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El 'cuarentazo' según Baumbach
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estreno de 'mientras seamos jóvenes'

El 'cuarentazo' según Baumbach

El autor de 'Frances Ha' dirige a Ben Stiller y Naomi Watts en una comedia sobre la crisis de los 40

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Noah Baumbach, uno de los escritores y directores de comedia más interesantes de las dos últimas décadas, propone con Mientras seamos jóvenes su filme más ligero. Se libera del deje independiente, el revés hiriente y —por mucho que nos gusten sus películas— la altivez de sus otros trabajos y firma su comedia más comercial. La intención es buena, sobre todo porque estaba a un paso de la autocomplacencia y a dos de la autoparodia. Pero no le acaba de salir bien la jugada. Si Mientras seamos jóvenes es una parodia, no es lo bastante graciosa. Si no lo es, no está bien medida.

Si 'Mientras seamos jóvenes' es una parodia, no es lo bastante graciosa. Si no lo es, no está bien medida

Esto último es curioso al tratarse de Baumbach, especialista en tumbar los topicazos a base de matiz, y de un filme en torno a uno de sus temas clave: la crisis de edad. Pero es así. Al margen del tono de la película, de que se haya propuesto hacer una comedia mucho más accesible, su retrato de una pareja de cuarentones empeñados en retener su juventud cae en la caricatura más previsible y en un festín de lugares comunes.

El autor de Una historia de Brooklyn (2005) y Frances Ha (2012) sabe contar historias, es un gran director de actores, con los que establece una complicidad palpable en pantalla, y tiene un don especial para colocar a los personajes en sus ciudades y hacerles interactuar con ellas. De eso no hay duda, y Mientras seamos jóvenes es otro ejemplo. La película de Baumbach no es ningún desastre. Pero sorprende que un cineasta que suele ser increíblemente lúcido y ajustado en su dibujo de personajes y situaciones se aferre tan contento a tópicos de comedia mala (o de monologuista perezoso) sobre la crisis de los 40, la maternidad, la baja forma física y el miedo a hacerse mayor. Incluso sobre la clase media intelectual neoyorquina que tan bien ha retratado en otras películas.

¿Y si Baumbach quería hacer una parodia y de ahí el trazo grueso y el alud de clichés? Pues perfecto… si fuera buena. Pero tampoco es el caso. Si se trata de una parodia, le falta ingenio, agudeza y gracia. Aunque sus actores sí que la tengan. Naomi Watts, Adam Driver y Amada Seyfried se defienden más que bien en un registro cómico, pero, como siempre, quien brilla es Ben Stiller. En su segundo trabajo con el cineasta, que le dirigió en la superior y más oscura Greenberg (2010), el actor es lo mejor del filme y se reserva su trama más estimulante.

Inspirada descaradamente en la historia de Woody Allen en Delitos y faltas (1989), donde daba vida a un director ególatra y resentido con el mundo por no saber ver su talento y aplaudir el de otros más mediocres, la subtrama de Mientras seamos jóvenes sobre la relación entre el personaje de Stiller y su trabajo como documentalista es interesantísima. Ahí sí que destaca Mientras seamos jóvenes. El director establece un diálogo brillantísimo entre el protagonista (documentalista íntegro y frustrado), su joven y moderno amigo (documentalista en ciernes y dispuesto a medrar) y su suegro (documentalista consagrado pero no estancado). A partir de la relación intermitente y cruzada de esos tres personajes rompe los discursos más rancios e inflexibles sobre la pureza del cine documental… y fulmina todos los tópicos que no se carga en el resto del filme.

Noah Baumbach, uno de los escritores y directores de comedia más interesantes de las dos últimas décadas, propone con Mientras seamos jóvenes su filme más ligero. Se libera del deje independiente, el revés hiriente y —por mucho que nos gusten sus películas— la altivez de sus otros trabajos y firma su comedia más comercial. La intención es buena, sobre todo porque estaba a un paso de la autocomplacencia y a dos de la autoparodia. Pero no le acaba de salir bien la jugada. Si Mientras seamos jóvenes es una parodia, no es lo bastante graciosa. Si no lo es, no está bien medida.

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