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Españoles, vuelve Franco... a las librerías
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40 años de su muerte y aluvión de novedades

Españoles, vuelve Franco... a las librerías

“La gris España de ese caudillo con voz aflautada y barriguita de quinielista acababa de ser sustituida por una España polícroma, luminosa, en la que no

Foto: Manifestación franquista en Madrid por el 39 aniversario de la muerte de Franco. (AP)
Manifestación franquista en Madrid por el 39 aniversario de la muerte de Franco. (AP)

“La gris España de ese caudillo con voz aflautada y barriguita de quinielista acababa de ser sustituida por una España polícroma, luminosa, en la que no faltaría ninguno de los colores de los nuevos tiempos”. Así vivió el escritor Ignacio Martínez de Pisón, a los 15 años, la muerte anunciada entre los pucheros de Arias Navarro, que seis años más tarde, con el intento de golpe de Estado de “lo militarotes” se cuestionaba la nueva España: “¿Cómo podía ser que eso fuera una verdadera democracia su hasta el jefe del estado había sido designado por el mismísimo Franco?”.

El autor de La buena reputación (Seix Barral) reconoce que le habría gustado nacer en una democracia consolidada, que España es un país defectuoso, pero que sus defectos “no son los de siempre”, porque la sociedad se ha vuelto “mayoritariamente laica”. La abdicación del heredero del dictador cierra una etapa y abre otra en la que “se impone alcanzar un nuevo pacto de convivencia que sea válido para las próximas décadas”. Pisón cierra los nueve artículos del libro 40 años con Franco, que la editorial Crítica publicará en una semana, una de las novedades que van a colmarán las librerías a lo largo del año para celebrar las cuatro décadas de cuerpo presente.

Francisco Franco Bahamonde (1892-1975), “posiblemente el dictador europeo menos conocido del siglo XX”, descarga con ironía el hispanista Paul Preston, el historiador que mejor ha retratado a un personaje que parece de otro sigo y, sin embargo, qué presente. “En el hoy están los ayeres, como decía Borges”, explica Enrique Moradiellos. “La Historia reciente no es un museo congelado. Estamos hechos de Historia y es algo actual que conforma nuestros principios. Somos hijos del franquismo. Generó un cuerpo de comportamiento estatal que debemos conocer, porque todavía está entre nosotros. El pasado está presente”.

Franco, ese desconocido dictador, todavía es objeto de controversia política. Julián Casanova, el editor de 40 años con Franco -donde están Preston, Moradiellos, Pisón, Mary Nash, José Carlos Mainer o Ángel Viñas- asegura que “esos trágicos sucesos del pasado han proyectado su larga sombra sobre el presente y, frente a ella, necesitamos miradas libres y rigurosas”. La mirada sobre el caudillo es un reclamo de libertad y rigor en el combate por la historia, contra las mentiras del pasado.

La Historia viva

La Historia es un relato significativo sobre el pasado de los hombres, pero no es el pasado de los hombres. Estas biografías que aparecen ahora tampoco son el pasado de Franco, pero son referencias a su pasado construidas a partir de documentos. Son los archivos los que mantienen viva la Historia, que es una obra humana, no divina, una obra que está siempre expuesta a ser revisada.

Antonio Cazorla, catedrático de Historia Contemporánea de Europa en la Trent University en Ontario (Canadá), publica Franco. Biografía del mito (Alianza), donde estudia la evolución de la imagen pública del dictador, cómo cambió el mensaje. Al historiador le interesa interpretar la vida de Franco desde la perspectiva de la historia social y cultural, por eso termina preguntándose ¿cómo es posible que haya mucha gente que piense aún hoy que Franco “fue un héroe y muchos más piensen que, aunque duro, fue un gobernante bienintencionado que logró importantes avances para el país”?

“El dictador acumuló más poder que ningún otro gobernante en la historia moderna del país y ello a costa de un precio humano terrible”, añade. Cazorla tenía doce años cuando murió Franco y se reconoce como “un producto del sistema público de educación tardo y posfranquista”. También dice que es una historia complicada, la de entender cómo fue posible que mucha gente –a pesar de la represión- “a menudo amó o al menos respetó al hombre mezquino y cruel que la gobernó”. Pide paciencia para la Historia y los nuevos alumbramientos, para esos papeles que aparecerán y obligarán a volver a contar las vidas de formas distintas infinitas veces. A pesar de que las vidas se viven sólo una vez (afortunadamente).

No está todo dicho porque no hay luz sobre todos los papeles. Mientras los archivos sigan cerrados, mientras se clausure el acceso a investigadores con iniciativas como la de José Manuel García-Margallo, ministro de Asuntos Exteriores, la Historia y la verdad seguirán esperando su oportunidad. Cuarenta años después de su muerte, el Estado cierra archivos relacionados con el régimen de un “hombre cruel, egoísta y un tirano que hizo mucho daño a millones de personas y al país”.

Contra las mentiras

Antes de que cerraran, Ángel Viñas ya había estado allí. “Se pueden decir muchas cosas nuevas sobre el franquismo, porque hay muchos kilos de papel que no se han revisado”. El historiador acaba de entregar a Carmen Esteban, la editora de Crítica, el que dice será su último estudio sobre su especialidad, la Guerra Civil y la dictadura. “Toca cambiar”. Pero anuncia, sin desvelar ni el título, que mostrará “otra cara del caudillo”.

Anuncia nuevos descubrimientos: “Será una bomba atómica historiográfica que desmigará el comportamiento de Franco, dentro y fuera de España, entre 1939 y 1965. Porque se ha ido de rositas”. De paso, arremeterá “contra las manipulaciones, mentiras y tergiversaciones de Luis Suárez y Stanley G. Payne”. El combate por la Historia, recuerden.

Viñas reconoce en su texto de 40 años con Franco los “grandes logros” de la dictadura en los años cincuenta, porque consigue con muy poco esfuerzo que Europa invierta en España haciendo la vista gorda. Los intereses por un país de mano con mano de obra barata. Pero se queja de que nadie ha podido ver los papeles de la Iglesia sobre la dictadura, encerrados en Toledo y en el Vaticano. “Son papeles vírgenes”, señalando lo que falta por andar.

Archivos y universidades enterrados

Moradiellos trabaja en la Universidad de Extremadura y cuenta que de los 40 becados, antes de la crisis, que trabajaban en su tesis y sus investigaciones no ha quedado ni uno. Esa es la cruda realidad de la historiografía, que señala la muerte de las nuevas generaciones que se dediquen a la Historia, una tarea humana, interpretativa, pero limitada por las pruebas. De ahí que la biografía de Franco escrita por un franquista confeso como Luis Suárez en el funesto Diccionario de la Real Academia de la Historia fuese calificado de “gravísimo defecto” por la comunidad científica.

¿Corre el peligro la Historia de convertirse en un fenómeno comercial? “Sin duda ha habido operaciones comerciales, pero no es cierto que la memoria histórica lo sea. Hubo una necesidad y voluntad de la población, con una generación nueva que mira sin prejuicios. La memoria histórica no ha sido una mera industria, aunque alguno, como Pío Moa, se sumase y se aprovechara de ella”, dice Moradiellos. De hecho, recuerda al Estado que tiene cuentas pendientes con la población y el pasado al mantener fosas comunes sin exhumar.

Los historiadores no quieren estar ausentes de la reconstrucción del pasado, sobre todo del más reciente y polémico. Quieren protegerlo de contaminaciones partidistas, exigen solvencia y distanciamiento. Aceptan las opciones ideológicas, siempre y cuando no se haga de ellas una esclavitud. “En el franquismo está el origen de nuestro tiempo, muchas personas que dirigen el país han sido socializadas en el franquismo y el peso de aquella historia es parte de nuestro tiempo”. Degenerando los hechos no vamos a conseguir que desaparezcan.

El periodista especializado en el conflicto vasco, Antonio Batista, recupera los atentados contra el dictador en Matar a Franco (Debate), porque quería recordar la generación que “generosamente luchó contra el fascismo, arriesgando sus vidas”. “Las consecuencias de los 38 años de su autoritarismo están todavía entre nosotros, son personas y es política. Franco fue un tirano que violentó la democracia, encarceló, torturó y asesinó”, escribe. La Historia es el bálsamo de la conciencia que impide volver a repetir otro 20 de noviembre de 1975.

“La gris España de ese caudillo con voz aflautada y barriguita de quinielista acababa de ser sustituida por una España polícroma, luminosa, en la que no faltaría ninguno de los colores de los nuevos tiempos”. Así vivió el escritor Ignacio Martínez de Pisón, a los 15 años, la muerte anunciada entre los pucheros de Arias Navarro, que seis años más tarde, con el intento de golpe de Estado de “lo militarotes” se cuestionaba la nueva España: “¿Cómo podía ser que eso fuera una verdadera democracia su hasta el jefe del estado había sido designado por el mismísimo Franco?”.

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