El thriller español naufraga en albariño

A Gerardo Herrero le gusta el thriller. Se puede ver en su labor como productor, donde ha sido el encargado de levantar proyectos como 'Tesis sobre un homicidio', 'Sin retorno' o 'El secreto de sus ojos'. Pero es en su trabajo como director donde ha dejado clara su pasión por el suspense. Sus últimos cuatro películas son apuestas claras por el género, y en su último filme, 'La playa de los ahogados' se adentra en el clásico 'whodunit' de toda la vida basándose en la novela del mismo nombre de Domingo Villar.

El propio Villar escribe junto a Felipe Vega el guion del filme, que cuenta la investigación de dos policías en la ría de Vigo, donde aparece el cadáver de un hombre con las manos atadas. Lo que parece un suicidio más de un marinero se convertirá en algo más siniestro y complicado.

'La playa de los ahogados' tiene todos los ingredientes para ser un thriller bien interesante. Una trama llena de giros y sospechosos, una investigación que dosifica poco a poco sus revelaciones para que el espectador se involucre y un actor siempre competente, Carmelo Gómez, acompañado de un plantel de secundarios gallegos. Eso con la experiencia de Herrero debería ser suficiente. Pero no lo es.

La película se muestra desganada desde el minuto uno, es como si el propio clima y ambiente de la ría donde se desarrolla hubiera impregnado de monotonía toda la película. Y eso que el escenario gallego tiene todo para crear una atmósfera ideal para el suspense, pero ni los acantilados amenazantes, las playas recónditas y los marineros con secretos levantan un filme al que le falta pasión.

Ni siquiera Carmelo Gómez destaca en 'La playa de los ahogados', su trabajo es tan rutinario como toda la película. Su policía (un gallego que nunca parece gallego) se muestra lacónico y sin alma, pero el espectador nunca se siente intrigado por qué, ni comprende su estado, ni a qué viene una trama familiar metida con calzador. A Gómez le acompaña Antonio Garrido como su compañero, que intenta ser el contrapunto cómico de la historia buscando el choque de carácteres con el profesional inspector protagonista, pero no tienen química. Los brochazos de humor no funcionan y los pasajes de 'buddy movie' no cuadran dentro de la investigación y el tono que requería el filme.

Tampoco tiene ningún sentido (más allá de la pereza) el que la película se divida por capítulos como si fuera la propia novela, presentando personajes claves en episodios que nada aportan a la estructura.

Es cuando la película se vuelve más gallega cuando destaca. Cuando se mueve por la ría, por sus lonjas y por su gente, por esos empresarios que se hicieron ricos a saber cómo. 'La playa de los ahogados' pide a gritos aprovechar a personajes como el del inmenso Luis Zahera y ese ambiente tan peculiar que queda infrautilizado. A la película le falta 'eso' que sí tenía 'La isla mínima'. Echamos de menos el olor a sal, a agua estancada, a cadáver putrefacto.

'La playa de los ahogados' acaba siendo otro thriller impersonal, sin involucrarse, sin pasión. Ni el giro final consigue levantar los ánimos. Más albariño y menos control remoto necesitaba esta adaptación del 'best seller' para destacar y no ser arrastrada por la marea.