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Españoles, los hipsters han muerto
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Españoles, los hipsters han muerto

La tribu dominante en las industrias culturales pierde su atractivo en favor de un nuevo concepto: la "gente creativa"

Foto: David Méndez. Hipsters of Spain
David Méndez. Hipsters of Spain

Las marquesinas españolas están empapeladas con pósters de 'Ocho apellidos catalanes', la comedia que arrasa en taquilla. En la esquina inferior izquierda podemos ver a Berto Romero, colaborador del programa de Buenafuente, caracterizado como un hipster. El guión retrata a Pau, su personaje, como un empanado buenrollista, que habita en una realidad paralela. Procedente de una familia bien, viste de manera ridícula, anda y baila con estilo lamentable y habita un mundo personal dominado por colores, vibraciones y melodías. Este personaje barbudo y secundario es una mera anécdota, pero también el último ejemplo de como la cultura pop se ha dedicado a triturar a los hipsters por su esnobismo, elitismo y desconexión de la realidad. Algunas revistas emblemáticas, por ejemplo la digital Playground, sostiene que han sido objeto de una injusta demonización, mientras el suplemento SModa de El País llegó a hablar de "Miedo a un planeta hípster".

Dado el nivel de abuso a los que han sido sometidos, cabe hacerse dos preguntas: ¿Ha muerto el hipsterismo como paradigma cultural? ¿Con qué va a sustituirlo el sistema para difundir sus valores individualistas, consumistas y elitistas? A estas dos cuestiones intenta responder este texto, con la ayuda de tres expertos.

El "Hola" de los modernos

Resulta obligado llamar a César Segarra, fotógrafo de moda y codirector de la web Hipsters From Spain, la única que lleva a gala el nombre de esta subcultura urbana. Sus entrevistas a "modernos" posando en sus casas reciben entre veinte y veinticinco mil visitas mensuales. "Para nosotros, la palabra híspter nunca fue algo importante, sino más bien irónico y divertido. Nos interesa más el concepto de personas creativas. Sentimos curiosidad por la gente que hace cosas".

Las entrevistas a "modernos" posando en sus casas de 'Hipsters of Spain' reciben entre veinte y veinticinco mil visitas mensuales

En realidad, entre sus retratados mandan los diseñadores, fotógrafos y decoradores, todos ellos microempresarios con objetos molones para vender. ¿Por qué no se considera igualmente creativo a un filósofo o a los impulsores de un espacio social como el Patio Maravillas y Can Vies? "El consumismo esta ahí y participamos todos. En su mayor parte, hablamos de creadores individuales, pero también hacemos espaciales sobre equipos de trabajo, por ejemplo un showroom de moda, sobre el que explicamos la relación del director creativo con sus ayudantes", apunta Segarra.

Seguimos con una pregunta a bocajarro: ¿es Hipsters From Spain la revista "Hola" de la gente cool? "Nos lo han dicho muchas veces y nos parece divertido. No nos enfadamos para nada. Entiendo que nos vean como una revisión sarcástica de las revistas del corazón. Esos comentarios son bienvenidos". En realidad, Hipsters From Spain es un eslabón más en el sector de las revistas de decoración cool como The Selby y Apartamento Magazine, donde los modernos presumen de sus refugios de alto standing. ¿Es esta la cultura por la que queremos apostar?

Veredicto de los Simpson

Luna Miguel, además de una conocida poeta, trabaja como redactora de la revista digital Playground, referente de la modernidad. Así contempla el conflicto: "Es cierto que la palabra hipster se ha convertido en algo despectivo. En España, no se ha debatido en profundidad: es un concepto entre la risa, el desconcierto y la posibilidad de insultar a alguien que parece más moderno que tú. El otro día, en los nuevos capítulos de Los Simpson, retrataban a los hipsters como gente con barba cuyo rasgo principal es hacerse el interesante. Al final, si lo dicen Los Simpson, será que es verdad", sentencia entre risas.

Desde siempre se destaca que uno de los principies problemas del hipsterismo es concebir la cultura como una burbuja que te aísla de los conflictos sociales

Desde siempre se destaca que uno de los principies problemas del hipsterismo es concebir la cultura como una burbuja que te aísla de los conflictos sociales. Playground empezó en esa línea, pero poco a poco se ha ido abriendo a cubrir problemas políticos. "Ha sido un proceso: ahora en nuestra web se pueden leer artículos sobre ciencia de Alba Muñoz y a Ignacio Pato Llorente entrevistando a una feminista gitana. Hemos ido creciendo desde una página musical hasta algo más amplio y periodístico. No creo que la modernidad pueda ser algo interesante si da la espalda a problemas políticos y sociales, sin olvidar la cultura", señala.

Trampa de las élites

Jaron Rowan, investigador cultural, aporta contexto histórico al asunto: "Hubo un proceso interesante en el Reino Unido con toda la revolución industrial provocada por el thatcherismo y el enorme desempleo que generó. El discurso que manejaban, neoliberalismo de manual, proclamaba que quien no podía acceder al mercado laboral era porque no tenía las competencias o saberes adecuados. Ese es el momento en que empieza a hablarse de la "creatividad", ya que es algo que todos podemos tener. Apostar por eso da una apariencia de que en el Reino Unido estaba abierto el acceso al ascenso social a cualquier persona que realmente se esforzase por aportar algo nuevo. Así responsabilizas al trabajador de su situación precaria".

El número de emprendedores que logra mantener sus negocios es muy bajo, así que han recurrido a la creatividad, que es una palabra que suena bien a todo el mundo

¿Cómo funciona este nuevo paradigma cultural impuesto y cocinado desde arriba? "La premisa es que no todos podemos ser el mejor programador informático del planeta, pero sí que está a nuestro alcance ser creativos. Para ellos fue una alternativa que dar a los trabajadores que habían visto como se disolvía el poder de los sindicatos y otras organizaciones de clase. En el fondo, no solo inhabilitan los recursos para defenderte de manera colectiva, sino que te responsabilizan de tu situación precaria, por no ser suficientemente creativo. El concepto de emprendizaje está perdiendo prestigio, ya que los números de emprendedores que logran mantener sus negocios son muy bajos, así que han recurrido a la creatividad, que es una palabra que suena bien a todo el mundo", señala Rowan. ¿Algún ejemplo concreto que nos ayude a entender el proceso? "A este relato dominante le venían muy bien diseñadores como Alexander McQueen, que venía de un entorno modesto, aprendiz de sastre, pero terminó triunfando a lo grande en el mundo de la moda. El problema es que eso ocurre tan pocas veces como ganar la lotería".

No puedo parara de crear

El prestigioso profesor británico Raymond Williams, uno de los más citados y respetados en los ensayos del siglo XXI, afirmaba que tendía a desconfiar de las palabras que todo el mundo percibe como positivas. En su caso, le pasaba con "comunidad". Hoy seguramente notaría el tufillo consensual en torno al concepto de "creatividad". El emporio mediático Vice, financiado por el magnate derechista Rupert Murdoch, tiene entre sus proyectos estrella The Creators Project, financiado por el gigante informático Intel. Allí ha encargado trabajos a artistas modernos de renombre mundial como David Bowie, Daft Punk, Spike Jonze, M83, Benh Zeitlin, Animal Collective o Takeshi Murata.

Raymond Williams, uno de los más citados y respetados en los ensayos del siglo XXI, afirmaba que tendía a desconfiar de las palabras que todo el mundo percibe como positivas

http://zincshower.com/

En Barcelona, la presentadora Bibiana Ballbé es la cara visible de The Creative.net, un red social dedicada a conectar distintas "personas creativas", donde abundan diseñadores, fotógrafos e ilustradores. El vídeo de presentación parece un cruce de 'Zoolander' y el famoso anuncio de bolsos Loewe criticado por su pijerío. También podemos citar Zinc Shower, que se define como meeting show de la economía creativa y colaborativa. Se celebra cada primavera en el centro cultural Matadero Madrid.

Los problemas de los partidos del cambio

¿Qué caminos de salida vemos a todo esto? "En general, la correlación de fuerzas es la de una maquinaria tipo Operación Triunfo por un lado y del otro un pequeño grupo indie que consigue vivir del crowdfunding. Nos enfrentamos a los recursos de esa inmensa industria del entretenimiento de la que hablaba Adorno. Lo que me preocupa que los programas de los partidos del cambio es que aceptan un marco falso, que es el de hablar de "el sector", que es una especie de ente de ficción. En realidad, en España ni siquiera se puede decir que exista un verdadero sector cultural. Se habla poco de relaciones de poder y de cómo grupos de interés, por ejemplo las entidades de gestión, se han inventado cierta fantasía que dice que ellos son el sector. Creo que es importante acabar con ese imaginario. De las propuestas que he leído hasta ahora, curiosamente, lo que más me sorprendió es que el PSOE hiciera suya la lucha sindical de los intermitentes del espectáculo franceses y que tomase en serio paliar la precariedad de estos trabajadores", opina Rowan.

Si no hay sector cultural, ¿cuál es el panorama de España? "Pues, sobre todo, tenemos trabajadores autónomos, que son patronal y fuerza de trabajo a la vez. Viven sin capacidad representativa ni de organización. No podemos pasarnos el día hablando de editoriales y discográficas y luego ignorar a este tipo de trabajador mayoritario cuya única salida para la supervivencia es la autoexplotación", concluye.

Las marquesinas españolas están empapeladas con pósters de 'Ocho apellidos catalanes', la comedia que arrasa en taquilla. En la esquina inferior izquierda podemos ver a Berto Romero, colaborador del programa de Buenafuente, caracterizado como un hipster. El guión retrata a Pau, su personaje, como un empanado buenrollista, que habita en una realidad paralela. Procedente de una familia bien, viste de manera ridícula, anda y baila con estilo lamentable y habita un mundo personal dominado por colores, vibraciones y melodías. Este personaje barbudo y secundario es una mera anécdota, pero también el último ejemplo de como la cultura pop se ha dedicado a triturar a los hipsters por su esnobismo, elitismo y desconexión de la realidad. Algunas revistas emblemáticas, por ejemplo la digital Playground, sostiene que han sido objeto de una injusta demonización, mientras el suplemento SModa de El País llegó a hablar de "Miedo a un planeta hípster".

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