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Inversión privada, la asignatura pendiente del cine español
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cómo aprovechar los incentivos fiscales

Inversión privada, la asignatura pendiente del cine español

Las deducciones de un 20% permiten la entrada de capital privado para financiar el cine español, pero la complejidad del sistema ha impedido su popularización

Foto: Mateo Gil en un momento del rodaje de 'Proyecto Lázaro' en Tenerife (EFE)
Mateo Gil en un momento del rodaje de 'Proyecto Lázaro' en Tenerife (EFE)

Un desayuno con productores de cine no es tomar un café con churros y hablar del partido de Champions del día anterior. Imposible. Te amargan el café. Es juntarse a un corrillo de profesionales de nuestra industria y escuchar frases como las siguientes: “Somos un cero a la izquierda para el gobierno”, “Ni para la izquierda ni para la derecha, no hemos importado a nadie”, “Para cultura somos industria, y para industria somos cultura” o “En Francia el cine es una cuestión de estado, aquí eso no pasa”.

Ni las cifras del 2014 han cambiado el panorama (ni el ánimo) para los productores, que siguen ahogados esperando las amortizaciones de 2012, con menos subvenciones que nunca y una nueva Ley del Cine que no llega. Ante la falta de apoyo del estado la industria tiene que buscar nuevas formas de sacarse las castañas del fuego, y la inversión privada es la aliada perfecta. Pero claro, en plena crisis quién va a querer meter su dinero en una película y arriesgarse a que nadie la vea. Pues resulta que mucha más gente de la que el mundo del cine piensa, así lo cuentan desde la firma de abogados Ramón y Cajal, una de las empresas que está trabajando como vínculo entre productores e inversores que quieren reducir su factura fiscal.

La idea es sencilla, aprovechar los incentivos fiscales para producciones españolas para atraer a inversores privados. Luis Rodríguez-Ramos, socio del área de fiscal en la firma, asegura que hasta el año pasado la gente no quería poner su dinero en cine, pero que ahora se acercan al despacho para preguntar por ello. Este rechazo se debía a tres factores: el desconocimiento, la complejidad del sistema planteado en la ley, y la desconfianza a que desde Europa prohibieran este tipo de deducciones.

Motivos no faltaban para desconfiar, hace unos años la moda era invertir en astilleros y barcos por sus altas deducciones fiscales, hasta que llegaron desde Bruselas y dijeron que las ayudas concedidaseran ilegales. Todos los inversores a devolver lo recibido y a guardar desde ese momento su dinero debajo del colchón. Con el cine todos tranquilos, Europa ya se ha manifestado y ha dicho el año pasado que todo está en orden.

Complejo pero rentable

Para entrar como inversor en un filme y poder aprovechar las deducciones fiscales la complejidad es el mayor de los problemas. En España hay que crear una AIE (Agrupación de Interés Económico), una especie de sociedad creada para incentivar la inversión privada en el sector. Desde esta AIE se buscarán las ayudas públicas e inversiones de televisiones necesarias. El dinero que no se consiga se intentará sacar de un inversor privado.

Por ejemplo, una película tiene un presupuesto de 500.000 euros. Entre subvenciones, derechos de TVE y de Canal + (u otras televisiones) se consiguen 400.000. Faltarían 100.000, que pondría el inversor. Ojo, no puede ser una persona física, tendría que ser autónomo o una sociedad. En incentivos fiscales la película va a recibir el 20%, es decir, 100.000 euros. Por lo que el inversor podría asegurar su dinero sólo con este beneficio. Pero además, siempre existe un retorno adicional.

'El esquema es complicado, si se optara por un ‘rebate’ directo en el que a la gente se le diga si inviertes 100 yo te doy 110 sería más fácil'

“El esquema es complicado, si se optara por un ‘rebate’ directo en el que a la gente se le diga si inviertes 100 yo te doy 110 sería más fácil”, cuenta Rodríguez-Ramos, de Ramón y Cajal abogados. Para él la clave es que desde el principio se dejen claras las condiciones entre el productor y el inversor privado para que este sepa que no va a perder dinero. Aquí entran muchas fórmulas y condiciones, pero ellos recomiendan que el productor sea el que se beneficie, si ocurre, del éxito del filme, mientras que la rentabilidad del inversor se obtenga vía la imputación de los incentivos fiscales a la producción y bases imponibles negativas.

Siempre se ha asociado los incentivos fiscales a la posibilidad de que grandes producciones vengan a rodar a España, sin darnos cuenta que, aunque escasas (un 20% es una cifra inferior al de muchos países europeos y las propias Islas Canarias que ofrecen un 38%), estas condiciones también son una posibilidad de negocio.

Eso sí, siempre teniendo en cuenta que el porcentaje de deducción es del 20% para el primer millón, quedándose en el 18% después, y que se establece un límite de deducción de tres millones de euros por producción, lo que hace que cualquier filme con un presupuesto superior a 16.555.555 euros no pueda recibir más dinero. Una cláusula para ahuyentar a las grandes empresas americanas.

El informe del Observatorio Europeo de la Cultura explica que las producciones cinematográficas en los países europeos con incentivos fiscales suponen un 0,06% del PIB

No sólo los bufetes de abogados están a favor de aprovechar las deducciones fiscales para promover la inversión privada, el reciente estudio del Observatorio Europeo para la Cultura apunta en la misma dirección. Cree que cualquier incentivo fiscal tiene un impacto inmediato en los países que los implantan o incrementan, aunque también recomiendan que cualquier nuevo plan debe ir acompañado de estrategias para aumentar la capacidad de los equipos de producción y las infraestructuras, destinadas a soportar el crecimiento esperado en la industria.

El análisis refleja que aquellos países con incentivos para la producción de cine consiguen que la industria cinematográfica suponga un porcentaje mayor para el producto interior bruto (PIB) que aquellos que no apuestan por estas medidas. De media, la participación en el PIB de la producción de cine en los países europeos con incentivos fiscales supone un 0,06% por un 0,01% de aquellos que no se aprovechan de las deducciones. Los países con buenos incentivos fiscales también consiguen aumentar el presupuesto medio de sus producciones un 9% de media, así como aumentar el empleo del sector.

Un desayuno con productores de cine no es tomar un café con churros y hablar del partido de Champions del día anterior. Imposible. Te amargan el café. Es juntarse a un corrillo de profesionales de nuestra industria y escuchar frases como las siguientes: “Somos un cero a la izquierda para el gobierno”, “Ni para la izquierda ni para la derecha, no hemos importado a nadie”, “Para cultura somos industria, y para industria somos cultura” o “En Francia el cine es una cuestión de estado, aquí eso no pasa”.

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