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De las joyas a las metralletas, la revolución femenina en Cuba vista por Korda
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mujeres, ron y revolución en Photoespaña

De las joyas a las metralletas, la revolución femenina en Cuba vista por Korda

Sesenta retratos de mujeres antes y después de la revolución, sin alterar la adoración del fotógrafo por la belleza femenina. La exposición hace repaso a ocho años decisivos en la vida y obra del artista

En ocho años la vida de Alberto Díaz Gutiérrez (Cuba, 1928-2001), o sea Korda, fue un reflejo del camino político de Cuba. A Korda se lo comió su foto más famosa, la del Che Guevara, que, a su vez, ha sido regurgitada miles de veces por la multiplicación y el manoseo en la producción visual de los medios de comunicación de masas. Antes de aquella imagen subiera a los altares del icono y se propagara en camisetas, banderas, posavasos y postales, el fotógrafo cubano había tenido otra vida.

De hecho, entre 1952 y 1960 -año en que se encuentra con aquella vista del Guerrillero heroico- hay dos fotógrafos distintos con los mismos ojos. El primero de ellos agarraba una cámara para dedicarse a retratar la insinuación y la belleza de la mujer. Su primera modelo fue Julia, su mujer, con quien ensayaría la representación de la sensualidad que veía en revistas europeas. Primeros planos, medio cuerpo, Korda se mueve en torno a la figura femenina con respeto y admiración. Se gana la vida con la moda y la publicidad, y mientras construye un ideal femenino retrata una sociedad capitalista a punto de estallar.

Se convierte en el fotógrafo oficial de Fidel Castro, en su sombra. El lujo, los brillantes, la atracción por el consumo han desaparecido de sus encuadres

El segundo fotógrafo aparece en 1959, a la fuerza, como surge un nuevo país. La revolución cubana altera el decorado de Korda, pero sus intereses se mantienen intactos. Se convierte en el fotógrafo oficial de Fidel Castro. Es su sombra. El lujo, los brillantes, la atracción por el consumo han desaparecido de sus encuadres. Ahora aparece un nuevo actor que absorbe todas sus atenciones y preocupaciones, al que dedica todas sus miradas. O casi todas. Porque la mujer sigue ahí, aunque sea la parte de su producción que menos ha trascendido. Él mismo decía: mujeres, ron y revolución, por este orden.

Un viaje sin alteraciones

Ese es el núcleo narrativo de la exposición que PhotoEspaña organiza en el Museo Cerralbo de Madrid, sesenta retratos de mujeres antes y después de la revolución. De las joyas a las metralletas, sin alterar su adoración por la belleza femenina. Nada ha cambiado, no es una revolución feminista. Es un cambio de aderezo. Él se convierte en fotoperiodista, pero se empeña en hacer ver que nada ha cambiado, que todo es igual, que las mujeres seguirán siendo bellas a pesar de la ropa caqui, las armas y los barbudos.

De la clase y el lujo a la lucha y el compromiso… Sus modelos ya no estaban en estudios, sino en los desfiles, las celebraciones y los mítines políticos. El viaje de Korda es el reflejo tamizado de un cambio social revolucionario sin alteraciones en su representación.

En la exhibición de los fondos, muchos de ellos inéditos, ha estado implicada su hija, Diana Díaz. No es la heredera de las imágenes, su padre dejó por escrito antes de que nacionalizaran su empresa (Estudio Korda) que el archivo debía pasar a formar parte del patrimonio nacional. Ha conseguido preparar esta selección, junto a la comisaria Ana Berruguete, en la que triunfa el retrato político publicitario.

En ocho años la vida de Alberto Díaz Gutiérrez (Cuba, 1928-2001), o sea Korda, fue un reflejo del camino político de Cuba. A Korda se lo comió su foto más famosa, la del Che Guevara, que, a su vez, ha sido regurgitada miles de veces por la multiplicación y el manoseo en la producción visual de los medios de comunicación de masas. Antes de aquella imagen subiera a los altares del icono y se propagara en camisetas, banderas, posavasos y postales, el fotógrafo cubano había tenido otra vida.

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