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El capitalismo como enfermedad colectiva
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estreno de 'map to the stars'

El capitalismo como enfermedad colectiva

David Cronenberg desembarca en EEUU con un filme sobre las perversiones hollywoodienses

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Desde que Hollywood es Hollywood han proliferado las películas que destripan la propia industria y muestran el lado oscuro de la meca del cine entendida como la culminación del sueño norteamericano.

En este sentido, Maps to the Stars, el primer título del canadiense David Cronenberg rodado en EEUU, no desvela ninguna faceta sobre el mundo del espectáculo que no se hubiera mostrado de alguna manera ya en El crepúsculo de los dioses (Billy Wilder, 1950), Queridísima mamá (Frank Perry, 1981) o El juego de Hollywood (Robert Altman, 1992). Pero resulta apasionante como el director de Una historia de violencia consigue llevar a su propio terreno el filme para ofrecer un retrato frío, quirúrgico y salpicado de humor negro de un Hollywood visto como un organismo enfermo de endogamia.

La película arranca como tantas otras que trazan el recorrido, triunfal o truncado, de una joven aspirante a estrella: Agatha (Mia Wasikowska) viaja en autobús desde su Jupiter natal (sic, parece ser el nombre de un municipio de Florida) hasta Los Ángeles, donde alquila los servicios de una limusina, conducida por un actor y guionista aficionado (Robert Pattinson como el álter ego del guionista Bruce Wagner, que conoció las interioridades de Hollywood ejerciendo de conductor), para recorrer los barrios residenciales donde habitan las estrellas. El típico tour turístico al que alude el título del filme en su interpretación más literal.

Pero la llegada de la muchacha desencadena toda una serie de trágicos acontecimientos en el seno de un par de familias ligadas a la industria del entretenimiento. Por un lado tenemos a los Weiss, un gurú de la autoayuda (John Cusack) y una mujer obsesivamente controladora (Olivia Williams), padres de una estrella del cine juvenil (un inquietante Evan Bird). Por el otro, a su amiga y cliente Havana Segrand (Julianne Moore, en un aguerrido papel mucho más merecedor de un Oscar que el de Siempre Alice), hija de una mítica actriz fallecida prematuramente en un incendio. A medida que transcurre el metraje, estos personajes se ven implicados en una espiral de autodestrucción que pasa por situaciones de incesto, abuso de drogas, estrangulamiento, piromanía, ahogamientos en piscinas, alucinaciones con personas fallecidas, narcisismo y otras patologías e incidentes varios...

Desde el inicio de su carrera, David Cronenberg ha destacado por mostrar cómo acaban manifestándose orgánicamente en el cuerpo tanto las enfermedades de la mente (o del alma) como las de una sociedad hipertecnificada. En películas como Vinieron de dentro de... (1975) una enfermedad infecciosa de transmisión sexual despertaba los instintos más primarios y salvajes en los residentes de un bloque de apartamentos de vida aburguesada, reprimida y encerrada en sí misma. Sus últimos filmES se apartan en apariencia de esa estética viscosa y carnal que practicó hasta finales del siglo XX. Pero, aunque el pulido acabado de Maps to the Stars se sitúe en las antípodas de ese festín gore que supuso su debut en el largometraje, ambas películas mantienen evidentes conexiones subterráneas.

Los personajes se ven implicados en una espiral de autodestrucción: incesto, abuso de drogas, estrangulamiento, piromanía

Las últimas películas del canadiense también parecen dejar a atrás su querencia por el fantástico y la ciencia-ficción. Sin embargo, tanto la anterior Cosmópolis como Maps to the Stars tienen algo de distopía conjugada en presente. Ambos son aproximaciones al capitalismo feroz del siglo XXI entendido como una enfermedad colectiva que a primera vista no muestra síntomas corporales. En los dos títulos, los personajes están obsesionados por la apariencia física, viven y se mueven en entornos aislados del mundo real, dan muestras de un individualismo rampante y han convertido la codicia y el triunfo en sus razones de ser. En Maps to the Stars la mayoría de conversaciones giran en torno a los intereses profesionales y económicos de los personajes, unos seres humanos incapaces de desarrollar vínculos afectivos reales. Y las únicas historias de amor están marcadas por el estigma de la tragedia.

Porque en Maps to the Stars Cronenberg dibuja un Hollywood de naturaleza endogámica que acaba víctima de los “monstruos” que ha generado a causa de ello y pretende ocultar. En la película, los fantasmas se hacen presentes de forma literal desde el principio a través de mujeres muertas que no tienen ninguna intención de dejar vivir en paz a los protagonistas. Incluso Agatha, con su rostro desfigurado y sus guantes negros, tiene algo de figura recién llegada del mundo de los muertos para castigar a los vivos...

En este Hollywood poblado por espectros, Agatha se dedica a recitar unos versos que suenan a invocación al más allá. Unos versos que abren las puertas a esa espiral de destrucción que se extiende como una epidemia entre los personajes, de una manera mucho menos evidente que en las primeras películas del canadiense. Mansión a mansión, muerte a muerte, Agatha resigue su propio mapa hacia las estrellas, en último término la culminación de una historia de amor fou de destino trágico.

Desde que Hollywood es Hollywood han proliferado las películas que destripan la propia industria y muestran el lado oscuro de la meca del cine entendida como la culminación del sueño norteamericano.

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