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Nervecell: “La banda sonora de Oriente Medio es jodido heavy metal”
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de gira con su disco 'Psychogenocide'

Nervecell: “La banda sonora de Oriente Medio es jodido heavy metal”

Son de Líbano, Jordania y Dubái. Es la única banda de metal de Oriente Medio con proyección internacional y su tema 'Shunq' es la primera canción de la historia de esta música con letra en árabe

Foto: La banda de metal Nervecell
La banda de metal Nervecell

“Lo recuerdo como si fuera ayer: era 1994, tenía 12 años, era fin de semana y mi familia celebraba una fiesta, así que eran las 3 o 4 de la mañana y estaba despierto; puse la MTV y me dije, ¿qué cojones es esto?”. Habla Barney Ribeiro, uno de los guitarrista del grupo de death metal Nervecell y lo que ponían ese día en la tele era 'Headbangers Ball' (el programa de metal de MTV), su primer contacto con “unos tíos con pelo largo volviéndose locos en el escenario”, rememora, vibrante.

En concreto, emitían 'Desperate Cry' de Sepultura en directo en Barcelona. Dice que era un niño y no se lo podía creer, “porque todo lo que había escuchado hasta entonces era pop o country”. Y se dijo: “Esto es lo que quiero hacer, ¡es increíble!”. Empezó a indagar, a buscar en las tiendas de discos, a pedirle a sus amigos de fuera que trajesen cosas y así, a descubrir el metal, lentamente.

Su historia le podría haber pasado a cualquiera a esa edad, si no fuese porque Ribeiro nació y creció en Dubái y los otros componentes del grupo: Rami H. Mustafa –de origen jordano— y James Khazaal, vocalista y bajo, en Qatar y Líbano, respectivamente.

¿Metal en Oriente Próximo? Sí, y de nivel. Su grupo, Nervecell, ha tocado con grupos legendarios como Metallica –ante 30.000 personas—, Suffocation –que también acaban de estar en Madrid—, Anthrax o Morbid Angel. Reciben a este periódico tras su concierto en Madrid y hablan de sus comienzos, de sus aspiraciones y de algo que, a priori, no hace buenas migas: metal y religión. Barney es católico y Rami y James musulmanes.

Nos vamos con Nervecell a un parque

Es casi media noche y en la Sala La Mala, junto a la Casa de Campo de Madrid, ya han encendido las luces. Ribeiro apura un tercio de cerveza, mientras coloca la guitarra dentro de su funda como si fuera un bebé. Aún le suda el pelo largo de tanto ‘headbanging’ (sacudidas de cabeza). Luce piercings en la ceja y la nariz, dos pendientes de aro en la oreja derecha, perilla y un tatuaje en un brazo que asoma bajo la manga corta. Un ‘look’ poco habitual en las esferas empresariales de Dubái que debería frecuentar ahora.

“Yo conocí a Barney y Barney conoció a James”, recuerda Rami, el otro guitarra del grupo, de origen jordano y criado en Qatar, que dice que todos se conocieron en la universidad, en Dubái. Él lleva la cabeza rapada, perilla y viste una sudadera negra de los californianos Testament.

Es una suerte ser de esa parte del mundo y tener padres que entiendan lo que hacemos y nos permitan hacerlo

La conversación continúa en un parque frente a la sala, apoyados en una pared llena de grafitis. Un escenario poco solemne, pero el único rincón con algo de luz en la solitaria calle. “Parecemos los New Kids on the Block”, bromea Barney. En la furgoneta esperan los brasileños Nervo Chaos, con los que han estado de gira por España, mientras el ‘tour manager’ nos mete prisa.

Rami explica que él estudió Tecnología de la Información y un Máster en Gestión y Barney hizo un BBA (Grado de Dirección de Empresas), en la rama de Marketing: “Ya ves, haciendo felices a nuestras familias”, ironiza. De hecho, empezaron tocando en la facultad: “En Dubái no había discotecas ni revistas de metal, nada, así que éramos tres tíos haciéndolo como un hobby, para pasárselo bien y ya”, puntualiza Rami.

Si Barney llegó a la música a través del metal, Rami, que creció en Qatar y se trasladó a Dubái para estudiar, llegó al metal a través de la música. Su padre también es músico –el pequeño matiz es que en su caso, toca música árabe— y la primera vez que cogió una guitarra “fue con ocho años o incluso antes”. Dice que “donde vivía no había bandas de metal en absoluto. Cero grupos”. Así que había escuchado cosas como Metallica en la tele, pero aprendió por su cuenta: “Usaba la música para expresarme, estaba solo, incluso mi padre, que era músico, no entendía lo que estaba haciendo”, recuerda.

placeholder La banda de heavy metal Nervecell
La banda de heavy metal Nervecell

“Salir a tocar al mundo real”

“Nuestros padres no creían mucho en esto porque venimos de una cultura en la que tienes que estudiar si quieres tener éxito en la vida”, reconoce el guitarrista dubaití, que admite que, entonces, la gente empezó a ir a sus conciertos y las televisiones y periódicos locales a entrevistarles; empezaron a grabar discos y “acabamos convenciendo a nuestras familias de que esto era lo que queríamos hacer”.

“Pero, honestamente, nos han apoyado”, continúa Barney. “Es una suerte ser de esa parte del mundo y tener padres que entiendan lo que hacemos y nos permitan hacerlo porque ellos pagaron por nuestra educación y todas esas cosas”, agrega. Hoy sus familias ven sus vídeos, han ido a algunos de sus conciertos y “mi padre, incluso, le da a ‘me gusta’ a lo que ve por Facebook”, admite entre risas.

Pero todo no ha sido tan fácil en estos 15 años, desde que nació el grupo. “Dubái es un lugar de paso”, explica Barney, que dice que había gente importante en el negocio de la música que empezaron a hacer cosas, a montar festivales y les dieron oportunidades, pero no duraron mucho. Así que decidieron quedarse en Dubái, “pero salir a tocar al mundo real”.

Tenemos mayores problemas en la vida que preocuparnos por la religión de la que es uno

Cuando sacaron su primer EP, 'Human Chaos' (2004), lo mandaron a revistas y webs y dicen que fliparon con las críticas: “Algunas era brutales y nos dimos cuenta de que, ahora, teníamos un producto”. Todo lo hicieron ellos solos: “No teníamos un manager detrás ni una marca ni ninguna entrevista desde Dubái u Oriente Medio impulsándonos”, reconoce con orgullo Barney.

“Hasta que empezamos a hacer giras no le importábamos a la prensa”, conviene Rami y Barney añade que una pregunta que a menudo les hacen en Dubái es: “¿tíos, qué hacéis para vivir?”. “Y cuando contestamos: tocamos en un grupo. La siguiente pregunta es: y, ¿qué hacéis más?. Tocamos en un grupo tío, eso es lo que hacemos, ve a Youtube y mira nuestros vídeos”, lamenta el guitarrista, que explica que ser de Dubái y vivir de la música “no es normal allí. No hay músicos profesionales basados allí que viajen fuera de gira”.

El objetivo era darse a conocer y actuar lo máximo posible: “Tenemos una ventaja al vivir en Oriente Medio, estamos en medio de todo, podemos ir a Asia al Este, y podemos ir a Europa, al Oeste”, ironiza Rami.

Un momento épico de su carrera fue en 2011, cuando abrieron el concierto de Metallica, en Dubái, ante 30.000 personas. “¡Una locura!, exclama Rami, que dice que han hecho muchas giras y tocado con muchos grupos de metal, pero ese día estaba especialmente nervioso: “Era un concierto en casa, todo el mundo estaba allí y Metallica en el ‘backstage’, así que había mucha presión pero fue uno de nuestros mejores conciertos”. Comenta, entre risas, que incluso tenían entradas para ir a ver Metallica cuando les seleccionaron para actuar con ellos.

El primer tema de la historia del metal en árabe

Ese año, los Nervecell sacaron nuevo álbum: 'Psychogenocide'. “Una mezcla entre pura brutalidad de la vieja escuela del death metal y elementos del thrash moderno sin límites de agresión y velocidad”, en palabras de la página especializada ‘Heavy Metal Art Work’. El disco hizo historia por incorporar por primera vez una canción de este estilo con parte de la letra en árabe. Fue en 'Shunq', un tema con Karl Sanders, de los veteranos Nile. El grupo recibió el premio al Trabajo de metal más vendido de todos los tiempos en Oriente Medio y Norte de África y varias revistas situaron el disco entre los más vendidos de death metal de 2011 a nivel mundial

Desde entonces, Nervecell ha actuado en medio planeta. Desde Australia a los mayores festivales del ámbito en Europa como el Wacken Open Air, el Summer Breeze, el Rock am Ring o el Rock Im Park. “Habíamos visto alguna vez los DVD de todos esos festivales y nos preguntábamos unos a otros: ¿te imaginas tocar ahí? Y seis años después estábamos allí”, presume Barney. Pero también han tocado “en algunos lugares donde el metal aún es algo como ‘wow”, apunta, como Nepal, Egipto, Sri Lanka, Singapur, Bangkok o India y, “donde no es tan fácil tocar”, en Oriente Medio, como Qatar, Bahréin y, por supuesto, Dubái.

Poner a Dubái en el mapa por el metal

Dicen que cada vez que viajan se sorprenden “de ver a tanta gente dentro de esto” y eso también es lo que les gusta: “Es bueno ser parte de este lado del mundo y darle un impulso. Todo lo que se ve de Oriente Medio son protestas y cosas negativas así que estamos felices de que se nos conozca también por esto y poner a Dubái en el mapa por el metal”, agrega orgulloso Barney, que dice que es una cosa que agraden los grupos cuando tocan allí: “No esperan encontrar a un público tan entregado”.

Pregunta inevitable: religión y metal, ¿es posible?, cuestiono.

La gente generaliza, responde directo Rami, que explica que, en su caso, cada uno tiene su vida personal y sus propias creencias. Él y James son musulmanes y Barney católico, que asegura: “Tenemos mayores problemas en la vida que preocuparnos por la religión de la que es uno”.

Para el guitarrista jordano “el metal, en general, está asociado con muchas cosas que la gente ve como negativas”, pero dice que para ellos “es algo positivo porque es una forma de hacer arte”.

“La gente piensa que el metal es sólo esos grupos de black metal que vienen de Noruega: gore, satánicos y toda esta parafernalia –interrumpe Barney— pero la banda sonora de Oriente Medio ¡es jodido heavy metal!”. “Aquí, si abres la puerta y ves a la gente volándose las cabezas, es un no parar, es siempre el caos. Tienes todos estos grupos en Occidente que hablan de todas esas cosas, de caos y de guerra, pero estos tíos lo viven naturalmente su día a día”, puntualiza.

Puede que por eso cada vez más grupos de la región se estén haciendo un hueco en la escena como: Al-Namrood de Arabia Saudí, Narjahanam de Bahréin, Arsames de Irán o Khalas de Palestina. Si en los ochenta y los noventa la televisión por cable acercó esta música a una minoría de jóvenes de Oriente Medio, hoy internet supone una ventana a todo y ahí el metal también ha encontrado su nicho. Incluso, durante unos años, el Festival Dubai Desert Rock dio un impulso al movimiento, llevando en directo a grupos como Iron Maiden, en 2007.

Barney concluye que por eso, “el tema 'Territory', de Sepultura, por ejemplo –que muestra imágenes de Israel al grito de “la guerra por el territorio, control de primera detrás de la propaganda”— es un himno nacional para tíos como nosotros”.

¿Planes de futuro? “Tenemos un acuerdo con Unique Leaders y la idea es sacar nuevo álbum para 2016”, concluye Rami. “Así que ahora, más que nunca, tiene sentido ir a América de gira”, dice Barney, que aclara que para ir a EEUU quieren esperar “al momento correcto”, porque es muy grande “con un montón de ciudades y pueblos y, sobre todo, por el tema del visado. “Es como vosotros tíos no venís de Europa, venís con pasaportes locos”, bromea. Y, “honestamente –continúa— claro que hay problemas en algunos países, pero existen muchos estereotipos. No somos políticos somos músicos, tío, lo único que queremos es hacer música”.

“Lo recuerdo como si fuera ayer: era 1994, tenía 12 años, era fin de semana y mi familia celebraba una fiesta, así que eran las 3 o 4 de la mañana y estaba despierto; puse la MTV y me dije, ¿qué cojones es esto?”. Habla Barney Ribeiro, uno de los guitarrista del grupo de death metal Nervecell y lo que ponían ese día en la tele era 'Headbangers Ball' (el programa de metal de MTV), su primer contacto con “unos tíos con pelo largo volviéndose locos en el escenario”, rememora, vibrante.

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