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Peter Greenaway fantasea con un Eisenstein homosexual
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Peter Greenaway fantasea con un Eisenstein homosexual

El británico Peter Greenaway entusiasmó hoy a la Berlinale con "Eisenstein in Guanajuato"

Foto: Peter Greenaway presenta 'Eisenstein in Guanajuato', en Berlín (EFE)
Peter Greenaway presenta 'Eisenstein in Guanajuato', en Berlín (EFE)

La Berlinale sigue mirando al pasado, cada vez de manera más excéntrica. Hoy llegó el turno del británico Peter Greenaway, un director con personalidad, tanta que en ocasiones sus películas se sumergen en vorágines formalistas difíciles de soportar. Su nuevo trabajo, Eisenstein in Guanajuato, es extenuante por momentos, pero también una experiencia iluminadora. La prensa supo valorar su originalidad y se escucharon enérgicos aplausos al terminar la proyección.

En 1931, Sergei Eisenstein viajó desde Hollywood a Guanajuato para realizar la película ¡Qué viva México! Greenaway se concentra ese momento, componiendo uno de los biopics menos ortodoxos de los últimos tiempos. El revolucionario autor de El acorazado Potemkin (1925) se nos presenta como un histrión de carácter arrollador. La película defiende que Eisenstein llegó dispuesto a cambiar México, pero que al final fue la energía del país latinoamericano la que le transformó a él. Sus cadenas sexuales (a los 33 años seguía siendo virgen) se liberan gracias a su anfitrión, Palomino Cañedo, la persona que le descubre los deseos que siempre reprimió en Rusia.

Sobre las razones para embarcarse en un proyecto sobre Eisenstein, Greenaway explicó en rueda de prensa: “Siempre he sentido un gran interés por este hombre y su obra. La pregunta que me hice fue: ¿Cómo podemos ser originales y creativos después de casi 120 años de cine? Para mí era importante volver a Eisenstein, porque él fue una pieza clave del desarrollo de este arte. Fue un gran teórico y además tenía mucho sentido del humor. En mi opinión él es la última figura materna del cine mundial”.

En varios momentos Greenaway se pierde en sus digresiones formales y narrativas, pero siempre consigue retomar el hilo. Su cine es caótico por naturaleza y absolutamente barroco en lo visual. Ya en la primera escena, el color y el blanco y negro de alternan sin razón aparente. La pantalla se parte en tres, a veces para mostrar lo mismo, otras para crear un diálogo entre los diferentes fragmentos. El director utiliza este recurso a la manera de un tríptico religioso. Como ejemplo, en el centro puede aparecer el personaje de Frida Kahlo y en los extremos imágenes reales de la pintora. Greenaway mezcla pintura, fotografía y pasajes de películas de Eisenstein con su propio material. El resultado es uno de los clásicos cocktails exuberantes del director. Como en el cine del genio ruso, el uso del montaje llega a momentos de absoluto virtuosismo.

La representación de la homosexualidad es totalmente explícita. Según Greenaway, el film trata sobre el principio y el final de la vida: el sexo y la muerte. Para mí estos son los dos únicos elementos no negociables de la existencia. Por eso la película es muy física. Desde el principio me dije, ‘hagámoslo, mostremos todo’”.

La película se centra esencialmente en la vida íntima del realizador. México se muestra como un espacio fantasmagórico, repleto de imágenes impactantes y simbólicas. A su peculiar manera, Greenaway consigue transmitir la fascinación que Eisenstein sintió por el lugar. Todo el que conoce México sabe que allí están muy preocupados por lo que representa la muerte, pero para mí era importante no entrar demasiado en los estereotipos”, afirmó el realizador.

Polémico con sus películas y también en sus declaraciones, Greenaway sentenció que “El cine debe ser una disciplina de conocimiento y entretenimiento. A muchos directores se les olvida introducir alguno de esos dos elementos. Por eso hoy se hace tanta basura”. Quizás Eisenstein in Guanajuato no sea el colmo del entretenimiento, aunque sin duda es una fuente inagotable de sensaciones. ¿Desesperante? A ratos sí, pero por encima de todo un intenso homenaje al cine y a la libertad sexual.

La Berlinale sigue mirando al pasado, cada vez de manera más excéntrica. Hoy llegó el turno del británico Peter Greenaway, un director con personalidad, tanta que en ocasiones sus películas se sumergen en vorágines formalistas difíciles de soportar. Su nuevo trabajo, Eisenstein in Guanajuato, es extenuante por momentos, pero también una experiencia iluminadora. La prensa supo valorar su originalidad y se escucharon enérgicos aplausos al terminar la proyección.

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