huppert se ponen a las órdenes del director noruego en un drama sobre una familia en crisis tras la muerte de la madre

Foto: Fotograma de la película 'El amor es más fuerte que las bombas'.
Fotograma de la película 'El amor es más fuerte que las bombas'.

Cuando arranca 'El amor es más fuerte que las bombas', Isabelle Reed, el personaje que interpreta Isabelle Huppert, lleva dos años muerta. Reed era una fotoperiodista de raza y manual, una de aquellas profesionales capaces de conseguir esa imagen de una guerra olvidada que acaba ilustrando la portada de 'The New York Times'. Ahora se prepara una exposición para conmemorar su fallecimiento y Richard, un colega del oficio, se dispone a escribir un artículo en su honor donde se hable por primera vez de las circunstancias de su desaparición. Reed sufrió un accidente de coche cerca de su casa, y Richard sospecha que se trató de un suicidio. Trabajar tantos años en el corazón de los conflictos acaba dejando su huella.

El viudo, Gene, intentará que todo ello no avive el duelo que todavía afecta a sus dos hijos. El mayor acaba de ser padre y, a pesar de que no lo admita, la confusión se ha instalado en su vida. El menor se ha replegado en el aislamiento propio de un adolescente que evita las llamadas del progenitor y se sumerge en los videojuegos.

Tráiler del filme


El empleo de la madre muerta cuyo recuerdo marca a todos los protagonistas del filme no es baladí. A través de diversos 'flashbacks', Trier recupera las reflexiones del personaje en torno a su trabajo como fotoperiodista. Una manera de poner en crisis el concepto de objetividad a partir del oficio de alguien que se dedica a levantar acta a través de su cámara del mundo que le rodea. Es Isabelle quien le enseña a su hijo menor que un simple reencuadre de una misma foto puede cambiar totalmente el sentido de la imagen. Y Trier aplica la misma idea a la estructura de su película, una especie de puzle en que se combinan las diferentes perspectivas en torno a una figura ausente sin que el resultado acabe sumando en ningún momento un retrato completo y definitivo.

La historia funciona mejor como película sobre el tránsito hacia la madurez de un adolescente que como drama adulto

Este trabajo de reconstrucción que pone bajo sospecha los mecanismos y registros de la memoria emparenta 'El amor es más fuerte que las bombas' con aquellas películas de Atom Egoyan de finales de los noventa en torno a unas relaciones emocionales mediatizadas por las nuevas tecnologías. La primera incursión en el cine de habla inglesa por parte del director de 'Oslo, 31 de agosto' bebe ostensiblemente de este cine independiente norteamericano, donde se alternaban puntos de vista y se entrecruzaban diferentes tramas narrativas. Y esta plantilla de referentes acaba encorsetando en parte la película, un drama adulto al que a veces le pesa demasiado ese tono de padre que quiere mostrarse comprensivo con todos los aspectos de la vida e insiste una y otra vez a su hijo en que se sienten a hablar.

Elenco inspirado

La por otro lado innegable solidez de 'El amor es más fuerte que las bombas' se debe en parte a su elenco. Trier recurre a tres intérpretes de mediana edad siempre en estado de gracia, Isabelle Huppert, magnífica en sus escasas apariciones, Gabriel Byrne como el padre en una encrucijada de emociones, y David Strathairn, que añade un toque de distinción a cualquier película en la que aparece. Jesse Eisenberg sigue manteniendo esa capacidad de otorgarle un punto de antipatía a todos los roles que interpreta, aquí el del hermano mayor de vida supuestamente controlada. Pero el papel más destacable es el del joven Devin Druid, a quien descubrimos como hijo adolescente de esa magistral muestra de ficción televisiva que es 'Olive Kitteridge'.

Tráiler de 'Oslo, 31 de agosto'


Mejor como película sobre el tránsito hacia la madurez de un adolescente que como drama adulto, 'El amor es más fuerte que las bombas' brilla en todas las secuencias en que Druid concentra el protagonismo. Como aquella en que le deja leer uno de sus textos a su hermano mayor. Y Trier lo visualiza como una brillante pieza de literatura posmoderna en que los pensamientos más dolorosos sobre la muerte de la madre se entremezclan con reflexiones en torno a las pastillas de chocolate, y en que las lecturas sobre el mundo se articulan en forma de enumeraciones y listados que se combinan con la obsesión por los vídeos de internet sobre cuerpos putrefactos. También el joven Druid protagoniza el momento más luminoso del filme, el paseo de vuelta para casa con la muchacha de la que está enamorado.

Son estas escenas las que más recuerdan la cinta anterior de Trier y su guionista de confianza Eskil Vogt, 'Oslo, 31 de agosto', esa película que, inspirándose en 'Fuego fatuo' de Pierre Drieu La Rochelle, retrataba de forma tan precisa, contenida y melancólica la atracción hacia la nada de su protagonista. Aquí, sin embargo, Trier incide en una tendencia que el pasado Festival de Cannes, donde se estrenó la película, se encargó de promocionar: la de un cine de autor hablado en inglés que renuncia a cierta personalidad en pro del mercado internacional.

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Cuando arranca 'El amor es más fuerte que las bombas', Isabelle Reed, el personaje que interpreta Isabelle Huppert, lleva dos años muerta. Reed era una fotoperiodista de raza y manual, una de aquellas profesionales capaces de conseguir esa imagen de una guerra olvidada que acaba ilustrando la portada de 'The New York Times'. Ahora se prepara una exposición para conmemorar su fallecimiento y Richard, un colega del oficio, se dispone a escribir un artículo en su honor donde se hable por primera vez de las circunstancias de su desaparición. Reed sufrió un accidente de coche cerca de su casa, y Richard sospecha que se trató de un suicidio. Trabajar tantos años en el corazón de los conflictos acaba dejando su huella.

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