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La oportunidad de invertir en cine español
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La oportunidad de invertir en cine español

Hoy día la estructura empresarial del cine español pierde eficacia por su excesiva fragmentación. Su capacidad financiera es claramente mejorable

Foto: Inma Cuesta en 'La novia'
Inma Cuesta en 'La novia'

Hoy día la estructura empresarial del cine español pierde eficacia por su excesiva fragmentación. El total de productoras es de 228 de las que durante el último año 16 han participado en 2 o más largometrajes. Su capacidad financiera es claramente mejorable. Proliferan las óperas primas, 38 estrenadas en 2015, 10 más que el año anterior. En contraposición a esta realidad de la producción independiente, llama la atención el dominio casi absoluto del oligopolio televisivo. Entre las 10 películas de mayor recaudación de 2015, nueve han sido financiadas por canales privados. También es reseñable la tendencia continuada del sector a la reducción de la dimensión de las producciones. Un cálculo medio para el coste de producción de una película española en 2015 lo sitúa en 1.2 millones de euros, menos de la mitad que hace cinco años.

Las medidas que el actual gobierno -tras 4 años de abandono del sector- ha implantado se han basado más en satisfacer los intereses de determinados grupos de presión que en el resultado de sus conversaciones con los agentes implicados y con una patronal de los productores cada vez más debilitada y fracturada. El gobierno ha dictado una Orden (18 de Diciembre de 2015), basada en un modelo -para muchos anacrónico- de ayudas anticipadas, como en los viejos tiempos. Se vuelve a las ayudas generales sobre proyecto y a las ayudas selectivas pero al final todo tiene un tufo "selectivo" ya que, entre otras cosas, la falta de acreditación del carácter cultural de la obra será causa para la denegación de la petición. Esta condición cultural, probablemente impuesta por Bruselas, nos conduce a un territorio peligroso. El cine sólo es cultura y se abandona el lado industrial del mismo.

Las medidas que el gobierno -tras 4 años de abandono del sector- ha implantado se han basado más en satisfacer los intereses de determinados grupos de presión que en el resultado de sus conversaciones con los agentes implicados

Uno de los males del cine español es la financiación. Hay cines como el francés, alemán e italiano, que entienden las cosas de otra manera. El italiano tiene un fondo de apoyo 10 veces superior al nuestro y el francés lo supera 20 veces. En este sentido, la opinión generalizada es que, con la nueva Orden, se ha dado un paso atrás, confirmando la idea de que el cine para los dirigentes políticos españoles es un sector de pequeña dimensión, sin ambiciones no un sector con potencial industrial, cultural que trasciende las políticas cortoplacistas.

Mirando en positivo

Mirando en positivo, la Administración entrante debería considerar una herramienta de carácter fiscal que favorece la inversión en cine y que contribuye a que éste crezca más allá de las subvenciones. Se trata de las Agrupaciones de Interés Económico, prevista en la Ley del Cine de 2007 y en la Ley del Impuesto de Sociedades de 2004. A día de hoy, 83 largometrajes ya estrenados en salas comerciales, se han acogido a esta modalidad. 'Truman', la reciente triunfadora en los Premios Goya 2016, se ha producido con una AIE, pero también otras nominadas como 'A cambio de nada', 'Nadie quiere la noche', 'Atrapa la bandera', 'Anacleto: agente secreto', 'Ma ma', sin olvidar los ya famosos dos 'Apellidos'.

Las AIEs facilitan la deducción por inversiones a aquellos sujetos pasivos del Impuesto de Sociedades y del IRPF que las realicen en producciones cinematográficas con nacionalidad española, largometrajes de ficción, animación o documental, además de series de ficción para TV. Las deducciones alcanzan el 18% (20% para el primer millón) para el inversor sobre el coste de la obra, excluidas las subvenciones y los costes de comercialización y distribución. Esta deducción, junto con la generación de bases imponibles negativas aplicables a los inversores de la película, constituyen el conjunto del beneficio fiscal.

Las deducciones alcanzan el 18% (20% para el primer millón) para el inversor sobre el coste, excluidas subvenciones, comercialización y distribución

La AIE, es una entidad mercantil en la que participan los distintos inversores, personas físicas o jurídicas y que se inscribe como entidad productora en el Registro correspondiente del Ministerio de Cultura. Actúa como compañía productora a través de su inversión, adquiriendo la titularidad de los derechos y participando en la iniciativa y responsabilidad de la obra, firmando los acuerdos correspondientes con el productor ejecutivo. En consecuencia la AIE interviene, en nombre y por cuenta propia, en los contratos de financiación con las correspondientes entidades bancarias, es la receptora de las subvenciones públicas y firma los contratos de venta de derechos y distribución. En fin, la AIE es la productora de la película, cuyo fin es la captación de financiación privada y facilitar la rentabilidad fiscal al inversor.

Hay una serie de características a tener en cuenta en una AIE: el productor original de la película entra en la AIE con una aportación en especie que son los derechos adquiridos sobre el guión. Se trata de una sociedad en régimen de transparencia fiscal. La AIE tributa en las declaraciones del Impuesto de Sociedades o del IRPF de sus miembros residentes en España y existe absoluta flexibilidad temporal para invertir en cualquier momento de los procesos y antes de la calificación por el Ministerio de Cultura. Hay total libertad para mantener la AIE o disolverla, aunque lo más habitual es la disolución a los cinco años de su constitución (dos años para los procesos de producción y tres años para la amortización) y la AIE es la titular de los derechos de propiedad intelectual de la obra audiovisual en tanto la AIE está viva. Cuando se liquida la AIE, el productor original, mediante una transferencia de derechos, recupera para su productora la propiedad de la película.

No todos los inversores son iguales

Pero no todos los inversores son iguales. El inversor no productor sólo busca la rentabilidad fiscal que le facilita la AIE y, en consecuencia, su inversión no está ligada al éxito de la película sino simplemente a su calificación. Por el contrario, el inversor coproductor adquiere el riesgo no de sus beneficios fiscales - que nunca perderá - sino del riesgo derivado del éxito económico del proyecto en el mercado.

Mediante la AIE, el productor cinematográfico añade a sus fuentes de financiación habituales, una cuarta fuente financiera, procedente de la inversión privada, que no exige su devolución. Este sistema permite ampliar los presupuestos de producción, mejorar la calidad de la obra audiovisual y ganar confianza en los inversores privados. Además, si las películas logran comercialización internacional, se obtiene un 99% de exención de impuesto cuando se reinvierte en otra producción, circunstancia que hace que la AIE resulte aún más atractiva para el inversor. No obstante, existe un elemento complementario a la AIE, que hace aún más interesante la participación de los inversores. Se trata del Seguro de Buen Fin, que garantiza la finalización de los procesos que permiten la calificación de la película y, en consecuencia, el acceso de los inversores a los beneficios fiscales que marca la ley.

El Seguro de Buen Fin garantiza la finalización de los procesos de calificación de la película y, así, el acceso de los inversores a los beneficios fiscales

Hoy las AIEs permiten que inversiones privadas sean atraídas hacia el cine, pero también abre la esfera audiovisual a sectores de la economía- bancos, despachos profesionales, profesionales liberales, industriales, particulares- que nunca habían tenido oportunidad de acercarse a uno de los sectores más activos y creativos de la sociedad. Un sector en el que hay mucho negocio por hacer, ventajas fiscales por obtener, puestos de trabajo por crear y cultura y creatividad por expandir, en un circuito con buenas medidas de seguridad.

Modular ésta palanca fiscal, incrementando los tipos cuando fuera necesario para expandir la actividad es un reto para el próximo gobierno de una eficacia superior a las denostadas subvenciones que podrán ir desapareciendo en favor de este nuevo modelo.

Hoy día la estructura empresarial del cine español pierde eficacia por su excesiva fragmentación. El total de productoras es de 228 de las que durante el último año 16 han participado en 2 o más largometrajes. Su capacidad financiera es claramente mejorable. Proliferan las óperas primas, 38 estrenadas en 2015, 10 más que el año anterior. En contraposición a esta realidad de la producción independiente, llama la atención el dominio casi absoluto del oligopolio televisivo. Entre las 10 películas de mayor recaudación de 2015, nueve han sido financiadas por canales privados. También es reseñable la tendencia continuada del sector a la reducción de la dimensión de las producciones. Un cálculo medio para el coste de producción de una película española en 2015 lo sitúa en 1.2 millones de euros, menos de la mitad que hace cinco años.

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