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Criminales, bisexuales y tarados: los hermanos Key llegan al cine sin éxito
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Criminales, bisexuales y tarados: los hermanos Key llegan al cine sin éxito

Tom Hardy se duplica para dar vida a los legendarios mafiosos en el fallido filme de Brian Helgeland en que lo mejor vuelve a ser la interpretación del británico

Foto: Tom Hardy por duplicado en 'Legend'
Tom Hardy por duplicado en 'Legend'

Quien quiera comprobar las habilidades y el rango actoral de Tom Hardy puede tirar de 'streaming' y echar la tarde viendo, por ejemplo, 'Bronson' –donde interpreta a un matón psicópata— o 'La entrega' –donde interpreta a un matón psicópata disfrazado de cándido barman--, y luego 'Origen' –donde da vida a un sedoso falsificador—y también 'Locke' –donde trata de resolver líos de faldas mientras conduce y conduce--. Pero una opción más fácil para enterarse de lo que es capaz de hacer este pollo frente a una cámara es verle en' Legend' interpretando, él solito, a los hermanos gemelos Reggie y Ronnie Kray, que en los años 60 cortaron el bacalao del crimen organizado londinense y, en el proceso, dejaron un rastro de huesos rotos y cráneos aplastados. Los conocedores de la serie B británica de la pasada generación y los fans de la New Wave ya habrán oído hablar de ellos: Gary y Martin Kemp, líderes de Spandau Ballet, les dieron vida en el biopic 'Los Kray' (1991).

En otras palabras, Hardy tiene aquí ocasión no solo de hacer aquello que se le da mejor –trabajar un acento, ponerse hecho una mula, partir caras--, sino de hacerlo por duplicado. Gracias a la tecnología, hasta es capaz de darse de hostias consigo mismo. Y qué duda cabe que logra ofrecer el tipo de festival interpretativo que invita a entregados chascarrillos: si no le han pagado dos sueldos por la película le han estafado... ¿Hay algunos trillizos famosos a los que pueda encarnar?... Y así.

Dado que a él probablemente le habrían bastado las expresiones faciales y las inflexiones vocales para hacer a Reggie y Ronnie convincentemente distintivos, es una pena que el director y guionista Brian Helgeland se esfuerce de forma tan tosca por exagerar las diferencias entre ambos: Reggie es, para entendernos, el hermano bueno, un aspirante a empresario legal; Ronnie, por el contrario, es un tarado esquizofrénico proclive a los estallidos de brutalidad y a un comportamiento general de lo más bizarro. Reggie intenta empujar a los Kray hacia la respetabilidad; la demencia de Ronnie amenaza con destruirlos. Reggie es un heterosexual enamorado; Ronnie es un gay vicioso.

Ese, decimos, es el retrato que hace 'Legend' a pesar de que, en realidad, los dos eran unos psicópatas extremadamente violentos y probablemente bisexuales. Y, esclavo de esa simplista oposición, Helgeland acaba reduciendo 'Legend' a poco más que una dinámica repetitiva y monótona de polos opuestos que se atraen: Reggie trata de ir por el buen camino, Ronnie la lía, Reggie le salva el trasero, discuten, se reconcilian, Ronnie la lía, Reggie le salva el trasero, etc.

Quizá hipnotizado por lo que su dotado actor logra extraer de tan básica premisa, Helgeland se olvida de todo lo demás. 'Legend' apenas hurga en el historial de los gemelos, la naturaleza de sus negocios o el alcance de su influencia –para eso está Google, ¿no?--. Es imposible hacerse una idea de cuánto tiempo cronológico transcurre durante la película, y no hay evolución dramática ni nada que avive nuestra implicación --nadie en la película se enfrenta a una decisión difícil, nadie tiene un objetivo final-- sino solo el relato de una serie de cosas que pasan. Frente a ellas, Helgeland adopta un enfoque propio de cartoon o incluso de farsa que habría tenido sentido si, al menos, la película hiciera justicia a su título y nos explicara por qué sus héroes eran legendarios –o por qué creían serlo--. Sabemos que los Kray fueron celebridades de la época, fotografiados por David Bailey y perseguidos por los tabloides, pero 'Legend' apenas se fija en el corrupto entorno que hizo eso posible, ni entiende qué los hacía fascinantes. Se nos dice que lo eran, eso sí. Se nos asegura.

La encargada de hacerlo es Frances Shea (Emily Browning, aplastada entre dos Hardys), que fue esposa de Reggie. De forma completamente improcedente, Helgeland la convierte en narradora casi omnisciente del relato, dada a las afirmaciones solemnes, pero al mismo tiempo le otorga la misma profundidad que poseen todas esas sufridoras esposas-florero de mafiosos y policías que hemos visto previamente en tantas historias como esta. De hecho, poco hay en 'Legend' que no hayamos visto ya antes, especialmente en el cine de Scorsese. De hecho, Helgeland hasta se permite el lujo de intentar recrear la famosa escena en el club Copacabana de 'Uno de los nuestros', y confirma una vez más que, llegado a este punto, el cine de gánsteres se repite como un disco rayado de Frankie Avalon.

Al final, lo que le queda a 'Legend' son un puñado de escenas, la mayoría relacionadas con la chaladura de Ronnie y la epatante franqueza con la que habla de su homosexualidad. Considerado por sí mismo, de hecho, Ronnie es uno de los más destacables personajes cómicos jamás puestos en una película criminal, con esa hechura de saco de patatas y esa cara de tarugo. Resulta hilarante cuando, por ejemplo, le explica su preferencia por los chicos griegos a un capo que no da crédito, o trata de desviar fondos del negocio familiar para instaurar una sociedad utópica en Nigeria. Pero no basta. 'Legend' ofrece violencia sin amenaza, amores condenados sin desesperación y glamur decadente sin placer. Puede que aun así, exclusivamente gracias al empeño de Hardy, nos entretenga. Pero solo hasta que deja de hacerlo.

Quien quiera comprobar las habilidades y el rango actoral de Tom Hardy puede tirar de 'streaming' y echar la tarde viendo, por ejemplo, 'Bronson' –donde interpreta a un matón psicópata— o 'La entrega' –donde interpreta a un matón psicópata disfrazado de cándido barman--, y luego 'Origen' –donde da vida a un sedoso falsificador—y también 'Locke' –donde trata de resolver líos de faldas mientras conduce y conduce--. Pero una opción más fácil para enterarse de lo que es capaz de hacer este pollo frente a una cámara es verle en' Legend' interpretando, él solito, a los hermanos gemelos Reggie y Ronnie Kray, que en los años 60 cortaron el bacalao del crimen organizado londinense y, en el proceso, dejaron un rastro de huesos rotos y cráneos aplastados. Los conocedores de la serie B británica de la pasada generación y los fans de la New Wave ya habrán oído hablar de ellos: Gary y Martin Kemp, líderes de Spandau Ballet, les dieron vida en el biopic 'Los Kray' (1991).

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