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La rocambolesca historia del cadáver de Evita Perón: esta momia está muy viva
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La rocambolesca historia del cadáver de Evita Perón: esta momia está muy viva

Un filme argentino revisa la interminable batalla por controlar el cuerpo sin vida de la diva peronista

Foto: El doctor Pedro Ara con el cadáver de Eva Perón
El doctor Pedro Ara con el cadáver de Eva Perón

El hecho es el siguiente: Eva Perón murió el 26 de julio de 1952. A partir de ahí, el delirio.

En efecto, lo que para cualquier persona hubiera sido el final, para ella fue sólo el principio. Si alguien pensaba que el cadáver de Evita iba a permanecer impasible, como haría cualquier cadáver normal, se equivocó. Y es que no hablamos ni de una persona normal ni de un movimiento político (el peronismo) normal, sino de dos fenómenos argentinos con tendencia al barroquismo.

“No es un cadáver, ¡es ella!”, exclama un estupefacto soldado al toparse con el cuerpo de Evita tres años después de su muerte. La escena aparece en Eva no duerme, filme del argentino Pablo Agüero presentado ayer en la sección oficial del Festival de San Sebastián. “Investigué el tema durante cuatro años y me atreví a formular mi propia versión, mi interpretación personal de hechos históricos reales", contó el director.

La película es una extraña versión libre (entre el camp y la necrofilia política) de las vicisitudes del gran fiambre peronista. Una oportunidad estupenda, en cualquier caso, para repasar las alucinantes tribulaciones del cuerpo de Evita Perón. Atentos:

Tras morir Evita, Juan Domingo Perón -general, presidente y viudo- contrató al anatomista español Pedro Ara (interpretado por Imanol Arias en el filme) para que embalsamara el cuerpo de Evita en la sede del sindicato CGT. Tres años después, Perón fue derrocado en un golpe de estado, y los militares sediciosos ordenaron secuestrar el cadáver de Evita, ante el temor de que resucitara (literal o simbólicamente) y les metiera en cintura. Durante los siguientes meses, el cuerpo fue dando tumbos por diversos escondrijos de Buenos Aires...

“Hay muchas leyendas increíbles del secuestro del cuerpo de Eva. La primera es que el cadáver, que permaneció oculto en una esperpéntica​ itinerancia entre furgones, desvanes y edificios públicos, era 'marcado' por la resistencia peronista con velas que señalaban los lugares donde se ocultaba, a modo de ritual de santería para quien se animase a peregrinar en su búsqueda. En esa itinerancia se describen episodios brutales, desde la necrofilia hasta el crimen por preservar el cuerpo”, cuenta a El Confidencial Fernando Rapa, periodista y diseñador gráfico argentino afincado en España, y coautor de un estupendo fanzine de culto sobre el fenómeno cultural del peronismo: Viernes peronistas.

Un cadáver con mucha marcha

Pero la cosa no había hecho más que empezar: el cuerpo de Evita viajó entonces clandestinamente a Europa. Lo que ocurrió los siguientes quince años no está aún del todo claro, por lo que mitos y hechos se entremezclan con total impunidad. Se sabe con certeza que el cadáver fue enterrado a escondidas en Milán; con la complicidad, dicen, de la Iglesia católica argentina y del mismísimo Vaticano.

La gran pregunta es: ¿A cuento de qué semejante quilombo? ¿No podían haberla enterrado en Buenos Aires desde el principio y listos? Pues no, porque en Argentina las cosas (políticas) nunca son tan sencillas...

“Robar el cadáver significó birlarle al peronismo su principal bandera. Y los militares estaban paranoicos por el temor de que los peronistas lo recuperaran y utilizaran para iniciar una contrarrevolución… Ni Eduardo Lonardi ni Pedro Eugenio Aramburu [dictadores militares entre 1955 y 1958] querían que se destruyera el cuerpo. Y ese riesgo se corría mientras estuviera en la Argentina porque la Armada quería quemarlo. Ellos [los jefes militares] decían que, como buenos católicos, debían garantizar que tuviera cristiana sepultura. Esto hoy, tras pasar por la dictadura militar y saber cómo hicieron desaparecer a miles de personas, puede sonar increíble, pero entonces no lo era. En esa época, la Iglesia prohibía absolutamente la cremación de los cuerpos. Y esta obsesión con la preservación del cadáver, luego de asegurarse que los peronistas no tendrían acceso a él, es el telón de fondo de todo el plan”, explicó el periodista Sergio Rubín cuando publicó su ensayo de investigación sobre el tema: Secreto de confesión.

Cuenta la leyenda que los militares realizaron tres copias en cera de la momia de Evita para despistar a los peronistas. Si esto fue así, en los años sesenta hubo cuatros Evitas Perón diferentes enterradas en Europa (dos en Italia, incluida la real, una en Bélgica y otra en Alemania Federal), lo que a este reportero le recuerda un poco a una noticia que leyó hace años sobre la existencia de tres grupos llamados Boney M girando al mismo tiempo por la Costa del Sol...

Cuenta la leyenda que los militares realizaron tres copias en cera de la momia de Evita para despistar a los peronistas

Peronista y brujo

“Eva representa al 'cuerpo' del pueblo argentino y peronista. Encarna la idea del peronismo de base y combativo, muchísimo más que Perón: hay quien opina que si hubiera estado viva en 1955, el golpe de estado contra Perón no hubiese triunfado. Perón era pactista; Eva era la que iba al choque.​ Es la primera que habla de armar al pueblo, de crear milicias armadas para defender a Perón contra los 'gorilas' que ostentaban el poder en pleitesía con las clases dominantes. Por eso la figura de Eva es clave en la configuración de la lucha armada de fines de los sesenta en Argentina”, analiza Rapa.

En efecto, en 1970, los Montoneros secuestran y ejecutan al ex presidente Pedro Eugenio Aramburu tras interrogarle sobre el paradero del cadáver de Evita, como recrea el filme de Agüero.

Poco después, Alejandro Lanusse, dictador militar argentino entre 1971 y 1973, decide entregar el cadáver de Evita a Perón (exiliado en Madrid), en un movimiento táctico para acercarse al peronismo y blanquear una dictadura militar en crisis. En septiembre de 1971, la momia de Evita viaja en una furgoneta desde Milán hasta un chalé madrileño en Puerta de Hierro (donde vivía Perón y donde, por cierto, viviría años más tarde el ex futbolista Jorge Valdano tras comprar la finca para construir nuevos chalés).

El chalé de Puerta de Hierro se convirtió en el centro de un extraño culto esotérico a Evita. “Hay detalles divertidos, como que (José) López Rega estaba en camiseta [cuando llegó el cadáver] y quiso abrir la tapa del ataúd con un soplete y un abrelatas”, ha explicado Rubín.

“López Rega, apodado 'el brujo', era un personajote de extrema derecha que fue ganando poder en el círculo de Perón. López Rega practicó extraños exorcismos con el cuerpo de Eva para traspasar su alma al cuerpo de Isabel, compañera sentimental de Perón y futura presidente de los argentinos. Cuentan que Isabel le compraba ropa al cuerpo de Eva en El Corte Inglés...”, explica Rapa. Sí, amigos, ¿para cuándo una Semana de la Moda Peronista en El Corte Inglés en homenaje a la finada?

'López Rega practicó extraños exorcismos con el cuerpo de Eva para traspasar su alma al cuerpo de Isabel, compañera sentimental de Perón'

Perón volvió del exilio el 20 de junio de 1973. Las discrepancias sobre quién debía sentarse en el palco de honor junto a él acabaron como el rosario de la aurora: con la derecha y la izquierda peronista enfrentadas a tiros con el saldo de 13 muertos. Meses después, Perón ganaría unas elecciones democráticas, pero la guerra entre peronistas se intensificó, con el ministro López Rega recurriendo a las cloacas del Estado -los paramilitares de la Triple A- para limpiar el peronismo de marxistas.

En plena refriega, los Montoneros rizaron el rizo (del humor negro político involuntario) al secuestrar el cadáver del ex dictador Aramburu, al que habían liquidado tres años antes, para exigir a Perón el regreso del cuerpo de Evita. ¡Superen eso!

Perón murió en el cargo en 1974. Le sustituyó la vicepresidenta, su pareja Isabel Perón, que pactó el regreso al país de la momia de Evita, instalada entonces en la residencia presidencial de Quinta de Olivos.

Dos años después, los militares dieron el enésimo golpe de estado y entregaron el cuerpo a la familia de Evita, que lo enterró en un cementerio de Buenos Aires. Lo crean o no, lo más raro estaba aún por llegar en dicho cementerio: la profanación del cadáver del general Perón en 1987. Le desenterraron, le cortaron las manos, se las llevaron (no así el cuerpo) y pidieron rescate por ellas. Una vez más: ¡Superen eso!

El cadáver de Eva Perón descansaba por fin en paz, pero a Argentina aún le quedaban varios años de salvaje represión militar contra el rojerío peronista (y casi contra cualquiera que se moviera). El peronismo transversal, por su parte, siguió dominando el imaginario político y cultural del país como si Evita hubiera muerto hace cinco minutos. “Es la madre de la insurrección. Muerta sigue dando luz”, zanja la película peronista del Zinemaldia.

El hecho es el siguiente: Eva Perón murió el 26 de julio de 1952. A partir de ahí, el delirio.

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