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Los museos españoles suspenden en transparencia y buen gobierno
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un informe desvela las carencias de gestión

Los museos españoles suspenden en transparencia y buen gobierno

El estudio descubre que 42 de 60 museos fiscalizados son opacos y tres son los más transparentes: Museo Guggenheim de Bilbao, Artium de Vitoria y Museo Nacional del Prado

Foto: Vista de la araña de Louise Bourgeois instalada en el Museo Picasso de Málaga. (EFE)
Vista de la araña de Louise Bourgeois instalada en el Museo Picasso de Málaga. (EFE)

Tres ideas revela el Informe de transparencia y buen gobierno de los museos de Bellas Artes y Arte Contemporáneo, realizado por la Fundación Compromiso y Transparencia: ausencia de plan estratégico que organice y enfoque las actuaciones del museo, ausencia total de políticas generales y específicas sobre las colecciones y ausencia de códigos de buen gobierno en todos los museos menos uno. La consecuencia es una “gran debilidad de sus órganos de gobierno para cumplir sus responsabilidades más básicas”. Este reproche también lo dejó por escrito el Tribunal de Cuentas, en las recientes fiscalizaciones del Museo del Prado y del Museo Reina Sofía.

El informe aparece, precisamente, en el momento en que el Ministerio de Cultura celebra durante dos días unas jornadas internacionales que conmemoran el centenario de la creación de la Dirección General de Bellas Artes. Sin embargo, parece que con un siglo no ha sido suficiente, que todavía hay carencias sobresalientes en las estructuras. “Es importante que los museos españoles desarrollen códigos de buen gobierno y políticas de colecciones y que las hagan accesibles a través de la web como ejercicio de transparencia y rendición de cuentas y salvaguarda de los activos que custodian”.

Los museos deben hacer un mayor esfuerzo de rendición de cuentas a la sociedad [Javier Martín Cavanna]

La memoria incluye un detallado ranking de transparencia, en el que tres museos destacan como los “transparentes”: Museo Guggenheim de Bilbao, Artium de Vitoria y Museo Nacional del Prado. Lo más alarmante de esta “clasificación general” es que la mayoría de los fiscalizados aparecen en la peor división, la de “opacos”. Un total de 42 de 60 no son nada transparentes y entre ellos centros muy importantes como el Museo Picasso de Málaga, Museo Picasso de Barcelona, Centro de Arte dos de Mayo de Madrid, el IVAM, el MUSAC, el MACBA, el CAAC, el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga o el Centro Galego de Arte Contemporáneo.

Javier Martín Cavanna, director de la Fundación Compromiso y Transparencia, explica a este periódico que “de los resultados de este informe se concluye que, si bien nuestros museos han experimentado una mejoría, deben hacer un mayor esfuerzo de rendición de cuentas a la sociedad”. El estudio investiga el comportamiento de 60 museos españoles por quinto año consecutivo. La publicación de la Ley de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno “ha sido una palanca de cambio importante” y “algunos” han respondido a esta exigencia.

“En los últimos años los museos han realizado un importante esfuerzo por acercar sus colecciones a la sociedad gracias a la tecnología Web2.0”, añade Javier Martín. “Ahora bien, ese empeño no se ha visto acompañado siempre por un similar tesón por dar cuenta pública sobre sus áreas de gestión más críticas: información económica, gobierno y resultados. Este es el gran reto pendiente”. La información publicada online por los museos debe cumplir, según este organismo, con los principios de visibilidad, accesibilidad, información actualizada e integridad (información completa y exhaustiva).

Así que la Fundación concluye que “todos los museos, sin excepción (públicos y privados), deberían publicar sus estados financieros en la web e incluir un informe de un auditor externo”. Además, en la elaboración de los patronatos, “no es recomendable nombrar como miembros del órgano de gobierno a personas por razón exclusiva de su cargo, sin tener en cuenta sus capacidades personales y competencias técnicas”. Se deben crear planes estratégicos, porque “son herramientas de gestión fundamental para el buen gobierno de una institución”. Consideran urgente y necesario la elaboración y publicación de estos documentos, “ante el cambio de las expectativas del público sobre el papel de los museos”.

La opacidad en la publicación de los presupuestos es más frecuente en los museos de titularidad pública que en los privados o mixta

Uno de los datos más preocupantes que se descubren es que la opacidad en cuanto a los presupuestos es más frecuente en los museos de titularidad pública que en los privados o mixta. En este capítulo, la investigación concluye que disponer de autonomía en la gestión económica de los fondos públicos (caso del Museo Lázaro Galdiano, por ejemplo) es un “requisito esencial para asegurar la sostenibilidad de los proyectos museísticos”. La información económica resulta “absolutamente crítica para evaluar la consistencia y continuidad de nuestros museos”.

Ser transparentes es una cuestión de confianza. Sin una correcta evaluación de los resultados de las instituciones “es imposible comprobar si cumple su misión”. La Fundación anima a los museos a ir más allá de los requerimientos formales legalmente exigidos para que publiquen de manera voluntaria la documentación que “contribuya a fortalecer la confianza de la sociedad en sus organizadores”. Por ejemplo, en lo relativo al cumplimiento de los presupuestos, sólo dos de los 60 museos analizados publican el grado de ejecución del presupuesto del año anterior.

Más allá del número de visitas que acuden al museo hay otros datos que definen los objetivos institucionales y que permiten saber el grado de cumplimiento de la misión institucional. Transparencia no es sólo propaganda, sobre todo es control.

Tres ideas revela el Informe de transparencia y buen gobierno de los museos de Bellas Artes y Arte Contemporáneo, realizado por la Fundación Compromiso y Transparencia: ausencia de plan estratégico que organice y enfoque las actuaciones del museo, ausencia total de políticas generales y específicas sobre las colecciones y ausencia de códigos de buen gobierno en todos los museos menos uno. La consecuencia es una “gran debilidad de sus órganos de gobierno para cumplir sus responsabilidades más básicas”. Este reproche también lo dejó por escrito el Tribunal de Cuentas, en las recientes fiscalizaciones del Museo del Prado y del Museo Reina Sofía.

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