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Los grandes temas de Terry Pratchett: mucho más que fantasía y humor
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el autor de mundodisco fallece a los 66 años

Los grandes temas de Terry Pratchett: mucho más que fantasía y humor

En el gran universo del autor siempre había espacio para la crítica social y para hablar del racismo, de la guerra, de la democracia o incluso de la religión

Foto: Terry Pratchett, en una conferencia en Zurich en 2012 (EFE)
Terry Pratchett, en una conferencia en Zurich en 2012 (EFE)

Tan quimérico es tratar de condensar la obra de Sir Terence David John Pratchett en pocas palabras como sortear la tentación de llamarle Terry, o como cobarde sería no intentarlo. Porque Terry, el del sombrero, desafiaba los superlativos. Si su única contribución a la literatura hubiera sido el universo de Mundodisco con sus más de setenta novelas, tendría asegurado un puesto en la historia de la ciencia ficción. Si no hubiera alumbrado más personaje que Dosfloreso Muerte, aún podría hoy ser celebrado como uno de los mejores escritores cómicos, compartiendo podio con P.G Wodehouse o Tom Sharpe. Si nos hubiera mantenido exclusivamente a base de sus historias de Patricios, de golems o gatos llamados Mauricio, aun asíPratchett sería considerado inmortal.

Pero sus lectores saben que no solo su ironía saltarina le hace dignatario del título de «Maestro», porque fantasía y humor mediante, Terry siempre habló desde las periferias, pero de la realidad. De la democracia, de la justicia, la economía, el racismo, la guerra o la religión. Que nos diera todo esto y más -tanto más- es nuestra gran fortuna y un testamento que le debemos a uno de los escritores más prolíficos que jamás se haya sentado a escribir, estrujado la mollera y pergeñado una frase. Y que en ese universo que reposa sobre las espaldas de los elefantes, siempre hubo espacio para esos grandes temas. A veces, agazapadas entre carcajadas y otras revestidas de cinismo. Pero siempre haciendo diana con frases de las que merecen varios subrayados. Recopilemos algunas de ellas:

La democracia

Decía Gertrude Stein que las personas se civilizan entre los 18 y los 21 años. Podría ser antes, incluso, si ante sus ojos se hubieran desplegado algunos de los extraordinarios pasajes en los que Pratchett acciona mecanismos de pensar y reír simultáneamente. La democracia y la forma de gobierno fueron de sus temas predilectos, a los que más estocadas asestó. Valga como ejemplo la forma en la que él mismo describe la metrópolis en la que acontecen buena parte de sus novelas:

Roba cinco dólares y serás un vulgar ladronzuelo. Roba miles y estarás en el gobierno, o serás un héroe

«Ankh-Morpork había coqueteado con diversas formas de gobierno hasta que, al final, se decidió por esa forma de democracia conocida como un Hombre, un Voto. El Patricio era ese Hombre, y el Voto era el suyo».

Y aunque Pratchett va diseminando por toda su obra su concepción acerca de la democracia y el gobierno del pueblo, es en El Quinto elefante (vigésimo cuarta novela de Mundodisco) donde se pone de manifiesto de forma menos taimada:

«Vimes había discutido una vez la idea efebia de “democracia” con Zanahoria y le había interesado mucho la noción de que todo el mundo (salvo mujeres, niños, esclavos, idiotas y gente que no era realmente de los nuestros) tenía derecho a voto, hasta que se dio cuenta de que aunque él, Vimes, tendría derecho a voto, en las normas no había ninguna manera de evitar que también lo tuviera Nobby Nobbs. Vimes vio enseguida que la cosa fallaba ahí».

Su desconfianza en los gobiernos era más que manifiesta, como se extrae especialmente de las protagonizadas por el personaje Húmedo von Mustachen, a saber: Cartas en el asunto, Dinero a mansalva o Raising Team.

«Roba cinco dólares y serás un vulgar ladronzuelo. Roba miles y estarás en el gobierno, o serás un héroe».

Religión

Posiblemente el libro que con mejores perlas acerca de la espiritualidad, la religión y los dioses sea el primero en salir de la chistera de Pratchett y que dio comienzo a la saga de Mundodisco: El color de la magia.

«Es bastante embarazoso saber que uno es dios de un mundo que sólo existe porque cada curva de improbabilidad debe tener su cenit”.

Aunque quizás sea otra cita extraída de Dioses Menores la que haya alcanzado más notoriedad, en la que Pratchett se mofaba de los «amortiguadores de la realidad» utilizados por los humanos.

«A los Dioses les gusta que las personas trabajen mucho, las personas que no esta ocupadas constantemente pueden empezar a pensar»

Y no, en un universo fantasioso, Terry no siempre habló de dioses inventados:

«¡Venga! El Apocalipsis era una ‘pasada de setas’ que perteneció a los libros apócrifos. El Nuevo Testamento es básicamente lo que pasó cuando Dios se agarró a la religión»

Un día, un tipo llamado Terry y otro llamado Neil quedaron para escribir sobre el fin del mundo. Ninguno de los dos podía anticipar la fama que estaba por llegar, y solo contemplaban un objetivo: la diversión. De aquello surgió Buenos Presagios, una novela escrita a cuatro manos por Pratchett y Neil Gaiman, en la que vaciaron las reservas de ironía de medio occidente para hablar del Apocalipsis cristiano, de la religión, de Dios y del Anticristo.

¡Venga! El Apocalipsis era una ‘pasada de setas’ que perteneció a los libros apócrifos. El Nuevo Testamento es básicamente lo que pasó cuando Dios se agarró a la religión

«Fue entonces cuando Marvin descubrió al religión. No esa religión sosegada y personal que consiste en hacer buenas acciones y llevar una vida mejor; ni siquiera la que consiste en ponerse un traje y llamar a los timbres de las casas; sino la religión que consiste en formar una cadena de televisión propia y conseguir que la gente le envíe dinero a uno.»

La guerra

La décimo novena entrega de Mundodisco (Pies de barro) es el lugar perfecto para darse un baño en el descreimiento que Pratchett le profesaba a los nacionalismos de toda índole, y sus catastróficas consecuencias.

«Yo, Dorfl, en espera del descubrimiento de una deidad cuya existencia resista un debate racional, juro por los preceptos temporales de un sistema moral autoderivado... »

A través del conflicto bélico que articula la novela ¡Voto a Bríos!, Pratchett entreteje multitud de reflexiones acerca del imperialismo, los ejércitos y los enfrentamientos armados en general.

«Era mucho más fácil echarles la culpa a Ellos. Era bastante depresivo pensar que Ellos eran Nosotros. Si eran Ellos, entonces nada era culpa de nadie. Si éramos Nosotros, ¿en qué me convertía eso a Mí? Al fin y al cabo, yo soy uno de Nosotros. Tengo que serlo. Desde luego, nunca me he considerado uno de Ellos. Siempre somos uno de Nosotros. Son Ellos los que hacen las cosas malas».

En Tiempos Interesantes, el personaje de Rincewind también se descuelga con algunas filípicas que iluminan a la perfección parte del pensamiento de Pratchett.

«Conozco a las personas que hablan de sufrir por el bien común. ¡Nunca son ellos, joder! Cuando oyes a un hombre gritar: ¡Adelante, bravos camaradas!, verás que siempre es el que está detrás de la jodida roca enorme, y el único que lleva el casco realmente a prueba de flechas».

En la saga de las Brujas, una de las que más éxito le ha proporcionado al autor, también se esconden muchas de sus reflexiones. Se equivocan quiénes se malicien que esto solo trata de mujeres montadas en escobas. Como muestra, este fragmento de Brujas de Viaje:

«No se puede ir por ahí construyendo un mundo mejor para la gente. Sólo la gente puede construir un mundo mejor para la gente. Si no, es solamente una jaula».

El legado de aforismos, citas célebres y ocurrencias es tan inconmensurable como la obra de Pratchett, que esconde un reto en sí mismo. Piensen en un tema al azar -de los de escribir con mayúsculas y letras gruesas- sobre el género humano. ¿El racismo? Lean Lores y Damas. ¿Los derechos de las minorías? Asómense a El Segador. ¿El origen de la vida? Tomen El país del fin del mundo. Todo está ahí, sobre el caparazón de una tortuga gigante.

Tan quimérico es tratar de condensar la obra de Sir Terence David John Pratchett en pocas palabras como sortear la tentación de llamarle Terry, o como cobarde sería no intentarlo. Porque Terry, el del sombrero, desafiaba los superlativos. Si su única contribución a la literatura hubiera sido el universo de Mundodisco con sus más de setenta novelas, tendría asegurado un puesto en la historia de la ciencia ficción. Si no hubiera alumbrado más personaje que Dosfloreso Muerte, aún podría hoy ser celebrado como uno de los mejores escritores cómicos, compartiendo podio con P.G Wodehouse o Tom Sharpe. Si nos hubiera mantenido exclusivamente a base de sus historias de Patricios, de golems o gatos llamados Mauricio, aun asíPratchett sería considerado inmortal.

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