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A Will Smith no le quedan ases en la manga
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estreno de 'focus'

A Will Smith no le quedan ases en la manga

El actor vuelve a las salas con un filme de robos y ladrones con el que ha intentado volver a reventar las taquillas tras sus últimos fracasos como 'After Earth'

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Hace unos años Will Smith parecía invencible. Todo lo que tocaba se convertía en oro. Acabó con los alienígenas, se convirtió en Mohamed Ali, triunfó como superhéroe malencarado y hasta los Oscar se acordaron de él cuando se puso serio. Raro era un filme del príncipe de Bel Air que no superara los 100 millones de dólares (como poco) en taquilla. Su carisma era un imán para los espectadores. Pero todos los fenómenos se apagan. La primera muestra de que Will Smith empezaba a flojear fue Siete Almas, su segunda colaboración con Gabriele Muccino en busca de un Oscar que consiguió sólo 70 millones de dólares en EEUU.

Desde entonces sólo la tercera parte de la saga de Men in Black triunfó en taquilla, pero ese éxito quedó tapado por su participación en After Earth. Will Smith acudió al rescate del cada vez más perdido M. Night Shyamalan y se estrelló como nunca antes había hecho. La película fue acusada de apología de la cienciología y sólo hizo 60 millones en EEUU. No fue el único Smith arrastrado por el fracaso de la película. Su hijo Jaden, que parecía dispuesto a seguir los pasos de su padre, se vio perjudicado por el filme y desde entonces no ha vuelto a aparecer en una película.

Tras un par de cameos sin importancia Will Smith vuelve a ser el protagonista absoluto en Focus, una comedia de robos mil veces vista en donde nada es lo que aparenta y los ladrones juegan a engañar a sus objetivos y al espectador. El problema es que son más fáciles de despistar los primeros, ya que el público ya se sabe todos los truquitos de este tipo de películas e intuye por dónde van a venir los tiros constantemente.

Focus es la tercera película (y la peor) de Glenn Ficarra y John Requa, que tras Te quiero Philip Morris y Crazy, Stupid, Love se rinden a los patrones más comerciales y crean un filme sin ganas, a medio gas, al mejor servicio de un Will Smith que intenta en cada plano seguir siendo el mismo deantes. El que con un gesto y un guiño tenía al respetable a sus pies, pero a Smith, como a su personaje, se le han terminado los ases en la manga, y ya no vale todo para destrozar la taquilla. Focus, de hecho, ha superado por poco los 50 millones en EEUU.

Poco conviene desvelar de la trama de Focus si el espectador quiere llegar virgen a sus mil giros, pero basta decir que Smith interpreta a un ladrón bien organizado y dedicado a robos menores que conoce a la horma de su zapato (interpretada por Margot Robbie), una ladrona que le complicará la vida.

La película encuentra en Robbie su mejor arma. La actriz (que ya sorprendió en El lobo de Wall Street) se adueña del filme desde el primer momento, y es ella la que con sensualidad, encanto y gracia hace más entretenida la cinta. Smith se ve superado por su compañera constantemente, que va directa al estrellato aunque tenga que escoger mejor sus títulos. Cuando ella sale en pantalla uno olvida su rocambolesca trama y se deja robar la cartera.

Por supuesto, como en toda película de robos, hay que vestir todo de la forma más elegante posible, llenarlo de música, de trajes, de un montaje frenético… Ficarra y Requasiguen tanto las pautas que no se da cuenta de que muchas veces lastran su filme. El primer encuentro entre los dos protagonistas se convierte, por culpa de buscar ese estilo moderno, en un sinsentidosubrayado con una música más propia de un filme porno barato. Una pena que una pareja tan, a priori, atractiva, no haya sido explotada en una película más divertida y menos vista que Focus.

Hace unos años Will Smith parecía invencible. Todo lo que tocaba se convertía en oro. Acabó con los alienígenas, se convirtió en Mohamed Ali, triunfó como superhéroe malencarado y hasta los Oscar se acordaron de él cuando se puso serio. Raro era un filme del príncipe de Bel Air que no superara los 100 millones de dólares (como poco) en taquilla. Su carisma era un imán para los espectadores. Pero todos los fenómenos se apagan. La primera muestra de que Will Smith empezaba a flojear fue Siete Almas, su segunda colaboración con Gabriele Muccino en busca de un Oscar que consiguió sólo 70 millones de dólares en EEUU.

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