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Banksy: el héroe enmascarado del arte callejero pierde su antifaz
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Robin Gunnigham podría ser el artista

Banksy: el héroe enmascarado del arte callejero pierde su antifaz

¿Quién es el hombre detrás del artista y por qué nos importa tanto? Un grupo de investigadores ha utilizado un método para localizar terroristas con el fin de dar con él

Foto: Durante años se habló de él igual que esos carteles de 'Se busca' que cuelgan en las comisarias de policía. (Corbis)
Durante años se habló de él igual que esos carteles de 'Se busca' que cuelgan en las comisarias de policía. (Corbis)

Puede buscarlo de diversas maneras en Google, teclear palabras aparentemente neutras como “graffiti famoso+máscara” o “graffiti+misterio”, y entre los primeros resultados siempre aparece su nombre, o su sobrenombre: 'Banksy'. Un hombre enigma, casi un súperheroe enmascardo como los de Marvel, que inundó las calles de Bristol de ratas en los 80' y cuyas obras pueden verse hoy en día en la mayoría de las grandes ciudades, e incluso en lugares más inhóspitos y terribles del planeta, como el muro de Cisjordania. Arte callejero que abofetea al sistema, que lo hackea, poniendo de relieve las contradicciones del mundo a través de muros convertidos en museos urbanos, tan o más visitados que la Mona Lisa. Y sin embargo, como ocurre con los hackers, su rostro ha permanecido oculto... hasta ahora.

[Vea también: Las mejores intervenciones urbanas de Banksy]

Un grupo de investigadores de la Universidad de Queen Mary, en Londres, cree haber descubierto la identidad del artista: el graffitero Robin Gunningham. Un nombre que ya se barajaba desde 2008, cuando periodistas y fanáticos comenzaron su búsqueda al modo de Lois Lane. Y, para ello, los científicos han empleado el mismo método que se utiliza para localizar terroristas, una aplicación matemática que analiza los escenarios del “crimen”.

Sospechoso de ser un genio

Como si participasen en un capítulo de CSI, el equipo de Queen Mary diseñó un mapa de “puntos calientes” donde cotejaron 140 obras del artista en Londres y Bristol con los lugares que frecuentaba Gunningham, desde su domicilio hasta incluso los pubs donde acudía con los amigos, suponiendo que un “malhechor” no sólo vuelve al lugar del delito, sino que actúa cerca de su residencia.

La investigación llega con retraso, cuentan los científicos, porque los abogados de Banksy opusieron resistencia desde que supieron de la misma, y no precisamente por una cuestión de respeto del anonimato, sino porque el informe calificaba las obras del artista de “actos de terrorismo menor”.

Y viene a cuento. Durante años se habló de él igual que en esos carteles de 'Se busca' que cuelgan en las comisarias de policía: su nombre podría ser Robert Banks o Robin Banks, se dijo; y también que era rubio, más bien alto, que rondaba los 40 años y que vestía como los graffiteros. Hay quien, incluso, lo describió en su día como una mezcla entre el cantante Jimmy Nail y el rapero Mike Skinner.

De ser cierto que han conseguido desvelar su identidad, y parecen estar bastante seguros de ello, ¿seguirá Banksy regalándonos su trabajo, o bien, una vez librado de su antifaz, su obra ya no tendrá sentido? Flaco favor nos hace la ciencia si al final el artista cumple lo que un día dijo: “Cuando llegue el momento de partir, simplemente sal en silencio sin hacer ningún tipo de alboroto”.

Puede buscarlo de diversas maneras en Google, teclear palabras aparentemente neutras como “graffiti famoso+máscara” o “graffiti+misterio”, y entre los primeros resultados siempre aparece su nombre, o su sobrenombre: 'Banksy'. Un hombre enigma, casi un súperheroe enmascardo como los de Marvel, que inundó las calles de Bristol de ratas en los 80' y cuyas obras pueden verse hoy en día en la mayoría de las grandes ciudades, e incluso en lugares más inhóspitos y terribles del planeta, como el muro de Cisjordania. Arte callejero que abofetea al sistema, que lo hackea, poniendo de relieve las contradicciones del mundo a través de muros convertidos en museos urbanos, tan o más visitados que la Mona Lisa. Y sin embargo, como ocurre con los hackers, su rostro ha permanecido oculto... hasta ahora.

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