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A la clase obrera no le quedan fuerzas para leer
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Arranca la feria del libro de madrid

A la clase obrera no le quedan fuerzas para leer

¿Dónde están los lectores? El 35% de los españoles no lee nunca o casi nunca, según el CIS. ¿Es la lectura una actividad incompatible con esta vida? ¿Leen los trabajadores que ponen en pie la Feria?

Foto: Los editores asociados en Contexto montan su stand en la Feria del Libro. Están contentos: les ha tocado sombra. (EC)
Los editores asociados en Contexto montan su stand en la Feria del Libro. Están contentos: les ha tocado sombra. (EC)

“Probando, probando. El micrófono funciona”. Y vuelve la música. Sólo música, nadie anuncia firmas de autores. La Feria vive su jornada más estresante. Falta un día, las 368 casetas están montadas, ahora hay que rellenarlas. Los editores y los libreros, cúter en mano, abren cajas a cientos, colocan los libros en las estanterías, que volverán a desalojar el 14 de junio, cuando la Feria del Libro de Madrid eche el cierre y ellos regresen a sus librerías y editoriales con sus libros, como los nuevos Sísifos.

Furgonetas, andamios, palés, cables y mucha brida. La megafonía anima con Todo se transforma, de Jorge Drexler: “Cada uno da lo que recibe/ luego recibe lo que da./ Nada es más simple / no hay otra norma:/ nada se pierde,/ todo se transforma”. Hace calor y que así sea los tres próximos fines de semana. La lluvia es el peor enemigo en estos momentos: según datos de Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL) el comercio ha caído en los dos últimos años un 14,5%.

Luis Solano, editor: La lectura es un pasatiempo de la clase media alta 

A más datos malos, más fe. La organización quiere que sea -con un festivo más- la Feria de la recuperación. Según cuenta el editor de Periférica, Julián Rodríguez, las editoriales independientes asociadas a Contexto apenas han salido tocadas de la crisis. “Cada año hemos crecido en facturación. UDL, nuestra distribuidora, es la única que ha tenido beneficio”, dice. Está contento con el rendimiento de uno de sus nuevos autores, Vicente Valero, que acaba de ser premiado como la mejor primera novela de 2014, titulada Los extraños. Ha vendido 3.000 ejemplares.

¿Dónde están los lectores? El 35% de los españoles no lee nunca o casi nunca, según elCentro de Investigaciones Sociológicas(CIS).Luis Solano, editor de Libros del Asteroide, ultima su stand, que comparte con el resto de socios de Contexto, y dice que ve mucho ánimo, que el año pasado la Feria se comportó mejor de lo que lo hizo el mercado y que espera que esta edición mejore. ¿Por qué? “Se supone que hay recuperación del consumo, ¿no? Se ve en la calle".

¿Más consumo es más lectura? ¿Es la lectura un lujo? ¿Es una actividad incompatible con la vida (con esta vida)? La lectura es un pasatiempo de la clase media alta”, asegura Solano sin ambages.

Ellos montan la Feria

Pega el último vinilo de uno de los cuatro frontones del stand de la Comunidad de Madrid. Camiseta naranja. La furgoneta de la empresa para la que trabaja dice: “Rotulación, impresión digital, serigrafía, interiorismo, exposiciones...” Trabaja desde hace 30 años en las artes gráficas. Es diseñador. Antes no se despegaba de la pantalla resolviendo la imagen de empresa. Ahora también sale de la oficina a hacer las tareas que resolvíanotros compañeros.

Ha perdido un 18% de masa salarial en cinco años. Y le gusta leer. “Pero no tengo tiempo. Mis hijos, la casa, el trabajo”. Le gustan las novelas de misterio, Edgar Allan Poe. Quiere volver a leer, quiere tener más tiempo y menos trabajo. Quizá más dinero, quizá independizarse de los problemas. A veces lavida no tiene nada que ver con una canción de Jorge Drexler o un libro. Pero liberan.

Es barrendera en el Ayuntamiento y va con prisa por el Paseo de Coches del Retiro, bordeando la hilera de casetas. Para un momento el carro. Coleta. Gafas de sol. Piercing. Llega tarde a casa y cansada, lo justo para cenar y dormir. Va mucho al gimnasio. Lee los libros de Matilde Asensi, le cuesta recordar el nombre de la escritora. Son los favoritos de su marido. Se va corriendo.

Carga y descarga del camión palés abarrotados de cajas llenas de libros. Es uno de las decenas de transportistas que alimentan la Feria. Distribuye mercancía por toda la región. No lee, no tiene tiempo. Acaba la jornada muy tarde, empieza muy pronto. Su actividad no es sedentaria. El fin de semana quizá algún cómic. Su trabajo antes lo hacían tres personas.

900 euros, 20 días. Camarera de una de las terrazas que estos días se reparten entre ambas orillas de la Feria. Termina de montar y colocar la barra junto con otras dos compañeras y el encargado. Le gusta leer, unos 20 libros al año, sobre todo novela romántica y de famosos de la televisión, “como Raquel Sánchez Silva”. Estudió arte dramático y a veces actúa. Tiene 25 y trabaja desde los 17 en la hostelería. En su muñeca izquierda lleva una pulsera azul de goma, en la que se lee: “Cristina Cifuentes”. “Defiendo a la derecha, no a la extrema derecha, ¿eh? Sólo a ella”. El encargado reclama su atención.

Es técnico de frío. Instala cámaras frigoríficas para una marca de helados. El kiosco está al final del recorrido. No tiene tiempo para leer. Sabe cuando entra a trabajar, pero no cuando sale. Ayer acabó a la una de la mañana, en un pueblo. Su hija sí lee. Él, como mucho, uno al año. Antes,tres. Lo que más, la ciencia ficción, porque le enseña cosas que no imagina. Nació en Perú. En España 21 años. “Casi la mitad de mi vida”.

El tiempo entre lecturas

La cuadrilla que han levantado las casetas durante la última semana cobra cerca de 1.600 euros al mes. Mañana irán a montar otras a Bilbao. Recorren toda España, allá donde hay curro. Está atareado, pero adelanta que le gusta leer revistas en el móvil. Que no es lo mismo que con el papel, pero más cómodo y puede hacerlo en cualquier sitio y momento. No lee, no tiene tiempo. Tampoco lo hace el operario que monta el stand de un suplemento cultural de uno de los periódicos de mayor tirada. “No leo, porque trabajo mucho y cuando paro me aburre”.

Lo que le regala su novia. Es peón jardinero. Polo rojo, logo de Acciona en el pecho. Unos tres libros año. “Para culturizarse y comentar con los amigos”. A veces descarga alguna cosilla, “pero esto queda muy mal decirlo”. Sigue con su tarea, dejando el paseo limpio.

La responsable de reponer las máquinas de Coca Cola también tiene prisa. Baja la ventanilla de la furgoneta: “Desde que soy madre no puedo. Me gusta leer, pero fíjate, lo último que leí fue 50 sombras de Grey”.

Deja los refrescos en la nevera del bar y viene hacia la barra con el carné roído de las bibliotecas de la Comunidad de Madrid en la mano. “Mira, cada dos semanas paso a por un par de libros. Comprar… ni uno”. Gafas de sol, camisa abierta, asoman crucifijo dorado y collar de cuentas. Su compañera sí lee. Está con La caída de los gigantes, de Ken Follett. Ha dejado hace poco otro trabajo como secretaria, donde tenía más tiempo para leer más.

Es contable, pero ha venido a echar una mano a su compañero en la instalación del ADSL de uno de los stands patrocinados. Lee mucho. Vive en Segovia. Trabaja en una oficina, con horario de oficina. Cuando acaba la jornada, agarra a su perro y se marcha a un pantano cercano a leer. Antes mucha poesía, ahora más fantasía. Un salto arriesgado. Dice que trabaja más por menos.

2.500 euros. Reconoce que gana bien. “Pero si toca el fin de semana, ahí estamos, eh”. Es el más bravucón de la cuadrilla que ultima las lonas que rodean el espacio del mismo patrocinador. “¿Vale el As y el Marca? Pues entonces leo todos los días. Y también De profesión, fantasma”, y ríe. Uno de sus compañeros rebaja la broma con el libro infantil de Barco de Vapor: “Es que no tenemos tiempo”. Y le contesta: “Eso tú. Yo prefiero dedicárselo a mis hijos y a mis perros, no a la lectura”. Sigue empujando el andamio al que está subido su compañero. Desde arriba ve la Feria sin gente, abarrotada de coches y de trabajadores que se empeñan en dejarlo todo listo para el 65% de los españoles.

“Probando, probando. El micrófono funciona”. Y vuelve la música. Sólo música, nadie anuncia firmas de autores. La Feria vive su jornada más estresante. Falta un día, las 368 casetas están montadas, ahora hay que rellenarlas. Los editores y los libreros, cúter en mano, abren cajas a cientos, colocan los libros en las estanterías, que volverán a desalojar el 14 de junio, cuando la Feria del Libro de Madrid eche el cierre y ellos regresen a sus librerías y editoriales con sus libros, como los nuevos Sísifos.

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