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Ni Penélope Cruz salva el dramón sobre el cáncer de Julio Medem
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estreno de 'ma ma'

Ni Penélope Cruz salva el dramón sobre el cáncer de Julio Medem

La intérprete se confirma como una de las mejores actrices de la historia del cine español en una película que roza el ridículo por sus excesos

Foto: Penélope Cruz en 'Ma ma'
Penélope Cruz en 'Ma ma'

En los escasos primeros minutos de ma ma, a la protagonista Magda (Penélope Cruz) le diagnostican un cáncer de mama mientras pasa el verano sola con su hijo en Madrid porque su marido (Àlex Brendemühl) la ha abandonado para marcharse con una de sus alumnas. Mientras que Arturo (Luis Tosar), un ojeador del Real Madrid al que ella conoce en un partido de fútbol en el que juega su hijo, pierde a la mujer y a la hija después de que las atropelle un coche.

Desde el arranque de su nueva película, y a base de acumular desdichas, Julio Medem deja claro que nos vamos a mover en el terreno del drama lacrimógeno. Pero la estrategia de presentar a los dos protagonistas como personas tocadas por el dolor desde el inicio no solo responde a la voluntad del realizador vasco de cargar las tintas del drama, también a su gusto por desarrollar las relaciones entre los personajes a partir de estructuras geométricas que dibujan conexiones invisibles.

Así, en ma ma se activa un juego constante de paralelismos y antagonismos. Las experiencias simétricas de Magda y Arturo (ambos pasan el estío en un hospital, ambos acaban de perder a sus parejas y sufren a causa de una muerte cercana) activan una dinámica de la atracción que les acaba convirtiendo en pareja. Y, en breve, Magda vive en ella misma la lucha entre dos contrarios. Su cuerpo alberga tanto el tumor que la puede llevar a la muerte, como la nueva vida de la hija que ha engendrado con Arturo.

Medem encierra a su protagonista en un espacio emocional muy definido. Magda se mueve de su casa a un hospital y a otro. La fotografía de Kiko de la Rica transforma el ambiente frío, desangelado y quirúrgico típico de una clínica en un entorno mullido y acogedor que envuelve a la protagonista. Aunque la propuesta de Medem no esconde una sublectura política de reivindicación de la sanidad pública e incluso, en el arranque, hay cierto discurso de concienciación sobre la importancia de las revisiones ginecológicas enunciado de forma harto prosaica, ma ma no pretende llevar a cabo una crónica realista en tono documental de una mujer mientras se somete al tratamiento de un cáncer sino un retrato mucho más íntimo donde priman las sensaciones de la protagonista.

Lejos de presentar a personajes con una personalidad muy arrolladora o pasional como en films anteriores, aquí Medem propone una reivindicación de lo sublime en una personal normal, lo que le lleva a caer en una simplificación del concepto “gente corriente”. En pocas películas hemos visto a Luis Tosar actuar de una forma tan involuntariamente mecánica como aquí, donde encarna a un españolito medio, católico y apasionado del fútbol, que acompaña en el dolor y en el amor a la protagonista. El hijo de Magda podría haberse escapado de cualquier anuncio de la vuelta al cole: solo sabemos que de mayor quiere cumplir su sueño de jugar en el Real Madrid. Por supuesto, la relación paterno-filial que se establece entre Arturo y el chico se articula por la pasión por el deporte.

Los diálogos a este respecto suenan especialmente ortopédicos, como escritos por alguien a quien no le interesa el fútbol pero es consciente que a la gran mayoría de la “gente normal”, sí. Para subrayar lo ordinario del personaje de Arturo, Medem lo contrapone al muy esquemático ex marido de Magda. ¿Qué sería para el director de Vacas lo más opuesto a un hombre cuya máxima afición y trabajo es el fútbol? Un profesor de filosofía que tiene un póster de Nietszche colgado en su habitación... Por supuesto, el universitario leído resulta humanamente mucho más mediocre que el hombre sin estudios superiores.

Frente a la reducción al estereotipo de estos personajes, choca por lo insólito el personaje del ginecólogo Julián. No solo muestra una empatía emocional con su paciente muy superior a lo que se le supone por su profesión. A partir de cierto momento de la película, Julián que incluso se parece físicamente a un cantante melódico estilo Manu Tenorio, se arranca a cantarle baladas a Magda para confortar su dolor. Este personaje visualiza muy bien el dilema estético del film, que se debate entre cierta sobriedad impostada (la paleta de colores tenues y blanquecinos, algunas elipsis, una música que evita la épica orquestal pero resulta igualmente machacona con solo unas notas de piano...) y una defendible deriva hacia el kitsch que no acaba de cuajar. En este terreno, Medem se encuentra todavía a años luz de Pedro Almodóvar, maestro en esto de mantener el equilibrio en esas fronteras extremas del melodrama que ya bordean el abismo del ridículo.

En un momento de la película, Magda le explica a su hijo su propia concepción de la espiritualidad, alejada del catolicismo discreto que practica Arturo. A través de las palabras del personaje de Penélope Cruz, Medem explicita las intenciones de la película, un drama que se aproxima a la muerte para proclamar bien alto su reivindicación de la vida.

'ma ma' resultaría una película mucho más pueril y ridícula si no fuera por la inmensa, arrolladora interpretación de Penélope Cruz

La película concluye con una breve dedicatoria: “para ellas”. Porque Medem identifica este canto al vitalismo con los preceptos tradicionales de feminidad que encarna el personaje de Penélope Cruz: madre, maestra y persona que da a luz en más de un sentido. No solo tiene un hijo y espera otro. Magda es un torrente de vitalidad y amor que irradia alegría desde su rostro. En este sentido, Medem cae en la misma contradicción que cineastas como Alejandro Amenábar (en Ágora) o Javier Fesser (en Camino) a la hora de dibujar personajes femeninos que acaban definidos por los mismos tópicos alimentados por la religión a la que dicen oponerse: como vírgenes mártires, madres bondadosas o ángeles de luz.

ma ma resultaría una película mucho más pueril y ridícula si no fuera por la inmensa, arrolladora interpretación de Penélope Cruz, sin lugar a dudas una de las mejores actrices de la historia del cine español. Es ella quien hace creíble a esta protagonista con las emociones siempre a flor de piel que deviene toda una explosión de vida cuando más cerca está de la muerte.

En los escasos primeros minutos de ma ma, a la protagonista Magda (Penélope Cruz) le diagnostican un cáncer de mama mientras pasa el verano sola con su hijo en Madrid porque su marido (Àlex Brendemühl) la ha abandonado para marcharse con una de sus alumnas. Mientras que Arturo (Luis Tosar), un ojeador del Real Madrid al que ella conoce en un partido de fútbol en el que juega su hijo, pierde a la mujer y a la hija después de que las atropelle un coche.

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