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La frontera más idiota del mundo
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La frontera más idiota del mundo

Rubén Martín de Lucas, miembro del colectivo Boa Mistura, lleva a la APGallery 'Stupid Borders', una exposición que reflexiona sobre el absurdo de las fronteras

Foto: 'La República #3', dentro de la serie 'Stupid Borders' de Martín de Lucas
'La República #3', dentro de la serie 'Stupid Borders' de Martín de Lucas

Un país de 100 metros cuadrados da para poner una sombrilla y una tumbona,correr por el perímetro, pasear, tomar el sol, contemplar el paisaje... Se llama La República #3. Es cuadrada, tiene 10 metros de lado, está en medio de un campo de cebaday su población suma un habitante. Él es el dueño de 'su' país. Cuenta en su diario que el centeno le llega "hasta el hombro", que ha cruzadoel límite de su república y "he meado fuera" y que pasa las horas leyendo 'Sobre el deber de la desobediencia civil', de Henry David Thoreau.

Haydos naciones más, no menos singulares:La República #1, fundada en un círculo de 5,64 metros de radio en un terreno de barbecho, yLa República #2, ubicada en medio de un lago y limitada por un triángulo equilátero de 15,19 metros de lado. Si subimos de escala y observamos estas micronacionesdesde un plano fijo cenital, parecen pequeños y ridículos estados protegidos por sus bordes, muros, vallas o alambradas. Distintos paisajes, misma absurda república, idénticas estúpidas fronteras.Es lo que sugiereRubén Martín de Lucas, miembro del colectivo Boa Mistura, en la exposición 'Stupid Borders', inaugurada este fin de semana en la APGallery(hasta el 27 de diciembre cerca de Riaza, Segovia).

Martín de Lucas ha levantado las tres intervenciones, ha vivido durante un día en las tres repúblicas y las ha capturado con un dronen tres series fotográficas,intervenidas con pintura turquesa, verde y fucsia, para dejar patente la absurda querenciade los hombres por la posesión física y geográfica.En un mundo que hoy suma hasta 80 fronteras y muros -16 cuando cayó el de Berlín, recuerda el artista-, asiste a la crisis de los refugiados sirios, a lapolémicasobre el espacio Schengen, lavalla de Melilla y otras tantas descabelladas fronteras, el artista reflexiona sobre los límites, las fronteras y la propiedad, así como sobrelas relaciones de posesiónde los hombrescon el territorio.

"Por desgracia, es un tema de actualidad aunque no ha sido mi 'leitmotiv'. No quiero entrar en cuestiones geopolíticas porque sobran expertos,pero estas repúblicas son un reflejo de la sociedad en la que vivimos y de cómo interiorizamos el concepto de posesión deunpaís,un terrero, una casa... Temas sencillos pero dolorosos, comosaber que por nacer en una zona del mundo más desarrollada tienes mejor vida o libertad de tránsito. Tomar conciencia de esas escalas hace ver lo ridículo y lo duro de las fronteras", explica.

Lasencillez de estas tres intervenciones a los ojos del espectador obliga a reflexionar con sonrojosobre la levedad, la aleatoriedad y la estupidez, como bien dice el título de esta exposición,de los 'borders'en sudoble acepción de límite y frontera. "Es algo muy frío. De ahí esaapropiación aleatoriade 100 metros cuadrados de terreno que he querido plantear. No dista mucho de la Conferencia deBerlín, cuando unos señores se repartieron y dibujaron el mapa de África".

APGallery es el lugar idóneo para una exposición así. Situada en la pedanía de Martín García de Ayllón (cerca de Riaza, en Segovia), tiene nueve habitantes censados y es un precioso espacio abierto a la naturaleza. Martín de Lucas creó 'Stupid Borders' para esta galería y, además de las tres series fotográficas ylos vídeos de su vida dentro de estas repúblicas y el 'making of', ha ocupado el prado que la domina con La República #2. Verla in situincrementa el estupor ante esos estúpidos límites creados al albur o fruto de conflictos.

La muestra se completa con otras dos series de tres serigrafías que ahondan en el concepto. 'Do not enter or I shoot you' evidencia el sentimiento de pertenencia sobre un país, una ciudad, un planeta, una galaxia o una casa... tanto como para llegar a defender una propiedad con las armas, como pasa en algunos estados de Estados Unidos. 'A piece of the Moon' redondea la ridiculez del tema. Martín de Lucas da un paso más y de la posesión de un pedazo de tierra nos pone frente a la cara el sueño de la galaxia y cómo se puede comprar un pedazo de un planeta. "Somos capaces hasta de adueñarnos de la Luna", explica.

Cuenta el artista que esta obra se inspiró en el caso del abogado y poeta chileno Jenaro Gajardo Vera, quien en 1954 se declaró dueño de la Luna mediante notario y a su muerte se la cedió al pueblo chileno. También le motivó el negocio del empresario estadounidense DennisHope, que se dedica a vender parcelas en la Luna (se declaró su dueño en 1980) y varios planetas del Sistema Solar. Parece absurdo pero el negocio le ha hecho multimillonario. Por eso, las tres piezas de esta serie nos muestran lo que cuesta la Luna, Venus y Marte en dólares y regala un pedazo de 100 metros cuadrados de cada planeta a quien compre una de las 25 serigrafías que ha creado encada serie.

"Todo muro es una frontera física y mental, y crecer significa trascenderlos. Nosotros, como especie, somos muy inmaduros. Las fronteras entre países son un síntoma de nuestra inmadurez como especie", argumenta Martín de Lucas. Por eso, no solo hay que hablar de fronteras entre países. También de lindes, autonomías, casas y, muy especialmente, defronteras mentales. "La clave es tomar conciencia de que nosotros pertenecemos a la tierra y no pensar que la tierra nos pertenece",reivindicaMartín de Lucas, quien propone "relativizartodos estos conceptos en un mundo en el que el dinero y la información viajan sin trabas pero no las personas". La estupidez de poner puertas al campo.

Un país de 100 metros cuadrados da para poner una sombrilla y una tumbona,correr por el perímetro, pasear, tomar el sol, contemplar el paisaje... Se llama La República #3. Es cuadrada, tiene 10 metros de lado, está en medio de un campo de cebaday su población suma un habitante. Él es el dueño de 'su' país. Cuenta en su diario que el centeno le llega "hasta el hombro", que ha cruzadoel límite de su república y "he meado fuera" y que pasa las horas leyendo 'Sobre el deber de la desobediencia civil', de Henry David Thoreau.

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