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Una mujer doliente y un azor salvaje: el libro más insólito y hermoso del año
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'h de halcón', de Helen Macdonald

Una mujer doliente y un azor salvaje: el libro más insólito y hermoso del año

Un azor alza el vuelo y se apresta a la caza. Su dueña lo observa desde el cielo. Su padre ha muerto. Tales son las coordenadas de un libro sorprendente que no debiera pasar desapercibido

Foto: Helen Macdonald, autora de 'H de halcón' (REUTERS/Peter Nicholls)
Helen Macdonald, autora de 'H de halcón' (REUTERS/Peter Nicholls)

El auge de la llamada literatura del duelo ha desplegado ante los lectores en los últimos años toda clase de estrategias para enfrentar la muerte de un ser querido. Desde la intersección de la historia personal con otra narración histórica al que se aplicó Rosa Montero en 'La estúpida idea de no volver a verte' al relato crudo de los hechos que abrasa y cauteriza la herida en 'La hora violeta' de Sergio del Molino, pasando por la afirmación de la vida a través del sexo de Milena Busquets en la superventas 'También esto pasará'. Pero nadie nos había mostrado cómo borrar las huellas del paso de la parca entrenando a un ave de presa. Un argumento en principio extravagante que, sin embargo, ha alentado el más insólito y hermoso libro de este 2015 a punto de extinguirse: 'H de halcón', de Helen Macdonald, publicado por Ático de los Libros.

placeholder 'H de halcón'

'H de halcón' engasta dentro de una durísima narración de duelo por la muerte del padre una gema de auto-exploración encarnada por la historia del adiestramiento de un azor al que se encadenó la autora para sobrevivir al dolor. El resultado admiró a la crítica en su publicación en inglés en 2014, ganó los respetados premios Samuel Johnson y Costa, y se alzó durante semanas a lo más alto de la lista de libros más vendidos del New York Times. Macdonald relata a El Confidencial el origen de una historia "verdadera"

"Tan verdadera que me pasó a mi. En 2007, después de la repentina muerte de mi padre, me compré un azor criado en cautividad para entrenarlo como una forma de escapar a mi dolor. Le llamé Mabel y le vi volar y cazar como un pájaro salvaje a lo largo de lo que quedeba de otoño y durante todo el invierno. Fueron días extraños, hermosos y muy oscuros. Hacia el final de ese año comencé a darme cuenta de que aquella historia era más grande que yo. Lo que había sucedido no trataba sólo acerca de una mujer afligida y un pájaro. Trataba del amor, la pérdida, de la vida y la muerte, de la forma en que nos relacionamos con el mundo natural. Decidí que tenía que escribirlo. Pero me tomó cinco años empezar. Necesitaba distancia emocional".

Escribir el dolor

La actual inflación de libros sobre el duelo han convertido en lugar común aquello de que la escritura puede ser el mejor antídoto contra el dolor. ¿Es cierto? "Es una buena pregunta", responde Macdonald. "Después de la repentina muerte de mi padre empecé a llevar un diario. No había hecho nada semejante desde que era una niña. Escribir lo que me estaba ocurriendo parecía una buena manera de estar de nuevo juntos y tratar de darle sentido al mundo. ¿Pero escribir un libro? No buscaba conjurar el dolor con el trabajo. No al menos mientras lo estaba escribiendo. Pero después de que escribí la frase final, tuve la reacción física más peculiar: mis ojos se llenaron de lágrimas y me sentí mareada y con náuseas. Como si hubiera bajado un peso pesado, uno que había estado llevando desde la muerte de mi padre. Entonces supe que el libro en sí era una especie de monumento, una manera de decir adiós a mi padre".

Es difícil hablar de la pérdida. Es más fácil leer sobre ella. Te hace sentir menos solo. El duelo es la cosa más solitaria que uno pueda imaginar

La historia del azor Mabel y de su doliente dueña ha atrapado a todo tipos de lectores que han comprobado aliviados en sus páginas que los dolorosos trances similiares por los que pasaron en realidad no les pertenecían. "Algunos lectores me decían que libros como el mío son útiles porque ponen en palabras las emociones y estados de ánimo que ellos mismos habían sentido en el dolor pero no habían sido capaces de discutirlos con los demás. Es difícil hablar de la pérdida. Es más fácil leer sobre ella. Te hace sentir menos solo. El duelo es la cosa más solitaria que uno pueda imaginar, pero todos pasamos por ella".

El largo vuelo del azor

- ¿Por qué un azor? ¿Qué buscaba en ese animal?

- Un escape de mí misma. No se puede domesticar el dolor. Pero con la experiencia suficiente, se puede entrenar a un halcón, y el azor es el tipo más difícil de dominar; tan nervioso y temperamental, tan reconocido por su poder asesino. Domar y entrenar al halcón fue una distracción profunda y yo misma me fui transformando poco a poco en 'salvaje' mientras corría a través de colinas y campos locales persiguiendo a Mabel mientras cazaba su propia comida. Yo quería ser como mi halcón. Solitario, dueña de mí misma y ​​feroz. Finalmente me di cuenta de que había ido demasiado lejos en mi salvajismo. Necesitaba experimentar el dolor que había estado reprimiendo, y volver al mundo de los humanos que había dejado atrás.

Mientras corría a través de colinas y campos persiguiendo a Mabel mientras cazaba yo misma me iba haciendo más salvaje. Había ido demasiado lejos

- El halcón simboliza la fuerza pura pero también la crueldad amoral de la naturaleza. ¿No cree que a veces desde el ecologismo se cae muchas veces en la "falacia" natural, en pensar que todo lo que viene de la naturaleza es "bueno"?

- No. El funcionamiento de los ecosistemas naturales no debe ser juzgado mediante sistemas éticos humanos. Es peligroso utilizar lo que hacen los animales para demostrar la rectitud de los conceptos o las acciones humanas. A usted puede impresionarle la capacidad de los halcones para matar criaturas más débiles que ellos mismos pero no se puede tomar eso como modelo de cómo los seres humanos deben comportarse entre sí. La gran lección que el halcón me enseñó es que aunque nos podemos comunicar con los animales salvajes, decididamente no son nosotros. Para entender la alteridad de otras vidas, la experiencia me sirvió para entender qué es realmente un ser humano.

El auge de la llamada literatura del duelo ha desplegado ante los lectores en los últimos años toda clase de estrategias para enfrentar la muerte de un ser querido. Desde la intersección de la historia personal con otra narración histórica al que se aplicó Rosa Montero en 'La estúpida idea de no volver a verte' al relato crudo de los hechos que abrasa y cauteriza la herida en 'La hora violeta' de Sergio del Molino, pasando por la afirmación de la vida a través del sexo de Milena Busquets en la superventas 'También esto pasará'. Pero nadie nos había mostrado cómo borrar las huellas del paso de la parca entrenando a un ave de presa. Un argumento en principio extravagante que, sin embargo, ha alentado el más insólito y hermoso libro de este 2015 a punto de extinguirse: 'H de halcón', de Helen Macdonald, publicado por Ático de los Libros.

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