Es noticia
Salma Hayek: "Soy como una bomba a punto de explotar"
  1. Cultura
  2. Cine
estrena 'el cuento de los cuentos'

Salma Hayek: "Soy como una bomba a punto de explotar"

En la piel de una reina obsesionada con ser madre, Hayek protagoniza la escena más memorable del filme: sentada a solas en una mesa, devora con fruición el corazón de un monstruo marino

Foto: Salma Hayek (REUTERS/Yves Herman)
Salma Hayek (REUTERS/Yves Herman)

La escena de 'Abierto hasta el amanecer' (1995) que la dio a conocer, en la que entre sinuosos contoneos metía su pie en la boca de Quentin Tarantino, sin duda hizo volar la imaginación de muchos. Sin embargo, es probable que ni los más fantasiosos pensaran “esta chica tiene un gran futuro como actriz”. Y aunque es cierto que si nos ceñimos a los logros estrictamente interpretativos su carrera no es lo que se dice deslumbrante, el caso es que ahí está Salma Hayek 20 años después, trabajando para uno de los grandes autores del cine europeo actual. 'El cuento de los cuentos', del italiano Matteo Garrone, es un trío de historias basadas en el 'Pentamerón', recopilación de relatos populares a cargo del poeta napolitano Giambattista Basile. En la piel de una reina obsesionada con ser madre, Hayek protagoniza la escena más memorable de la película: sentada a solas en una mesa de banquetes, devora con fruición el corazón de un monstruo marino. Podremos verla en pantalla grande a partir de este viernes.

Pregunta- ¿Resultó rodar esa escena tan impactante como resulta contemplarla?

Respuesta- ¿Impactante? Esa escena no es nada, tendrías que haberme visto abalanzándome sobre los cruasanes del desayuno esta mañana. Cuando tengo hambre, a la hora de comer puedo perder las formas. Y tengo hambre muy a menudo. Hablando en serio, rodarla resultó sobre todo muy desagradable. El corazón en realidad era una mezcla de malvavisco, espaguetis y otras materias que no fui capaz de identificar. En resumen, una marranada. Mientras me metía eso en la boca estuve a punto de vomitar. Por suerte mi hija Valentina, que estaba en el set, me dio un consejo que me permitía escupir todo lo que mordía sin que la cámara lo viera.

P- ¿Sigue Valentina acompañándole a todos los rodajes?

R- A muchos de ellos. Cada vez a menos, eso sí. Quiero que empiece a vivir su vida en lugar de ser testigo de la mía. Pero, como en el fondo soy una ególatra, sigo necesitando tener a alguien cerca de mí mientras ruedo que me diga lo bien que lo hago. Los intérpretes somos así. De todos modos, en realidad me da mucha caña. Y generalmente tiene una idea mucho más clara que yo misma sobre cómo rodar mis escenas. Creo que podría ser una actriz fantástica, mucho mejor que yo. Lo único que me preocupa es que le entusiasman los musicales de Broadway. Yo los detesto.

P- ¿Se definiría como una madre dominante?

R- Tengo sangre libanesa, mexicana y española. En otras palabras, la tengo más caliente que la lava de un volcán en erupción. En general, soy como una bomba a punto de explotar. En todo caso, más que dominante diría que soy protectora, y ella ya empieza a poner distancia. El otro día acompañaba a la escuela cogiéndola de la mano, pero al acercarnos a la puerta se soltó y me dijo: “Ay, mamá, ¿no crees que ya somos un poco mayorcitas para esto?”.

P- Empezó en el cine dando vida a strippers, criadas y prostitutas, y ahora has interpretado a una reina. Sin duda es un progreso.

R- Sin duda, es uno de los motivos por los que acepté el papel. Puede parecer una tontería, pero no lo es. No sé, tengo casi 50 años y nunca me dan papeles de abogada, o doctora. No tengo ocasión de interpretar a mujeres profesionales. Es difícil encontrar personajes con miga. He tardado más de 20 años en conseguir que un director como Oliver Stone me llamara [rodó Salvajes en 2011]. La única de mis películas que fue nominada al Oscar es Frida, y tuve que producirla yo misma. Y encima recibí muchos palos por hacerla, sobre todo de los periodistas mexicanos.

P- ¿Por qué motivo?

R- En realidad 'Frida' fue el momento álgido de un desencuentro que venía de atrás. Ahora ya hemos hecho las paces. Es una larga historia.

P- Tenemos algo de tiempo.

R- Lo que pasa es que, cuando yo me fui de México, la prensa de mi país esperaba que hiciera las cosas que ellos estaban acostumbrados a que otros actores mexicanos hacen, y en cambio yo desarrollé un sistema diferente para sobrevivir y tener cierto control sobre mi vida. Por entonces, se daba por hecho que una actriz debía convocar una rueda de prensa para explicar que alguien le había comprado un anillo, o para justificar unas fotos tomadas por los paparazzi. Pero yo decidí que solo daría entrevistas cuando tuviera un trabajo que promocionar. Y me tomaron por una diva.

P- ¿Y qué pasó en la época de 'Frida'?

En un acto promocional algunos periodistas me provocaron. Me preguntaron: “¿Cómo te sientes siendo odiada por tu país?”, o algo así. Y yo reaccioné diciendo las cosas más violentas que probablemente nadie ha dicho jamás sobre los periodistas. Pero insisto en que ahora estamos bien. Y ahora valoro el oficio de periodista mucho más, sobre todo porque la prensa está pasando por un momento muy delicado. Su supervivencia misma está amenazada, y pienso que la prensa es muy necesaria para inspirar el mundo y, a la vez, para contar la verdad.

P- Hablando de supervivencias bajo amenaza, ¿en algún momento has sentido que la tuya en el mundo del cine lo estaba?

R- En muchos. Al principio me dijeron, “nunca trabajarás en Hollywood porque eres mexicana”, y trabajé en Hollywood. Luego me dijeron, “tu carrera estará acabada a los 30 años’, y ya tengo casi 50. Y actualmente hay muchos que no me quieren en Hollywood. Además, ahora se hacen menos películas porque todo el dinero se invierte en unos pocos blockbusters, y al mismo tiempo hay cada vez más revistas y programas de 'gossip'. Es decir, hay mucho menos trabajo como intérprete y mucho más trabajo como celebridad, y tienes que ejercer de celebridad para que te contraten como intérprete. Y jugar ese juego tampoco me gusta. Pero da igual, siempre puedo rodar La chispa de la vida en España, o El cuento de los cuentos en Italia, o producirme mis propias películas.

P- ¿Por qué no eres querida en Hollywood?

R- Prefieren a actrices que no den su opinión, que no protesten y que se lo pongan fácil. Pero yo no sé tener la boca cerrada. Y cuando veo algo que no me gusta, sobre todo cuando se trata de la situación de la mujer, tengo que decirlo.

P- ¿Dirías que hay sexismo en Hollywood?

R- Hay mucho menos trabajo para las mujeres que para los hombres, y nosotras ganamos mucho menos dinero que ellos por el mismo trabajo. Hay sexismo en Hollywood porque hay sexismo en todos lados. Los únicos sectores en los que las mujeres ganan más dinero que los hombres son la moda y el cine porno. Yo vivo en Francia, que en teoría es el país de las libertades y la igualdad, pero incluso allí la violencia doméstica es un problema gravísimo. Yo lucho por el derecho de las mujeres a tener su propia voz en lugar de ser obligadas a encajar en lo que dicta la voz de los hombres.

La escena de 'Abierto hasta el amanecer' (1995) que la dio a conocer, en la que entre sinuosos contoneos metía su pie en la boca de Quentin Tarantino, sin duda hizo volar la imaginación de muchos. Sin embargo, es probable que ni los más fantasiosos pensaran “esta chica tiene un gran futuro como actriz”. Y aunque es cierto que si nos ceñimos a los logros estrictamente interpretativos su carrera no es lo que se dice deslumbrante, el caso es que ahí está Salma Hayek 20 años después, trabajando para uno de los grandes autores del cine europeo actual. 'El cuento de los cuentos', del italiano Matteo Garrone, es un trío de historias basadas en el 'Pentamerón', recopilación de relatos populares a cargo del poeta napolitano Giambattista Basile. En la piel de una reina obsesionada con ser madre, Hayek protagoniza la escena más memorable de la película: sentada a solas en una mesa de banquetes, devora con fruición el corazón de un monstruo marino. Podremos verla en pantalla grande a partir de este viernes.

Quentin Tarantino
El redactor recomienda